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miércoles, marzo 12, 2025

La obra póstuma de Leopoldo Brizuela, cartografía de libros imaginados alguna vez

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Los verdaderos escritores son así: la muerte –la única llegada certera con la que podemos contar en esta vida– no los detiene. Siempre dejan algo –papeles, cuadernos, escritos– que luego una persona curiosa e interesada encuentra en el fondo de cierto placard (o determinada computadora) y eso, más tarde, puede llegar a la mesa de novedades de las librerías para buscar nuevos lectores.

Y se continúa, así, una tarea que empezó hace mucho, mucho tiempo: alguien pone palabra en la página para que, con suerte, un otro pose sus ojos ahí y descubra rastros de un mundo nuevo o renovado.

Tal es el caso de Diario del abandono (Bosque energético) el primer libro póstumo de Leopoldo Brizuela, que falleció el 14 de mayo del 2019 a la edad de 55 años.

Cuenta en el prólogo el investigador del Conicet y editor de la revista El Ansia Guido Herzovich: “Encontré este texto entre los muchos cuadernos, biblioratos y cajas que dejó Leopoldo Brizuela en varios armarios de su casa de Tolosa, a media cuadra de La Plata. Los había ordenado y clasificado en el último año, mientras trabajaba en la sección Archivos Personales de la Biblioteca Nacional. El texto que titulamos Diario del abandono estaba en una bolsa roja de tela. Adentro había dos materiales envueltos juntos en un film transparente, del que suele haber en cualquier cocina. Debajo del film se veía una ficha rectangular que decía así, en tres líneas: “Enero”. “(Apuntes sobre el abandono)”.

Íntimo e inclasificable

“Enero 1991”.Y más adelante cuenta lo siguiente: “No sé si llegó a ofrecérselo a algún editor. Le hubiera sido difícil publicar este texto íntimo e inclasificable, abiertamente homosexual pero tan alejado de cualquier militancia gay, en la primavera neoliberal de los noventa”.

Diario de Abandono, Leopoldo Brizuela
Diario de Abandono, Leopoldo Brizuela

Si bien Leopoldo Brizuela era un escritor con un marcado compromiso político, Diario del abandono inicia una nueva faceta de su relación con lo público y lo que elige contar sobre su vida, sus sentimientos, su relación con el amor de pareja. Y es en esa jugada íntima, privada y reveladora que el libro se vuelve una pieza necesaria para comprender de lo que era capaz Brizuela cuando se ponía a escribir para sí mismo.

Diario del abandono es un texto extraordinario que funciona en varios niveles de sentido: en la constatación de un talento que viene arrastrado de la decisión temprana de arrojar toda una vida hacia la literatura, porque retrata un momento mutante y complejísimo en su vida y porque lo puede llevar adelante gracias a la escritura, que funciona en paralelo con la terapia que está haciendo.

El cuadro de situación es este: en 1988, a sus 25 años, Brizuela vivía con sus padres, estaba por casarse con su novia, trabajaba, estudiaba y había ganado el Premio Fortabat, a los 22 años, que le permitió publicar Tejiendo agua por Emecé. Pero un tiempo después, Brizuela decidió suspender su casamiento y separarse porque se había enamorado de un chico con el que no pasaría absolutamente nada.

A los meses, dejó la casa de sus padres para mudarse a Capital Federal, abandonó el trabajo y el estudio. Empezó así lo que llamó un “exilio” personal de varios años que se complementaría con el inicio de terapia y la escritura de un diario íntimo.

Explica Guido Herzovich: “Consignó la felicidad ocasional y las demoledoras angustias que le iban provocando los amores arrebatados y breves que perseguía con varones intercalados de levantes nocturnos en el circuito de yire de La Plata”.

El escritor argentino Leopoldo Brizuela en un retrato de archivo. (EFE)El escritor argentino Leopoldo Brizuela en un retrato de archivo. (EFE)

La memoria es territorio

Diario del abandono cuenta ese periplo donde la memoria es un territorio a explorar para ver qué guarda en su interior, qué señales tira sobre ese presente que estaba viviendo Brizuela.

Y el resultado en un proceso de indagación sobre el devenir de sus parejas inestables y el modo en el que se relacionan con la propia historia familiar (sobre todo el padre, un marino que trabajaba para YPF), y en algún punto social (Brizuela se había sentido inspirado por las militancias de la memoria en postdictadura).

Resulta fascinante pensar que un texto así, de esa calidad y trascendencia, estuvo guardado tanto tiempo y que llega a convertirse en libro gracias al interés de otras personas. Lo que nos lleva a pensar que lo mismo ocurrió con otros libros de Brizuela que fueron apareciendo este último tiempo desde su muerte: las reediciones de las novelas Tejiendo agua (La parte maldita), El placer de la cautiva (Club Cinco) y las misceláneas de Las voces bárbaras (Ediciones Bonaerenses). La escritura de Brizuela parece ir encontrando su lugar en el campo literario actual.

El escritor Oliverio Coelho traza una estampa impecable sobre Leopoldo Brizuela en la introducción de El placer de la cautiva. Dice lo siguiente: “Me llevó un tiempo entender que los asuntos en la obra de Brizuela formaban un todo inseparable que provenía de experiencias íntimas, sueños de memorias, un pasado a flor de piel: por un lado las raíces familiares, un padre riojano, con ascendencia indígena, que trabaja en YPF como marino, y una madre hija de anarquistas españoles; por otro, sus estudios de canto y su fascinación por voces como la de Leda Valladares, Mercedes Sosa, Lidia Borda y María Elena Walsh, de quien fue infatigable amigo y biógrafo; luego el amor por la cultura lusa y el universo melodramático del fado; más allá la lectura de la literatura escrita por mujeres; y por último, la experiencia de traducción de, entre otros, Henry James, Flannery O´Connor, Laura Alcoba, Bernardo Carvalho”.

Y en cierta manera, estos libros que acaban de aparecer (en algunos casos: volver) muestran este abanico y piezas que construían una suerte de totalidad en un proyecto que se exponiendo con claridad.

La precocidad notable y muy madura que se lee en Tejiendo agua (un reconocimiento temprano para sus dotes con la escritura, algo que se repetiría varias veces porque ganó el Premio Alfaguara en 2012 con Una misma noche y fue el segundo escritor en ganar el Premio Clarín Novela en 1999 con Inglaterra, una fábula) se une a la nouvelle El placer de la cautiva, considerado uno de sus textos más políticos ya que indaga “el mestizaje y la conquista como forma de experimentación del blanco, que de alguna manera sabe que esa no es su tierra pero tiene claro también que habitarla implica exterminar y extender la propiedad privada para que nazcan las grandes familias estancieras y gobernantes”, propone Coelho.

El escritor argentino Leopoldo Brizuela en un retrato de archivo. (EFE)El escritor argentino Leopoldo Brizuela en un retrato de archivo. (EFE)

Lector agudo y exquisito

En ese sentido, la aparición del Diario del abandono junto con Las voces bárbaras muestra ese elemento ensayístico y de lector agudo, además de exquisito, con el que contaba Brizuela para mirar, pensar y desmantelar la realidad y aquello que lo seducía en muchos aspectos.

Pero hay algo más que los unes: era textos inéditos hasta este momento y Las voces bárbaras ni siquiera fue pensada como libro hasta este momento. Escribe Guido Herzovich en el prólogo: “Leopoldo Brizuela fantaseó este libro (o un libro parecido a este) al menos dos veces. Primero bocetó una lista de nombres en su diario, bajo un concepto vago que no alcanza a dar sentido a la serie. “Se me ocurre una idea para un libro de ensayo”, escribió en 2004: “artistas bárbaros, esto es, no pertenecientes a la élite o a la franja que hegemónicamente se considera artística”.

Algún tiempo después agarró una carpeta amarilla, la tituló Las voces bárbaras, y metió adentro las notas que había tomado para cuatro textos, además de dos índices muy tentativos. En algún momento, Brizuela olvidó el proyecto o decidió abandonarlo”.

Y ahora ese libro, editado y armado por Oliverio Coelho, llega como un mapa de preferencias o de gloriosas predilecciones donde podemos ver con quiénes producía Brizuela sus afinidades electivas: José Saramago, Natalia Ginzburg, Amy Winehouse, Nina Sager, Niní Marshal, Atahualpa Yupanqui, Amália Rodrigues, Anita O´Day, entre otros nombres circulan por esas páginas en las que el escritor comprime, con maestría, vidas y obras (si no es que son lo mismo).

Explica Coelho en el prólogo: “Aunque estas voces bárbaras puedan ser entendidas como ecos desmesurados que vienen del pasado, no son nada anacrónicas, resuenan: sin Eisejuaz o El país del humo no existiría Inglaterra, una fábula o El placer de la cautiva; sin Amália Rodrigues o Saramago, no existiría Lisboa. Un melodrama. Este volumen tiende un puente con las nuevas generaciones de lectores y a la vez y a la vez invita a quienes ya lo han leído a revisitar el universo de Leopoldo Brizuela, excepcional en la literatura argentina”.

El escritor argentino Leopoldo Brizuela. EFE/Fernando AlvaradoEl escritor argentino Leopoldo Brizuela. EFE/Fernando Alvarado

Los secretos de un archivo

En el año 2016, Brizuela comienza a trabajar en la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, cuando el director era Alberto Manguel, para poder recuperar archivos de escritores y artististas argentinos. Era un trabajo que lo apasionaba porque debía lograr que se done todo un material valioso a la Biblioteca y ese material quede en el país (antes de fallecer estaba tratando de conseguir el archivo de Hebe Uhart).

Y ahí aprendió técnicas de archivo y clasificación que un tiempo después aplicó a su propio archivo personal ante la certeza de una salud desmejorada. Separó biblioratos que tenían etiquetas como “Prensa”, “Correspondencia”, “La destrucción/Novela”, y muchos cuadernos que contenían diarios íntimos de más de tres décadas. También armó un cuadro con todos los proyectos que le quedaban por terminar: 14 libros de ficción y 12 de no ficción.

Además, está entre esos papeles dos obras inconclusas: una novela de más de mil páginas (Tambora, del periodo 1986-1992, abandonada) y la memoir El viaje a La Rioja, sobre la infancia de su padre (uno de los protagonistas de Diario del abandono), que se interrumpió con su muerte. A esto se suma una biografía casi terminada de Guido Herzovich sobre la vida y obra de Brizuela, para la que hizo más de 100 entrevistas.

Quedan dos cosas en claro: se esperan más libros de Brizuela en el futuro, y es un periodo en el que se está revalorizando el lugar que siempre se mereció. Así son los grandes escritores: tienen el tiempo de su lado.

Diario del abandono, de Leopoldo Brizuela (Bosque energético).

Redacción

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