Pedro Páramo y su película homónima de Netflix comparten la primera línea: “Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”. Eso es una pista de lo que verán quienes le den play a la nueva adaptación audiovisual de la novela con la que Juan Rulfo cambió en 1955 el curso de la literatura latinoamericana.
En su debut en la realización, el director de fotografía de Scorsese, Rodrigo Prieto, deja a entrever en la superficie de su película sus intentos de imitar esas imágenes amorfas que surgen en la mente de cada lector conforme avanza en el libro del mexicano (que en Argentina es editado, en conjunto con las otras dos obras de Rulfo, por Eterna Cadencia). Estos intentos que se traslucen aparecen como citas a la novela y escenas experimentales.
Al que le gusta el terror, le gustan los fantasmas. Y de esos acá sobran. Pedro Páramo puede no asustar al estilo de una película de horror hollywoodense old school, pero con su mero concepto y su lúgubre atmósfera (y, bueno, sí, algún que otro golpe de efecto también) alcanza. El pueblo de Comala fue creado de cero con la turbidez necesarias para que el espectador lo descubra con cautela al mismo tiempo que el hijo de Pedro Páramo.
El personaje que le da voz a la frase del principio es Juan Preciado, el narrador principal de la historia. Descendiente no reconocido por Pedro Páramo que viaja a Comala para cumplir el último deseo de su mamá: cobrárselas caro a su padre por haberlos abandonado. Pero Juan Preciado no sabe que su visita a Comala no será un paseo turístico: se convertirá, casi literalmente, en su descenso al infierno.

Llevar al cine una novela fragmentaria y con multiplicidad de voces como la de Rulfo debe ser uno de los mayores desafíos que puede tener un guionista. Para hacerlo hay que excluir, simplificar, crear de cero (la palabra, como el agua, alcanza rincones distintos a los que llega el audiovisual). Y esto, en mayor o menor medida, ubica al escritor de cine en una posición desfavorable respecto de la obra original.
Pedro Páramo, moderna e intraducible, es una novela que se anticipó al boom latinoamericano y que despertó, por ejemplo, el apetito literario Gabriel García Márquez y la admiración de Jorge Luis Borges. Una vara muy alta para cualquier libretista, más si se trata de una ópera prima.
La película aparece en el título como «indispensable» por el simple hecho de tratarse de una rara avis de la cinefilia. De tener la posibilidad de atestiguar un acontecimiento.

Netflix intenta replicar la magia del libro con abultadas cantidades: en la película participaron 30 músicos; 550 personas de producción; 900 extras; 2500 colaboradores -tan solo en el estado de San Luis Potosí-; hubo 50 días de rodaje en San Luis, Nayarit y Ciudad de México; artesanos locales confeccionaron más de 5000 prendas; fueron reservadas 14900 noches de hotel.
Los mexicanos reconocieron estos impresionantes números, convirtiendo a Pedro Páramo a finales del año pasado en uno de los estrenos originales más vistos en Netflix en ese país.

Además, entre sueldos y diversos pagos, México recibió por parte de la «N» más de 18 mil millones de dólares. De esta manera, y como afirmó el CEO de la plataforma Ted Sarandos, Pedro Páramo mejoró el Producto Bruto Interno (PBI) del país y multiplicó las ventas del libro.