Es una polémica que siempre vuelve. Ahora, el que puso nuevamente el foco sobre el salmón es un importante productor de trucha, en una carta abierta que difundió esta semana.
Lucas Maglio fue el primer ingeniero acuícola argentino y vivió muchos años en Chile. En 2019 empezó a producir, con un grupo empresario chileno y peruano, truchas en el embalse de Piedra del Aguila, en Neuquén. La empresa que lidera hoy es la principal exportadora de trucha arcoíris de Argentina y su producción se va íntegra al exterior.
La carta abierta de Maglio está dirigida al chef Christophe Krywonis, y en ella defiende fuertemente al salmón. Maglio está respondiendo a los comentarios que el chef francés hizo hace un año en una entrevista en LN+, en la que había vuelto a cuestionar los métodos de cría del salmón chileno, que es el que se importa en Argentina.
¿Por qué la respuesta tanto tiempo después? El productor dice que no conocía a Christophe y que recién ahora vio ese video en YouTube “en el que está hablando desde el desconocimiento total, me enardecí un poco y escribí esta carta”.
El cocinero francés contó entonces que el tema «se politizó tanto» y que «me putearon de arriba abajo» por haber dicho que «el salmón estaba criado con condiciones extremas de estrés» y que se usaban pesticidas que mataron «los fondos marinos con consecuencias que vivió Chile por culpa de los dueños de estas pesqueras noruegas que inundaron el mercado con un producto de mierda que hace daño«. Y luego señaló que «ha cambiado mucho eso ya, ha mejorado. No son tontos: cambiaron por gente como yo que pensaron que había que decir que comer un salmón no rico, no es bueno«.
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La entrevista de hace un año en la que Christophe Krywonis explicó por qué cuestionó el salmón chileno.
Maglio —quien ya le había escrito una carta sobre el tema a Narda Lepes en 2019— asegura que el salmón «es, lejos, una de las proteínas animales más saludables que existen«, y que es una de las fuentes más ricas en ácidos grasos omega-3 con beneficios para la salud cardiovascular, cerebral y metabólica.
La polémica hay que rastrearla más atrás. Cuando era jurado de MasterChef, en 2015, Christophe cuestionó el salmón en el prime time («El salmón es cinco veces más tóxico que una hamburguesa de cualquier cadena de comidas rápidas») y esas declaraciones fueron un dominó. El chef fue visionario: tres años después, el gobierno de Tierra del Fuego suscribió un convenio con la agencia de negocios noruega para estudiar la factibilidad de instalar salmoneras en la costa fueguina.
Varios de sus colegas se sumaron a principios de 2019 a una campaña para hablar sobre las condiciones de producción del salmón en Chile y del riesgo de replicarlas acá. Incluso en agosto de ese año hubo una gran movida organizada por la ONG Sin Azul no hay Verde, que llevó a Francis Mallmann a cocinar al Canal de Beagle con el lema «No a la salmonicultura». Finalmente, en 2021, la Legislatura de Tierra del Fuego prohibió la instalación de salmoneras: fue la primera legislación de este tipo en el mundo.
Un reclamo contra las salmoneras, antes de la aprobación de la ley. Foto ArchivoPero cambió el signo político y se reactivó la discusión por el impulso a la acuicultura, aunque con un formato diferente del que se proponía entonces. En la Provincia se está discutiendo ahora una nueva norma que dé marcha atrás la prohibición de instalar salmoneras, pero preservando la zona del Canal de Beagle. El debate, como era de esperar, está siendo intenso.
Maglio enfatiza que él también estaba (y está) en contra de la explotación en el Canal de Beagle y admite que hubo errores en el proceso productivo en Chile por “el crecimiento violento, exponencial” que tuvo el producto.
“El uso de antibióticos se dio porque se produjo mal, pero hoy en día se siguen usando porque hay patógenos en el ambiente. Lo mismo que pasa con pollos y cerdos. Pero ya el 30% de la producción de Chile es libre de antibióticos, lo que no existe en las proteínas animales terrestres”, asegura.
Las truchas que él produce en Neuquén, afirma, son 100% libres de antibióticos y eso tiene que ver con varias razones: la genética de los huevos que importaron, la nutrición de los animales y las condiciones ambientales del agua, oxigenada y a altas profundidades. Esto mismo, dice, se podría hacer con el salmón.
El ingeniero acuicola Lucas Maglio, en el embalse de Piedra del Aguila, con las balsas jaula detrás. Foto ArchivoExplica que la producción chilena arrancó en los 90 principalmente en la Isla de Chiloé, en canales entre las islas y el continente, lugares con muy baja profundidad que se empezó a acumular materia orgánica bajo las jaulas. Pero que hoy la producción, como dijo Christophe, fue mutando en condiciones y en los lugares donde se hace, “casi a mar abierto, que es más incómodo para las personas, pero muchísimo mejor para los peces y casi no hay impacto ambiental”.
El modelo que se quiere impulsar ahora en Argentina es este, el de la producción a mar abierto. Maglio dice que en Noruega también están transformando esta industria a un sistema oceánico, incluso aprovechando el desarrollo que tiene la industria petrolera en este sentido.
En este modelo, los salmones se crían como mínimo a unos 60/70 metros de profundidad, que en una plataforma marina como la Argentina sería a partir de los 400/500 metros de la costa. “Los peces crecen más fuertes, no se enferman, no hay antibióticos. El gran beneficio de nuestra plataforma es que es de una pendiente muy suave y el fondo arenoso es ideal para estos sistemas”, afirma el productor, que dice que los salmones podrían criarse, mar adentro, en jaulas desde Río Negro hasta Tierra del Fuego. Y del mismo modo podría criarse otro producto preciado: el pez limón.
Pero esto no es hoy posible porque ninguna provincia ha desarrollado un esquema de concesiones marítimas en este sentido. Según el productor, hasta ciertas millas puede otorgarlo la provincia y, más allá, ya es jurisdicción de Nación. En el caso de la producción de trucha que él hace en el embalses, la autorizó el Gobierno de Neuquén.
Maglio cuenta que estuvo hace poco en una conferencia en Noruega y que allí levantó el interés empresario en invertir en otros lugares porque ni ese país ni Chile pueden abastecer una demanda de salmón en alza —impulsada, entre otras razones, por el mercado chino— que requerirá 1,5 millón toneladas adicionales para 2032.
Y que Argentina tiene aquí una oportunidad económica, ya que la FAO destacó sus aguas para la producción a mar abierto por “las velocidades de corrientes, niveles de oxigeno, niveles de clorofila, temperaturas y otros parámetros”.
“Es como la soja: podés producir deforestando la selva amazónica, o invirtiendo con tecnología de punta en zonas desérticas como lo hacen los israelíes”, asegura. Y cita, para para poner en valor la acuicultura, “al máximo defensor del mar, Jacques Cousteau, que decía que teníamos que dejar de usar el mar como cazadores y pasar a ser agricultores”.
AS





