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domingo, octubre 12, 2025

La Sagrada Família celebra los cien años de la única torre que acabó Gaudí

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“¡Mire este final…! ¿No es cierto que parece que una la tierra con el cielo?”. Así reaccionó Antoni Gaudí el día que se desmontaron los andamios de la torre de Bernabé, el 30 de noviembre de 1925. El arquitecto había destinado en este pináculo de la fachada del Nacimiento, el del lado mar, todos los esfuerzos económicos y constructivos. Quiso asegurarse de terminarlo para que sirviese de modelo para el resto de las torres. Y, como todo en la Sagrada Família, nada de su diseño, ni decoración, ni de su técnica constructiva fue casual. Todo tiene un significado y un porqué. Desgranar el sentido de esta torre, la única que Gaudí vio terminada, es uno de los propósitos de la conmemoración del centenario de la muerte del arquitecto. Con la torre Bernabé, la Sagrada Família inicia el año Gaudí.

Barcelona está preparando una nutrida agenda de actos y propuestas para la conmemoración del centenario, el próximo año. Sin duda, la culminación de la torre de Jesús, la más alta de la Sagrada Família y de toda la ciudad marcará el calendario. La finalización de la torre central, que alcanzará los 172,5 metros, marcará un hito en la construcción del templo, que encarará entonces su recta final en la fachada de la Glòria, la que será su entrada principal.

Sin embargo, iniciar la conmemoración del centenario con la torre de San Bernabé es toda una declaración de intenciones. En este campanario, como en cada uno de los elementos de la basílica, se concentra la esencia de la arquitectura y la visión de Gaudí. Desde su estructura, en forma de catenaria, cuadrada en la parte inferior y circular
en la superior, hasta el último detalle decorativo, todo tiene su razón.

El arquitecto encargó para la terminal del pináculo cristal macizo de Murano que reflejara la luz

Las torres de la fachada del Nacimiento (dedicadas a Bernabé, Simón, Judas y Matías) son el primer ejemplo de la arquitectura de Gaudí fundamentada en la combinación de formas geométricas y que luego se reproducirán en toda la basílica. El arquitecto, consciente de que no podría ver terminada la obra, priorizó la construcción de la fachada de la calle Marina, cuyas obras comenzaron en 1893, para que sirviera de modelo a sus sucesores. Tampoco fue casual: “Esta fachada expresa el júbilo de toda la creación por el nacimiento de Jesús; es un canto a todas las formas de vida, una propuesta de esperanza en el mundo y en ella convergen naturaleza y humanidad”, explica Jordi Faulí, arquitecto director de la Sagrada Família. Con esta fachada nace también la gran basílica y arranca el año Gaudí.

La primera torre que se termina es la de Bernabé, el último de los apóstoles y al que siguieron los primeros cristianos, y comenzó su trayectoria un 13 de marzo, con el inicio de la primavera. Es el pináculo más próximo al mar. “Gaudí concibió estas torres también como un faro para la ciudad y los navegantes que llegaban”, explica Chiara Curti, arquitecta, doctora en Historia del Arte y autora del libro­ La Sagrada Familia. Catedral de la l uz . “Hay que tener en cuenta que en aquellos momentos las estructuras altas eran las chimeneas de las fábricas”, añade­.

Gaudí proyectó en lo alto de las estructuras un mosaico con cristal macizo veneciano, “para que reflejara la luz y pudiera verse desde los barcos y desde el puerto; se sabe que él mismo comprobó que la torre se veía desde el puerto”, cuenta Curti. También veía Gaudí cada mañana como la estructura ganaba altura mientras bajaba del Park Güell, donde vivía, hasta el templo, donde pasaba toda la jornada trabajando.

La mitra que corona las torres  

Todo sobre la torre de Bernabé

El 30 de noviembre se inaugurará la muestra “1925-2025. Cien años de la torre de Bernabé. El primer testimonio de Gaudí”, que podrá visitarse hasta el 26 de mayo del 2026. “Mostraremos el momento histórico, la innovación que supuso su construcción y, entre otros elementos, habrá una maqueta del terminal”, explica Marta Otzet, directora de cultura de la Sagrada Família. El arquitecto director de la basílica, Jordi Faulí, y la también arquitecta Chiara Curti protagonizarán un diálogo sobre la torre.

La nave principal del templo  

La primera piedra de la basílica

El 19 de marzo de 1882 se colocó la primera piedra del templo. En esta fecha señalada, la Sagrada Família rendirá homenaje al trabajo colectivo y a la perseverancia de las generaciones que han hecho posible la continuidad de unas obras que trascienden ya el tiempo. Además de un concierto del Orfeó Català se inaugurará la exposición ‘La Sagrada Família y Barcelona. 144 años de camino compartido’.

La torre, en obras  

Inauguración de la torre de Jesús, la más alta de Barcelona

El 10 de junio está previsto inaugurar la torre de Jesús, que medirá 172,5 metros de altura y será la estructura más alta de toda la ciudad. Se iluminará por primera vez tras una misa en conmemoración del centenario de la muerte de Gaudí a la que se ha invitado formalmente al Papa.

La fachada de la calle Marina  

La Navidad, en la fachada del Nacimiento

Con el lema “la originalidad es volver al origen”, la Sagrada Família centrará los actos para cerrar el año de conmemoración, en la fachada del Nacimiento, donde comenzó la gran obra de Gaudí. De momento, para diciembre del 2026 está previsto una iluminación especial en esta parte del monumento y un concierto de la Escolania de Montserrat.

En el interior de la torre, Gaudí proyectó instalar 21 campanas, “de forma hiperboloide, casi cilíndricas”, apunta Faulí. Teniendo en cuenta que cada una de las tres fachadas tiene cuatro torres (doce en total, como los apóstoles), cuando esté completamente finalizada, la basílica contará con 252 campanas de diferente longitud y sonido. Será un instrumento musical a gran escala, aunque este es otro capítulo.

El día de su inauguración, había una campana que se trajo del Maresme, que se expone habitualmente en el Museo de la Sagrada Família y que también se podrá ver en la exposición sobre la torre de Bernabé que se inaugurará el 30 de noviembre.

“Las cosas tienen un sentido si tienen una función, no es la estética solo”, dejó escrito Gaudí. En su parte inferior, las torres tienen una sección cuadrada, lo que proporciona buena estabilidad, y las puntas están orientadas hacia el exterior, lo que permite situar entre las cuatro torres los tres portales de acceso a la basílica. En la parte superior, la sección se convierte en circular, así se eliminan las aristas de la torre, mejora su resistencia al viento y el pináculo ofrece el mismo perfil desde todos los puntos de vista. Para diluir el cambio de forma de cuadrada a redonda, Gaudí diseñó un balcón para ubicar la escultura del apóstol correspondiente a cada torre.

Las piedras junto a las aperturas están dispuestas de forma que no pueda entrar el agua cuando llueve

En la parte superior, la torre tiene largas aperturas verticales, lo que además de conferir ligereza a la construcción, da salida al sonido de las campanas y permite la entrada de luz en su interior, por donde discurre una escalera de caracol. La funcionalidad se hace evidente en cada uno de los detalles, por ejemplo, las piezas de piedra junto a las aperturas de la torre están dispuestas de forma que impiden la entrada de agua cuando llueve.

“La estructura interior es de hormigón armado, y en aquellos años veinte, no se había utilizado nunca a tanta altura”, apunta Faulí. Una altura que se alcanzaba sin grúas, solo con los andamios. Y, si cada pieza y cada disposición tiene una función, también todo responde a un mensaje. La parte final de la torre, donde lucen aún los trozos macizos de cristal de Murano, representa los atributos de un arzobispo (el báculo, anillo, mitra y la cruz inscrita en la mitra). La utilización del hormigón armado permitió realizar un agujero en el anillo, y es aquí donde se instalará el foco que iluminará la gran estrella de la torre de Jesus, algo que ya había previsto el arquitecto.

“Gaudí pensaba que las iglesias tenían que expresar el sentimiento de su época”, explica Curti. Gaudí aborrecía el Sacré Coeur de París, también templo expiatorio y coetáneo, “y sin embargo, se fijó en el de Milán, que comenzó a construirse en el siglo XIV y aún no está terminado y que parece un bosque en su interior, y en el de Reims, el que más le gustaba”.

“¡ Quin goig !”, dicen que exclamó el habitualmente silencioso relojero del templo a Gaudí cuando se retiró el andamio. Y eso era justamente lo que el arquitecto buscaba.

Redacción

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