Una fotografía inédita muestra al espía ruso Ludwig Gisch posando junto a la estatua del fundador de Córdoba, Jerónimo Luis de Cabrera, detrás de la Catedral, en 2009. La imagen, revelada por el periodista Hugo Alconada Mon, documenta el momento en que el agente encubierto iniciaba su misión secreta en Argentina, que se extendería por más de una década.
El registro fotográfico cobra relevancia especial porque evidencia que los espías rusos documentados en el libro «Topos» también operaron en territorio cordobés, como parte de una estrategia de espionaje que abarcó múltiples provincias argentinas.
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«En agosto de 2024, el premier ruso –y teniente coronel de la KGB-, Vladimir Putin, los recibió al pie del avión en Moscú», detalló Alconada Mon sobre el destino final de la pareja de espías tras su detención en Eslovenia en 2022.
«Los ‘topos’ también pasaron por Córdoba«, confirmó Alconada Mon durante una entrevista con el streaming La Voz en Vivo, donde explicó las diferencias entre espías legales e ilegales. «Los que viajan a otro país con un nombre falso y sin cobertura diplomática», especificó para referirse a los protagonistas de su investigación.
El periodista de La Nación reveló además un episodio reciente en el que «una mujer rusa fue descubierta, meses atrás, dentro del Centro Cívico de Córdoba», situación que generó sospechas de espionaje en el Gobierno provincial.
«Puede ser que sea una simple mujer, que entró mal… o que estuviera haciendo espionaje. Ahí hay que estudiar sus antecedentes y ver el número de pasaporte. Porque se detectó que Rusia entregó números correlativos de pasaporte a todos sus espías», explicó Alconada Mon.
Una década de identidades falsas
La pareja de espías «vivieron en Buenos Aires bajo identidades falsas durante más de una década. Se hacían llamar Ludwig Gisch y María Rosa Mayer Muñoz, y aparentaban ser una familia» de clase media argentina.
Durante su estadía en el país, los agentes desarrollaron un método de infiltración meticuloso. Según documenta el libro, el espía masculino se hacía pasar por un austríaco nacido en Namibia, hijo de una argentina, mientras que su compañera afirmaba ser mexicana nacida en Grecia.
La preparación para mantener sus identidades falsas incluía restricciones extremas: «tenían prohibidos hasta hablar en ruso cuando tenían sexo», reveló Alconada Mon. «Porque en otros casos, se habían plantado micrófonos en la habitación matrimonial, y escucharon lo que decían en ese momento».
El programa centenario de espionaje ruso
El periodista explicó que «el programa al que pertenecían lleva más de 100 años», evidenciando la continuidad histórica del espionaje ruso. «La historia, ya de por sí, supera la ficción», sostuvo Alconada Mon al describir la complejidad de la operación.
Los espías evitaron cualquier rastro de su verdadero origen durante su permanencia en Argentina. No escuchaban música rusa, no veían televisión de su país natal, ni cocinaban platos típicos. Incluso durante los partos, ella no pronunció una palabra en ruso.
La presentación en Córdoba
Este sábado a las 19, Hugo Alconada Mon presentará «Topos» en Aleph Espacio Cultura, ubicado en calle Alvear 254 de la ciudad de Córdoba. El evento permitirá conocer más detalles sobre cómo los espías rusos utilizaron el territorio cordobés como parte de su estrategia de infiltración.
La fotografía del espía ruso en Córdoba se convierte así en un testimonio gráfico de una operación de espionaje que abarcó territorio nacional durante más de una década, hasta que los agentes fueron finalmente arrestados en Eslovenia en 2022, culminando una misión que los llevó desde una pequeña aldea a 1500 kilómetros al este de Moscú hasta las calles de Argentina.