La Tercera Sección Electoral de la provincia de Buenos Aires es mucho más que una delimitación geográfica en el padrón electoral: es un epicentro político, económico y social que ha definido, en gran medida, los destinos electorales del país. Conformada por 19 municipios, entre ellos La Matanza, Lomas de Zamora, Avellaneda y Quilmes, esta región concentra una de las mayores densidades poblacionales de la provincia y del país.
La importancia de esta sección radica no solo en el peso numérico de su electorado, que representa un porcentaje significativo del padrón bonaerense, sino también en las condiciones socioeconómicas que la atraviesan. Con altos niveles de desigualdad, pobreza estructural y un fuerte componente industrial y obrero, la Tercera Sección es un reflejo de las tensiones y desigualdades que atraviesan a la Argentina.
Históricamente, este distrito ha sido un bastión del peronismo. Las políticas orientadas a la inclusión social y los discursos que apelan a la justicia social han encontrado en esta región una base de apoyo sólida. Sin embargo, en los últimos años, el panorama político ha mostrado signos de fragmentación. Mientras que sectores del electorado permanecen fieles al peronismo tradicional, otros han migrado hacia opciones como la izquierda, el liberalismo o fuerzas vecinalistas, motivados por el descontento con las gestiones pasadas o por la búsqueda de alternativas.
La candidatura de figuras clave en esta sección, como Cristina Kirchner en recientes elecciones, no es casualidad. Representa un intento por consolidar apoyos en un territorio que, aunque históricamente afín, demanda renovadas respuestas a sus problemáticas. Las necesidades locales –desde el acceso a servicios básicos hasta la generación de empleo y la seguridad– siguen siendo las grandes deudas pendientes.
El resultado electoral en la Tercera Sección tiene un impacto directo en el tablero político nacional. No solo define una proporción importante de legisladores bonaerenses, sino que también establece una tendencia que puede inclinar la balanza en elecciones presidenciales.
En este contexto, entender la relevancia de la Tercera Sección implica mirar más allá de las cifras y adentrarse en la complejidad de un electorado que, aunque diverso, comparte un sentimiento común: el anhelo de una política que responda a sus urgencias y, al mismo tiempo, proyecte un futuro de oportunidades y justicia social.
La Tercera Sección no solo es estratégica por su magnitud demográfica, sino también porque en ella se juega buena parte de la narrativa política que define al país. Una narrativa que, en momentos de crisis, interpela directamente al núcleo de las decisiones políticas: ¿qué modelo de país estamos construyendo? Y, más importante aún, ¿para quién?