Cuando apenas tenía días afuera de la casa de Gran Hermano (Telefe), Luciana Martínez visitó el estudio de GENTE y protagonizó una producción de fotos que no pasó desapercibida. Además, abrió su corazón para contar su historia: una infancia atravesada por el abandono de su padre, la doble vida que mantuvo durante 10 años y su revelación al mundo.
Es que, desde su ingreso al reality, ya no sería más Jorge Barrionuevo ya que estaba decidida a brillar con la versión que siempre había querido ser, la de Luciana. Hasta aquel momento se lo impedía el miedo al que dirán, los prejuicios sociales e incluso las dudas sobre qué sentiría al dejar atrás ese capítulo de su vida. Pero igualmente lo hizo. Y contó con la aceptación de su madre, que hoy la llama «hija», y el apoyo de toda su familia.
En esa primera conversación con GENTE, la bailarina de Santa Cruz contó que soñaba con poder hacer su transición por completo. Nunca había tomado tratamientos hormonales, pero estaba dispuesta a pasar por el quirófano para hacer los cambios físicos que tanto anhelaba.

Así es como, unos meses después, se animó a ponerse implantes mamarios. Y en una producción con GENTE, se entregó a los flashes para documentar su antes y después, algo que para ella significa mucho más que un procedimiento estético, tanto que ella misma pidió dejarlo registrado en una serie de fotografías.
«Gran Hermano para mí fue una puerta gigante, que no sólo me dio la seguridad, sino también la protección para mostrarme con libertad. Me hizo sentir fuerte para dar a conocer, no sólo a mi historia, sino lo que soy. Después también que me conozca mi familia, mis alumnos, mis amigos y la gente con la que quiero llegar de alguna forma empatizar y conectar», expresa hoy emocionada.
Así fue la operación por la que Luciana Martínez estuvo tanto tiempo esperando
–Te operaste hace muy poco. ¿Era algo que venías planificando desde hace tiempo?
-Cuando salí de la casa me llegó la propuesta, pero ya desde mucho antes era algo que estaba buscando y deseando, pero por diferentes circunstancias no se me había dado. Antes de avanzar con esta cirugía tenía que prepararme y pedirle permiso primero a mi cuerpo, para no sentirme después frustrada por nada. Si bien en la casa gané esa seguridad, necesitaba estar lista para hacerlo.
–De cualquier modo lo ibas a hacer.
-Sí… De hecho antes de ingresar a la casa yo estaba con mis trámites, con mi obra social y había muchos peros, entonces ya sabía que no era un camino fácil. Se me estaba complicando mucho.
–Durante los últimos días en el reality sentiste algunos malestares, ¿por qué? ¿Qué te pasaba?
-La realidad es que entré con mucho miedo y pasé por muchas situaciones complicadas ahí adentro, pero nunca antes había sido tanto tiempo Luciana. Siempre volvía a ser Jorge, pero estando en la casa de Gran Hermano fueron más de tres meses. Me tocó lidiar con un montón de situaciones y momentos difíciles, pero las pude atravesar.
–¿Cómo cuáles?
-Dormir con las siliconas encima, el tema de la ropa interior, también sufrir por momentos porque te están filmando las 24 horas del día, entonces tenía que tener cuidado en todo momento y mantenerme siendo Luciana.
–Salís y entonces llega la oportunidad de operarte de las mamas.
-¡Sí! Era uno de mis grandes objetivos, por eso entré también al reality, para poder llevar adelante todo en relación a esta operación. Se me dio la oportunidad y viajé a Córdoba sola para hacerlo posible. Aunque no pude ir acompañada, con mi cirujano llevamos adelante este sueño juntos y me acompañaron y cuidaron en todo momento.
El antes y después de Luciana Martínez
–¿Cómo fue este proceso para vos?
-Ya sabía que sería un cambio fuerte y no es algo que hoy día las mujeres digan: «Quiero cambiar mis senos». Pero obviamente para ellas es mucho más fácil porque tienen tejido por naturaleza. En mi caso nunca tomé hormonas, ni ningún tipo de tratamientos, entonces sabía que era más difícil para mí en ese sentido. Sabía que iba a pasar dolor y que el post operatorio no sería tan sencillo. Por eso te decía esto de pedirle permiso a mi cuerpo antes de hacer este cambio.

–¿Tuviste miedo en algún momento?
-No. Fui con mucha seguridad a pesar de que fui sola. Los médicos y toda la gente que me atendió me dieron mucha seguridad y también pensar que fue algo que siempre quise.
–¿Y qué sentiste al ver el resultado de la operación? ¿Viste a esa Luciana con la que soñabas?
-Me costó mirarme por primera vez después de la operación. No quería cruzarme con ningún espejo. Fue difícil, pero recién cuando llegué a Buenos Aires pude verme. Al principio me costó. Además, tenía que tener mis curaciones, masajes y todo lo que requiere un post operatorio, pero no lo hacía frente al espejo.
–¿Qué fue lo que más te costó del post operatorio?
-Los primeros días estuve con drenajes, y fueron difícil los dos días después de la operación. Sentía mucho dolor, pero pude sola. Al tercer día ya me sacan los drenajes y ya estaba un poco más tranquila. Y así fui poco a poco. Cuesta, costó pero acá estoy después de tres semanas y me siento bastante bien. Comencé este proceso sola y creo que va a continuar así.
¿Qué te dijo tu mamá cuando le contaste que ibas a operarte?
-Mamá es la que más se preocupa, siempre está con miedo. Me dijo: «Fijate, capaz que no hace falta porque la gente te acepta así. Te quiere así». Obviamente lo dice desde su lugar de madre y la entiendo. Pero siempre quise ir por más, y todavía queda una de las operaciones más importantes, que la pienso llevar adelante. Seguramente va a costar pero lo quiero hacer como sea, porque sería conseguir mi transición completa.

El siguiente objetivo de Luciana Martínez en su transición
-¿Qué falta para esa segunda operación?
-Estoy esperando que aparezca mi obra social… lo que pasa es que yo trabajaba para el Estado y al no estar activa, trabajando en el sur, me cortaron todos los haberes. Entonces tengo que volver al sur y poner todo al día, cosa que hoy día me está costando porque sigo con la agenda llena de cosas, trabajando acá en Buenos Aires. Si no puedo de esa manera, lo haré por mis propios medios.
-Vos tuviste la oportunidad de contar tu historia en el reality más visto del país y a raíz de eso pudiste operarte, pero no todas las mujeres trans tienen esa ventana. ¿Qué les decís a ellas?
-Que no se detengan nunca. Que busquen cualquier puerta, que no tienen que sufrir por nada, ni por el qué dirán. Que no tengan más vergüenza de lo que son, porque la ayuda siempre aparece. Y que tampoco busquen el camino fácil. Algunas personas que conozco, que fueron mis alumnas, me dicen: «No estoy pudiendo», «intenté con una prepaga y no se me da», «ya no aguanto más», y salen a la calle. Así que les digo que no tomen ese camino, porque la ayuda siempre está. Siempre digo que hay ángeles, vivimos con personas o nos rodean personas buenas. Y con trabajo y sudor se puede.

-¿Quiénes fueron tus ángeles?
-Muchas personas, pero sobre todo mis amigos, que son mis hermanos. En la casa también está Tato, está Luz, que son personas que me aceptaron pese a todo. Y Gran Hermano que me abrió esa puerta.
–También estabas con el tema del cambio de genero e identidad en el DNI, ¿no?
-Estoy en eso. No se puede lograr el tema del apellido, porque yo no quiero llevar el apellido de mi papá, pero es algo que me parece que va a quedar en registro.
Del dedo señalador de su familia a la mayor lección de vida
-Durante 10 años llevaste una doble vida. Tu familia recién se enteró que eras Luciana cuando entraste a Gran Hermano, ¿qué fue lo más difícil?
-Lo más difícil fue llevar esa mentira, les estaba mintiendo, sobre todo a mi mamá, que no se lo merecía. Esconder la mochila detrás del parque de casa con la ropa de Luciana y salir a cualquier hora para tomar un colectivo, viajar dos horas y, bueno, ser allá feliz, lejos.
-Era tu forma de poder vivir lo que tanto querías. Irte lejos.
-Claro. Me encontraba en otra ciudad donde nadie me conocía. Si me cruzaba a alguien del pueblo, de mi ciudad, cruzaba de vereda. Me llenaba de felicidad pero fue difícil. Por lo menos me olvidaba de todo lo que venía pasando siendo Jorge.

-¿De qué cosas?
-De la frustración, los miedos. El ser Luciana me empoderó muchísimo y es lo que más me hacía bien. Me sanaba no solo en ese proceso de la transición, de mostrarme diferente físicamente. Me ayudaba también a olvidarme de problemas familiares. No la tuve fácil… tuve a dos hermanos presos y pasé momentos complicados en lo personal. Pero creo que tenía que pasar por eso para aprender.
–Nos habías contado que hubo una madrugada que te marcó para siempre. Tu familia descubrió que Jorge también era Luciana.
-Sí, aunque en ese momento no me vieron como Luciana, sí encontraron la mochila que estaba detrás del parque con la ropa. Ahí me sentí un poco obligada a dar explicaciones. A contar por qué, cómo y cuándo. Llegaron a pensar que estaba en algo malo, algo turbio. Pero sólo les quería decir: «Soy esto también». Y sus palabras en ese momento fueron: «Lo podés ser pero vas a tener que irte, cambiar de ciudad». Por el que dirán me planteaban que me fuera, y yo no quería eso.
-¿Cómo seguiste adelante con la idea de ser Luciana teniendo a todos en contra?
-Fue algo muy feo, muy horrible. Pensé que la que estaba fallando era yo, y cuando crecés te das cuenta que no. Que los que tenían que cambiar en ese momento la mentalidad y su pensamiento eran ellos. Fue difícil para mí. Conté que me quise ir de este mundo. Esa fue una madrugada difícil, porque fue de mucha exposición y sobre todo de sentir vergüenza. Cosa que no tiene que pasar más, no tenemos que pasar más. Nadie se merece pasar por eso.
-¿Cómo te sentís hoy al ver que lograste uno de tus grandes objetivos para tu transición definitiva como Luciana?
-Me siento realizada y orgullosa, porque no sólo pude ser feliz yo, sino también hacerlo por otras personas que pasaron por el mismo proceso. Y que hoy en día me ven en la calle o me escriben en mis redes sociales y me agradecen. Creo que es uno de mis logros después de pasar por la casa de Gran Hermano.

-¿Por qué cosas te agradecen?
-Me agradecen no sólo por mi valentía, también por mostrar con respeto lo que es el colectivo. Eso me llena de orgullo, porque si bien entré ahí por mí, también estaba luchando y jugando por todas ellas. Al mostrar un poco de mi transición, dejé ver lo que sufrimos, lo que padecemos, el bullying, y todas las situaciones a las que estamos sometidas las mujeres trans. Pasar por momentos en los que se rían de vos, o que hablen por detrás, el lidiar con el qué dirán, y todo lo que sucedió con mi participación en el reality, esos tres o cuatro meses que estuve.
Luciana Martínez: «Siempre me gustó lo artístico»
-En tu adolescencia comenzaste a llevar una doble vida, ¿cuándo comenzaste a sentirte como Luciana?
-Ya desde la época del jardín. Tenía cinco años y ya había conocido la danza y todo ese mundo, entonces pensaba: «¿Qué me está pasando?», porque no me sentía Jorge, y ya me gustaban los nenes. Además, siempre me gustó lo artístico. A mí la televisión me encanta, siempre me atrajo y creo que nunca me di un freno y cuando lo hice no me arrepentí.
-¿Qué le decís a esa chica que soñó tanto con el momento que vivís hoy?
-Que ya no más miedo, ya no más tristeza, ya no más esconderse. Quizás tenía que tomar toda esta espera o todo el tiempo del mundo, pero creo que las cosas suceden por algo. Y si me tardé tanto, también fue por algún motivo. Al final, el resultado es la recompensa.

-¿Con que soñás ahora?
-Con que venga pronto la segunda operación, con que se me abran muchas puertas en el ambiente no solo en lo artístico, estoy abierta a nuevas oportunidades. Estoy dispuesta a estudiar, a aprender, y mi meta no es quedarme solo con Gran Hermano, sino ir por más.
Fotos: Chris Beliera.
Video: Ramiro Palais.
Edición de video: Rocío Bustos.
Retoque y diseño de portada: Darío Alvarellos.
Maquillaje y pelo: @daniel_maquillador y @nachomakeup
Looks: @pablosuarezokk