«Es un país que no existe, pero yo lo conocí», asegura el argentino Maximiliano Bagliet en sus redes sociales. El rosarino que ya recorrió 77 países visitó Transnistria, el territorio oficialmente conocido como la República Moldava de Pridnestrovia.
Se encuentra ubicado dentro de Moldavia, entre el río Dniéster —que en su momento fue parte de la antigua República Socialista Soviética de Moldavia— y la frontera oriental con Ucrania. Sin embargo, no figura en mapas oficiales.
Esta pequeña región formó parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) desde 1940 hasta su disolución, a principios de 1990. Ese año se autoproclamó independiente de Moldavia. Sin embargo, a más de tres décadas, su reconocimiento internacional como Estado autónomo es limitado.
«Transnistria es el único rincón del planeta donde la Unión Soviética todavía no ha caído. Todas las calles hacen referencia a líderes de Unión Soviética, muchos de la Revolución Rusa», relata Bagliet en diálogo con Clarín.

El objetivo principal del rosarino era conocer Ucrania. «Siempre me interesó conocer Moldavia y aproveché el viaje para ir ahí también. Pero me terminé quedando más tiempo en Transnistria. Estuve una semana«, reflexiona.
«Ingresé por Rumanía, por una ciudad que se llama Iași y ahí crucé caminando la frontera de Moldavia. Hice dedo hasta la ciudad de Chisinau y tomé un bondi a la capital de Transnistria, Tiraspol», cuenta sobre su travesía.

Aunque ni siquiera Rusia lo reconoce como un territorio independiente, el argentino reconoce que «es el lugar con más estatuas de Lenin por metro cuadrado de todo el planeta y donde las calles Karl Marx y Lenin forman una esquina casi cómica».
En cuanto al idioma de la región, señala: «En Transnistria se habla ruso, con lo cual el moldavo no existe, hablan ruso 100%. Muy pocos hablan moldavo o rumano». Este territorio funciona de manera autónoma. Tal es así que Moldavia admite no tener control sobre esta región. Tienen su propia Constitución, gobierno, ejército, moneda y hasta pasaportes.
«No se puede pagar por banco ni por transferencia, no existe eso. Están completamente aislados del sistema de tarjetas de crédito internacional. Usan sistemas de pagos rusos. Pero podés ir con moneda de cualquier país y cambiás en las casas de cambio», detalla.

La influencia de Rusia es clara: las banderas del país con capital en Moscú se ven a menudo junto a las de Transnistria. «Todo te hace acordar a la Unión Soviética. De hecho, su bandera tiene el símbolo soviético», explica en referencia a la hoz y el martillo amarillo. Y agrega: «Hay autos del pasado, edificaciones del pasado y las vestimentas también son viejas. Las ciudades se sienten como estar en una ciudad de la URSS en los años 80«.
Además, comenta que hasta «los restaurantes replican menús de la época soviética«. Las mozas atienden con trajes particulares, de los que se utilizaban en aquel entonces, y el territorio está lleno de tanques, vehículos de la Segunda Guerra Mundial y de los 70, que están exhibidos como museo al aire libre, en plazas o en edificios históricos.

Finalmente, Bagliet subraya que Tiráspol, la capital de la autoproclamada República Moldava Pridnestroviana, es, en sus propias palabras, «una ciudad que se quedó en el pasado».