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miércoles, abril 16, 2025

La trinchera del asfalto: la Ruta 33 y un grito desde el olvido

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Marcelo Costa no es dirigente, ni puntero, ni militante. Es marmolero, vecino de América (Partido de Rivadavia), y padre de familia. Y en estos días su imagen recorrió el país desde un pozo. Literalmente.

Tendido dentro de un bache sobre la Ruta Nacional 33, con pintura blanca señalando los bordes del cráter y la palabra “pozo” al costado, Costa logró algo que parecía imposible: visibilizar una tragedia silenciosa que crece sobre el asfalto rajado de una de las rutas más importantes del país. La escena, publicada por Rivadavia Online y replicada en redes sociales, activó una indignación dormida en la comunidad local y regional.

La Ruta 33 es columna vertebral del corredor productivo entre Bahía Blanca y Rosario. Con 795 kilómetros de extensión, atraviesa zonas agrícolas estratégicas y conecta dos de los puertos más relevantes del país. Sin embargo, su deterioro, sobre todo en los tramos entre Fortín Olavarría, América, General Villegas y Rufino, ha llegado a un punto crítico.

“Los pozos son inmensos, de hasta dos metros de largo. Ya rompí llantas y hasta una rueda. Marqué los baches para que se vieran. Después me metí en uno. Ahí se viralizó todo”, contó Costa a este medio. Su acción, más simbólica que partidaria, se convirtió en el reflejo más crudo del estado de abandono.

Silencio oficial, voz vecinal

La situación no es nueva, pero sí se agravó en los últimos dos años. Los testimonios recogidos por Buenos Aires/12 coinciden: no hay mantenimiento, ni marcación, ni iluminación. Las banquinas están altas, el pasto supera el metro de altura, y los accidentes se multiplican. Productores rurales cortan maleza con sus propios recursos. “Hace dos años que está cada vez peor. Desde que asumió Milei no hay más obras. Cero mantenimiento”, se lamentó un distribuidor local, tras relatar cómo perdió cubiertas y sufrió roturas de camión.

Desde el gobierno nacional se comunicaron anuncios. En noviembre pasado, Vialidad Nacional informó la repavimentación de 97 kilómetros entre Villegas y Rufino y trabajos de bacheo en Cañada Seca. Pero en el terreno, los vecinos relatan otra escena. Una sin obreros ni máquinas.

En paralelo, se conoció esta semana que Corredores Viales S.A., la empresa estatal encargada de tramos claves como este, fue intervenida por el decreto 224 en el marco del proceso de privatización impulsado por el Ejecutivo. “Duplicaban tareas y generaban pérdidas”, justificó el Gobierno. Pero la decisión trajo más incertidumbre que soluciones.

Alegre: “No se puede jugar así con esta situación”

Ante el nuevo foco mediático, el intendente de General Villegas, Gilberto Alegre, volvió a alzar la voz. “Hicimos innumerables reclamos y no fueron escuchados. Ni ahora ni antes. No se puede jugar así con esta situación”, afirmó en diálogo con Buenos Aires/12.

Alegre señaló también el impacto productivo del deterioro. “Estamos en una zona cerealera clave. Una máquina cosecha 60 hectáreas por día y con este estado no sabés qué puede pasar con los camiones. El Estado debería invertir para mejorar la logística rural. Hoy está en ruinas”.

En enero, el diputado provincial radical Valentín Miranda había elevado una nota a Vialidad Nacional. El concejal libertario Gustavo Bories, en tanto, anunció en febrero que la empresa Edmacar ganó la licitación para obras en el tramo Trenque Lauquen–Villegas. Sin embargo, también reconoció que “el plan de privatización demandará tiempo” y que la Ruta 33 “recién hacia fin de año podría estar mejor”.

Demasiado tarde, para quienes transitan a diario.

Una herida abierta sobre el asfalto

La Ruta 33 no tiene peajes. Pero exige un costo: roturas, accidentes, muertes. No hay tramo entre Rivadavia y Rufino que no tenga su historia de desastre. En un día de lluvia, según vecinos, ocho autos reventaron cubiertas. Médicos, repartidores, camioneros, todos relatan lo mismo. El peligro está en cada metro.

Y mientras la obra pública nacional entra en fase de recorte, y las promesas se diluyen en comunicados, son los vecinos los que vuelven a poner el cuerpo. Literal.

“Yo no soy de ningún partido. Nadie de la política se me acercó. Pero si el gobierno nacional no hace nada, estaría bueno que se junten los intendentes y tapen con lo que sea, aunque sea brea. Que no haya más muertes”, pidió Costa. Su propuesta puede parecer sencilla. Pero, en un país en donde el abandono se normaliza, acostarse en un pozo se volvió la única forma de ser escuchado.


📷 Foto: Marcelo Costa dentro de un bache sobre la Ruta 33. “Uno se ríe porque no lo podés creer”.Fuente:
✍ Redacción Buenos Aires/12 – Página/12

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Redacción

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