La compra de Louisiana fue una de las operaciones más importantes de la historia de Estados Unidos. Ocurrió a comienzos del siglo XIX y cambió para siempre el mapa del país norteamericano.
La adquisición de esta región no solo significó la incorporación de cientos de kilómetros cuadrados, sino que además duplicó el tamaño de la joven nación que se había independizado en 1776.
En ese entonces, el territorio norteamericano estaba lejos de ser un bloque unificado. España, Inglaterra, Rusia y Francia controlaban diferentes regiones estratégicas, mientras que Estados Unidos apenas llevaba unas décadas de emancipación.
En ese contexto, la región de Louisiana se transformó en el centro de una negociación que marcaría un antes y un después en la historia del país.
Originalmente Louisiana estaba bajo el dominio francés. La región fue bautizada con ese nombre en honor al rey Luis XIV. El área abarcaba casi la totalidad de la cuenca del río Misisipi, desde los Grandes Lagos hasta el Golfo de México, y desde los Apalaches hasta las Montañas Rocosas.
En 1763, tras perder la Guerra de los Siete Años, Francia cedió el territorio a España. Sin embargo, en 1800 Napoleón Bonaparte logró recuperarlo con la intención de reforzar la presencia francesa en América del Norte.

Ese movimiento encendió las alarmas en Washington: la joven república temía que Francia limitara su acceso al río Misisipi, vital para el comercio y la expansión hacia el oeste. Para evitar esa amenaza, el presidente Thomas Jefferson envió a James Monroe y Robert Livingston a negociar en París.
Lo que parecía ser una gestión limitada terminó en una oportunidad inesperada. Para ese momento Napoleón enfrentaba los costos de sus guerras en Europa y las dificultades para sostener un imperio en dos continentes, por lo que decidió ofrecer Louisiana a Estados Unidos.
En 1803 se concretó la llamada “Compra de Louisiana”, que no solo eliminó la presencia francesa en la región, sino que también aseguró a la nación norteamericana un territorio que incluía los actuales estados de Arkansas, Iowa, Missouri, Kansas, Nebraska y Dakota del Sur, entre otros.

De esta manera, por motivos más estratégicos que económicos, Estados Unidos adquirió un espacio fundamental para su crecimiento y Napoleón se deshizo de una posesión imposible de sostener.
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados