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La vida de Anita O’Day, la mejor voz blanca del jazz: heroinómana, casi muere de una sobredosis y estuvo tres veces presa

Se cumple este 23 de noviembre un nuevo aniversario de la muerte de Anita O’Day (1919-2006), considerada la mejor voz blanca del jazz. Una artista con una vida problemática en la que no faltó una prolongada adicción a la heroína, una sobredosis en la que estuvo al borde la muerte, tres detenciones con cárcel incluida por tenencia de drogas, abortos clandestinos y dos matrimonios fallidos.

Trabajó con tres grandes orquestas, la de Gene Krupa, la de Woody Herman y la de Stan Kenton. Una artista de una enorme sensibilidad musical, talento escénico y personalidad avasallante. Precisamente, esa personalidad le permitió romper con los estereotipos femeninos. En sus comienzos se presentaba a cantar como una artista moderna de saco y pollera, lejos del glamour del vestido largo.

En 1941, en Chicago, el baterista Gene Krupa la contrató como vocalista por 40 dólares semanales aunque era una cantante relativamente desconocida. Ese mismo año consigue uno de los mayores éxitos para la Big Band de Krupa con Let Me Off Uptown y la revista Down Beat la designa “Nueva estrella del año”.

Grabó 49 discos, entre ellos This Is Anita (1955), Anita Sings The Most (1957), Anita O’Day Sings The Winners (1958), All The Sad Young Men (1961) y Anita O’Day and The Three Sounds (1962). Su último trabajo fue Indestructible, en 2006.

Llamada la “Jezabel del jazz”, Kruppa la definía como “una chica salvaje, pero nadie cantaba como ella”.

Los críticos juzgaban su voz como maravillosa, aunque no tuviese una belleza convencional, Una contralto ronca, pero de una enorme agilidad, “Su estilo con notas quebradas es similar al de un instrumento de viento y un sonido moderno y ronco”, señaló el prestigioso crítico Leonard Feather.

“No soy una cantante, soy una estilista. No soy una cantante, porque no tengo vibrato. Si quisiera tenerlo tengo que mover la cabeza para conseguirlo, por eso canto tantas notas… para que no se note que no tengo; así es cómo conseguí mi estilo”, confiaba la artista.

Su falta de vibrato tenía una explicación. Fue como consecuencia de que un médico le cortara accidentalmente “la campanilla” durante una amigdalectomía cuando Anita tenía siete años. Sin la campanilla es imposible sostener las notas.

“El rango dinámico de su voz es menor que el de cualquier cantante de jazz, pero tiene una enorme flexibilidad que le permite improvisar, deslizarse y moverse a través de la canción como la lengua de un gato que lame leche”, decía el escritor Charles Michener, en la revista Newsweek, en 1981.

Anita O'Day comenzó a hacerse famosa en la orquesta del baterista Gene Krupa.Anita O’Day comenzó a hacerse famosa en la orquesta del baterista Gene Krupa.

Anita O’Day fue una improvisadora inspirada, sólo comparable con Ella Fitzgerald, que por cierto fueron las únicas que hicieron una fluida transición desde el Swing (ambas comenzaron cantando en orquestas) al Bebop. Su mayor influencia fue Billie Holiday, “de quien tomó esa concisión y nitidez para cantar, sin ambigüedades”, como bien señala Haruki Murakami en su libro Retratos.

Tiempos de la Depresión

Anita Belle Colton nació en Kansas City, Missouri, el 18 de octubre de 1919. Sus padres se mudaron a Chicago y como muchos niños pobres durante la Gran Depresión tuvo que crecer de golpe para salir adelante. Una madre trabajadora y distante y un padre bebedor y mujeriego le dieron suficientes razones para salir con 14 años a ganarse la vida.

Ese camino lo encontró en las famosas maratones de baile; competiciones extenuantes de 24 horas donde se bailaba hasta el agotamiento. Lugares como Muskegon, Michigan y Kankakee, en Illinois no eran para una niña delicada. Fue en este mundo donde Anita creció y se hizo dura y sumamente práctica, “soy una chica de la calle” (como le gustaba autodefinirse).

A las maratones de baile habría que agregarle las caminatas benéficas. En una de estas peregrinaciones estuvo encadenada a una compañera durante nueve días. “Nos llegaron a dar de comer hasta siete veces al día”, recordaba divertida la artista en una entrevista y lo más curioso es que durante estas procesiones a veces cantaba por la noche para entretener a la gente y, quizás, juntar algunos centavos.

O’Day contaba orgullosa: “Dos mil trescientas veintiocho horas estuve de pie”. Por ese tiempo también se cambió su apellido de Colton a O’Day.

En una redada de Minoridad la atrapan e internan en el instituto Senn por ausentismo escolar, estuvo poco menos de un año en ese internado y al salir, con 16 años, comienza a frecuentar clubes de música en el Uptown, de Chicago, donde trabaja como bailarina en un coro, camarera y llega a cantante. En ese ámbito conoció al comediante Lord Buckley, quien la animó a estudiar las grabaciones de Billie Holiday, Mildred Bailey y Ella Fitzgerald y ese fue el comienzo.

En cuanto tomó confianza, se convirtió en una de las atracciones de la noche en esa zona de Chicago; en 1940, con 20 años, cantaba temas populares siempre con ese swing jazzístico que impregnaba toda la música. Hasta que la escuchó el baterista Gene Krupa y la convocó a su Big Band.

Anita O'Day, en una rara foto, al frente de un trío de jazz. Anita O’Day, en una rara foto, al frente de un trío de jazz.

Debutó con la orquesta el 14 de febrero de 1941, Día de San Valentín, en la Universidad de Michigan; sólo cantó Georgia On My Mind, suficiente para dejar a la audiencia impactada por su particular estilo. Krupa reconoció su talento y la llevó directamente al estudio de grabación. Con esta orquesta, O’Day grabó 34 temas y suficientes éxitos para ser considerada como una de las voces más interesantes de esa época.

Anita O’Day impuso su estilo a pesar de las convenciones. Su falta de vibrato la obligaba a trabajar de manera diferente los fraseos al tiempo que se convirtió en una improvisadora vocal de una creatividad poderosa. El crítico George Simon comentaba: “Sus interpretaciones de Georgia On My Mind, Murder y Green Eyes son incomparables. Su voz cuando improvisa cobra un ritmo contagioso que se puede comparar con un instrumento de viento”.

Por su parte, el compositor Johnny Mandel opinaba: “Es una artista única y hay muy pocas como ella en este mundo. Nadie cantaba así antes, pero muchos están intentando imitarla ahora”.

Comienzan los problemas y la carrera solista

Krupa cae preso en 1943 por tenencia de marihuana y la big band se desarma. Anita se va a la orquesta de Woody Herman, con quien estuvo poco tiempo, para pasar a la de Stan Kenton, una big band que tenía un enfoque diferente y un verdadero desafío para la artista que tuvo un éxito inmediato. En 1945 se aleja de la orquesta y la reemplaza June Christy, vocalista que copió su forma de cantar.

Anita O'Day grabó 49 discos. Es una leyenda del jazz. Anita O’Day grabó 49 discos. Es una leyenda del jazz.

Decide por esa época hacer su carrera solista y graba algunas canciones para el sello Capitol. En 1945, Krupa, recién salido de la prisión, rearma su orquesta y llama a O’Day que vuelve a la orquesta para estar casi un año. Ese año, la revista Down Beat la consagra como Mejor Cantante Femenina de Orquesta y 22 críticos de música la votan como Nueva Estrella en la revista Esquire.

Por fin, comienza a trabajar en su propia carrera. O’Day como solista quiere ganar popularidad sin perder su imagen de cantante de jazz y graba varios temas, entre ellos, una versión muy personal de Malagueña y otra, impecable de How High The Moon. Todo iba bien,

Hasta que en 1948, una redada policial en Los Ángeles la detiene a ella y su esposo, Carl Hoff, por tenencia de marihuana y los condenan a 45 días de cárcel, tiempo que aprovecha para divorciarse de su marido y consolidar su reputación como la “Jezabel del jazz”. Antes se había casado con el músico Don Carter, de quien se había divorciado al año de estar juntos.

En septiembre de 1948 cumple su sueño de cantar con la orquesta de Count Basie, en el Royal Roost, de Nueva York, en una noche en donde se presenta el famoso noneto de Miles Davis. Ya estaba jugando en primera división.

Entre 1952 y 1962 grabó 17 álbumes para los sellos Norgran y Verve, de Norman Granz. Una constante en la vida de Anita es comenzar con el pie derecho y su primer disco de esta época, Anita O’Day Sings Jazz (1952) se convierte en un éxito de ventas y popularidad.

Al año siguiente vuelve a ser detenida por consumo de marihuana y nuevamente termina en la cárcel por 90 días que se convierten en 45 por buena conducta. Es por esta época que se introduce en el mundo de la heroína, del que saldría muy mal herida,

El 6 de julio de 1958, en el Festival de Jazz de Newport, Anita entra en la «Historia del Jazz» con una actuación memorable; entre los temas que interpretó estaban Sweet Georgia Brown y Tea For Two, que quedaron registrados, por suerte, en la película de Bert Stern, Jazz On A Summer Day. Aquí, se convirtió en leyenda.

Adicción, sobredosis y rehabilitación

Su sinceridad era por momentos alarmante. En una entrevista con Los Angeles Times contó: “El tema de las drogas siempre estuvo ahí. Me mantuve entrando y saliendo de problemas durante años; me costó un par de bonitas casas, el Jaguar, mi autoestima… todo. Me arrestaron las dos primeras veces por tenencia de marihuana, pero eran delitos menores. Pero la tercera, me agarraron con heroína.

“Fue una acusación injusta, un músico me tendió una trampa. Conseguía evitar problemas delatando a otros. Me metieron en la cárcel seis meses, ya me había ganado una mala fama y pensé al salir seguiré con el juego”.

En 1966 casi muere por una sobredosis. Cuando se recuperó y se sintió con la fuerza necesaria viajó a Hawai para rehabilitarse, pero cambió tiro por puñalada y se enganchó al alcohol.

Precisamente, en su autobiografía High Times, Hard Times (1981) escrita con George Eells, con una sinceridad que por momentos estremece, habla de su vida sin tapujos ni con convenientes olvidos y en la que cuenta con detalle su sobredosis de heroína y su adicción durante catorce años.

Tuve que usar los guantes de noche (hasta arriba del codo), que ya estaban pasados de moda, para tapar las marcas de la aguja en mis brazos”, confiesa y donde también habla de sus abortos clandestinos y ese empuje que la distinguió en un mundo de hombres.

Anita O'Day tuvo una vida repleta de problemas, encarcelamientos y adicciones. Anita O’Day tuvo una vida repleta de problemas, encarcelamientos y adicciones.

Necesitó cuatro años para volver a los escenarios y su regreso fue con una actuación deslumbrante en el Festival de Jazz de Berlín, en 1970. Reanuda sus actuaciones en vivo y graba varios discos, además de su atrapante autobiografía que una vez finalizada le provocó una crisis nerviosa que le impidió cumplir con la gira promocional prevista.

En 1991 se presenta en el Carnegie Hall para celebrar sus 50 años en el espectáculo y al poco tiempo decide mudarse a una caravana en Hemet, un pequeño pueblo desértico en el valle de San Jacinto, en Baja California.

“A diferencia de la heroína que le permitió cumplir con sus obligaciones profesionales, el alcohol le creó una fama de difícil e impredecible”, explica Lara Pellegrinelli, en una larga entrevista para la revista Jazziz, de diciembre de 2002.

En 1996, borracha se cae de la escalera de la caravana y se rompe un brazo. Víctima de un diagnóstico erróneo la trasladaron del hospital a un hogar de ancianos y se pierde toda pista de ella durante diez días. La encuentra su manager Alan Eichler al borde la muerte; completamente sedada y sin fisioterapia, lo cual le produjo un problema crónico en su brazo derecho. La rehabilitación fue larga y dolorosa. Tenía en ese momento 77 años.

En noviembre de 2006, Robbie Cavolina, su último representante, la llevó al hospital para que terminara de recuperarse de una neumonía ya que tenía síntomas de un progresivo alzheimer y no convenía dejarla sola. El 21 de ese mes pidió regresar a su casa, falleció dos días después de un infarto mientras dormía. Tenía 87 años.

Redacción

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