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sábado, agosto 2, 2025

La villeguense Noelia Sánchez, Bióloga, es parte de la expedición del Conicet que fue noticia por los recientes hallazgos en el fondo del mar

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La joven profesional, tiene 37 años, es Bióloga, y su especialidad es la malacología; la rama de la zoología que se dedica al estudio de los moluscos. Estos animales, que incluyen caracoles, almejas, pulpos y calamares, son el segundo filo más diverso del reino animal después de los artrópodos. 

Sus estudios secundarios los realizó en el Colegio nacional de General Villegas y luego emigró a la ciudad de La Plata donde estudió la carrera, con la que alcanzó todos los niveles de la misma.

Noelia Carolina Sánchez es hija de Santos Sánchez y Silvia Estabulari.

Su trayectoria desde el egreso hasta el presente, que se encuentra en las filas del Conicet con una beca desde hace aproximadamente cinco años, la ubicaron, luego de una minuciosa selección de la que quedaron 25 biólogos argentinos, a bordo del buque Falkor, el que se encuentra navegando a unos 300 kilómetros de la costa argentina, estudiando un cañón submarino de Mar del Plata ubicado a 3.900 metros de profundidad.

El mérito de esta expedición científica del Conicet es que a más de 3.000 metros de profundidad, en el corazón del Atlántico Sur, logró lo que hasta hace poco parecía imposible: mostrar en tiempo real la vida en el fondo del mar argentino. Reveló por primera vez escenas inéditas del Cañón Submarino de Mar del Plata, un territorio submarino ubicado frente a la provincia de Buenos Aires, en una zona de alta biodiversidad entre las corrientes de Brasil y Malvinas.

La misión comenzó en los primeros días de julio con un equipo de más de 30 científicos de distintas provincias, en su mayoría pertenecientes al Conicet, e incluyó representantes del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” (MACN-CONICET), el Instituto de Biología de Organismos Marinos (IBIOMAR-CONICET), el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMYC-CONICET), entre otros centros. Allí, formando parte de ellos, se encuentra la villeguense.

La campaña constituye una continuidad de las expediciones Talud I, II y III, realizadas en 2012 y 2013, pero esta vez con una diferencia central: el uso del ROV SuBastian, un vehículo operado remotamente que permitió captar imágenes en alta resolución sin perturbar los ecosistemas.

Desde que comenzaron las transmisiones en vivo en el canal de YouTube del Schmidt Ocean Institute, miles de personas se conectan a diario para seguir las inmersiones. Cada noche, el ROV desciende más allá de los 3.000 metros y expone escenas nunca antes registradas en esta región del océano.

Corales de aguas frías, crustáceos, peces abisales y estrellas de mar aparecen en pantalla ante la mirada atónita de una audiencia que, incluso, bautizó a algunas de las especies observadas. Una Benthodytes violeta fue llamada “Batatita” y un curioso equinodermo, “la estrella culona”, reflejando el impacto cultural inesperado de la iniciativa.

Pero más allá de la reacción en redes, las imágenes obtenidas marcan un punto de inflexión en la investigación científica local. Según explicó el biólogo Martín Brogger, investigador del Conicet y miembro del equipo embarcado, esta campaña representa “un salto científico y tecnológico en el estudio de los fondos oceánicos profundos”.

La herramienta tecnológica no sólo permite observar fauna en tiempo real, sino que también posibilita recolectar muestras para análisis posteriores, construir modelos 3D de las especies y generar contenido educativo para escuelas, museos y clubes de ciencia.

El ambiente explorado es una región poco conocida del talud continental argentino, donde se cruzan las aguas cálidas del norte y las frías del sur. Esa intersección crea un entorno singular, rico en biodiversidad, con ecosistemas y especies que aún no han sido descritos.

Durante la campaña se relevaron estaciones de muestreo a profundidades de hasta 3.900 metros, donde los científicos investigaron desde la dinámica de sedimentos y procesos reproductivos, hasta el ADN ambiental y la presencia de carbono azul.

El impacto humano también fue evidente. En paralelo a la belleza de los organismos, las cámaras registraron residuos humanos a más de mil metros de profundidad. Bolsas plásticas, redes de pesca y fragmentos de basura aparecieron entre los corales. “Esto confirma que el impacto humano llega a los ambientes más remotos y vulnerables del océano”, advirtió Brogger.

La basura detectada no sólo representa una amenaza visual, sino que puede alterar los hábitats, dañar especies de crecimiento lento y comprometer estructuras fundamentales como esponjas y corales.

Entre los momentos destacados de la expedición, uno quedó grabado en la memoria del equipo: el investigador Mariano Martínez, desde el Falkor, vio por primera vez en vivo una especie que había descrito en 2014. “Fue un momento emocionante”, relató más tarde la directora del IBIOMAR, Soledad Leonardi, quien también participa del proyecto. “Es un orgullo que nuestros investigadores lideren una expedición tan importante”, sostuvo.

El esfuerzo, sin embargo, ocurre en un contexto de dificultades. Según Leonardi, la campaña se desarrolló “en un momento de fuerte ajuste presupuestario”. Pese a eso, el equipo logró articular cooperación internacional, optimizar recursos y mantener el compromiso con la investigación.

Además del trabajo científico, la expedición Talud IV se pensó como una plataforma de divulgación. Se programaron transmisiones abiertas, encuentros con escuelas y publicación de datos en repositorios de acceso abierto como CONICET DigitalOBIS y GenBank.

En palabras de Brogger, “hay una gran necesidad de conectar con la ciencia”, y las imágenes de las profundidades parecen haber cumplido esa meta, generando asombro y conciencia a partes iguales.

La campaña continuará hasta principios de agosto. Mientras tanto, las transmisiones en vivo siguen revelando las profundidades de un mar que, aunque cercano, permanecía hasta ahora fuera del alcance de los ojos humanos. Un cañón submarino que, de pronto, se volvió parte del imaginario colectivo gracias a una misión científica que logró combinar tecnología, investigación y participación social en tiempo real, detalló Infobae en su reciente publicación sobre este acontecimiento.

Redacción

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