“El gran cuaderno nació de dos deseos:”, dice la escritora Ana Navajas, “hacer cosas con amigos unidos por el amor a la literatura, casi como una excusa para tener más espacios de encuentro, y recuperar algo que nos gustaba tanto como lo eran las revistas en papel y que prácticamente dejaron de existir”.
Paulo Neo es el editor de revista Ligeia. Foto: gentileza.El primer número de El gran cuaderno se publicó en noviembre del 2022. “Cuando empezamos a pensar el proyecto,”, dice Navajas, “en Argentina circulaban pocas revistas literarias en papel, estaban Orsai y Aguinaldo, por ejemplo”. Se refiere a medios pequeños, sin cobertura nacional como la que tiene revista Ñ, editada por el grupo Clarín y que llega a los kioscos de todas las provincias argentinas. Lejos de esa presencia, un puñado de medios autogestivos se va haciendo espacio.
El contenido editorial de El gran cuaderno está a su cargo y al de las escritoras Natalia Rozemblum y Adriana Rivas. Además, Santiago Goria se hace cargo del diseño –cada una de las siete tapas se basa en un color y una figura geométrica– con el objetivo de que las revistas se conviertan en objeto de colección. Desde el primer número se propusieron generar “un balance interesante entre autores consagrados e inéditos” dice Navajas, y publicar una mezcla de géneros –cuento, poesía, ensayo– y de nacionalidades dentro de la frontera latinoamericana.
En El gran cuaderno ya publicaron sus trabajos la fotógrafa Nora Lezano, la ilustradora Isol Misenta, los escritores Federico Falco, Martín Kohan, Juan Villoro. Incluso el esquivo Cesar Aira participó con un texto en El gran cuaderno número tres. ¿Qué creen que falta en la producción artística y cultural de hoy? Navajas responde: “Falta, sin duda, una mayor llegada de lo que se produce en el resto de América Latina”.
Inquietud latinoamericana
En 2023, el panorama empezó a cambiar: varias pequeñas revistas culturales nuevas surgieron en Buenos Aires. Una de ellas con la misma inquietud latinoamericanista: revista Ligeia.
Paulo Neo, su editor, cuenta que les interesa darle más difusión a lo que se está haciendo en por ejemplo México, Colombia y Chile, que, para ellos, no tiene un peso enorme acá. Ligeia –en honor al cuento homónimo de Poe, autor del que Neo se confiesa fan absoluto– publica reseñas, ensayos, crónicas, cuentos y poesía.
Cada tapa la ilustra el collage de un artista distinto, una técnica que también aplica la revista para diagramar su contenido y generar significados a través de la unión de las diferencias. Hace poco lanzaron una nueva convocatoria porque están preparando su sexto número.
Cualquier persona mayor de edad, que respete el formato y la extensión estipulado por la revista, puede participar. Esto también abre el paso para que nuevos debates y voces se den a conocer. “En nuestro país, las revistas literarias cumplieron esa función desde por lo menos fines del siglo XIX. Muchos de los escritores que hoy consideramos imprescindibles para nuestro canon”, dice Delfina Jaureguialzo, editora de Revista Las Olas, “publicaron sus primeros trabajos en revistas”.
Agrega: “Lamentablemente fuimos perdiendo esa tradición y ya no quedan muchas revistas que publiquen literatura”. La tradición de la que habla puede remontarse hasta la primera mitad del siglo XIX, a 1837 cuando Juan Bautista Alberdi y otros intelectuales del Salón Literario –la llamada Generación del 37– publicaron en Buenos Aires La Moda.
Gacetín semanal, de música, de poesía, de literatura, de costumbres. A principios de los años veinte del siglo pasado esta tradición se perpetuó en el surgimiento de revistas como Proa, Prisma y Martín Fierro que difundieron las ideas de las vanguardias históricas (nombre que se le dio a los movimientos artísticos de renovación como el Cubismo, el Surrealismo o el Dadaísmo), donde participaron con sus textos Jorge Luís Borges, Ricardo Güiraldes, Oliverio Girondo y Norah Lange.
El primer número de Las Olas se publicó en 2024, financiado por Mecenazgo (régimen de promoción cultural del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires 2023). “Para Las Olas hicimos un exhaustivo trabajo de investigación.”, recuerda.
“Buscamos revistas culturales de todo el país y de todas las épocas en librerías de usados, ferias y archivos digitales como Ahira. Revistas como Sur, Punto de Vista, PROA, El escarabajo de oro y otras menos conocidas pero igual de increíbles, nos sirvieron de inspiración no sólo desde el punto de visita editorial y literario sino también del diseño”.
El objetivo de Las Olas es publicar exclusivamente autores emergentes. En la primera convocatoria, recuerda, recibieron 300 textos. Para la segunda, fueron 600. Gracias a las convocatorias, ciertos nombres empiezan a circular en varios espacios.
Es el caso de Clementina Lopetegui, directora artística de Avenir, otra de las revistas surgidas en Buenos Aires en 2023, que fue una de las ganadoras de la convocatoria realizada en junio de este año por El gran cuaderno a propósito del festejo de su tercer aniversario y el armado de su octavo número.
Tanto Lopetegui como Irene Casado –la otra directora artística de Avenir– concibieron el proyecto como un canal para difundir obras de artistas emergentes y también hablar de la cultura de internet que jóvenes como ellas –de entre 20 y 25 años– consumen a diario.
El motor de las fiestas
Para financiar los costos de publicación, organizan fiestas. A esas fiestas van chicos y chicas, gorras de leopardo verde, dj ‘s. En esas fiestas hay gente posando en escenarios con contraste: tops de lentejuelas sobre paredes descascaradas, abrigos de piel respaldados por arcos de fútbol. La última fue en el Club Atlanta, pero también hicieron en el viejo Varela Varelita, el café antiguo adoptado por una parte de la juventud de Buenos Aires.
Ya tiene dos números publicados y una página web que va por su segunda versión. La primera incluyó – quizás a guisa de homenaje y agradecimiento por la inspiración– un manifiesto, inspirado de algún modo en el “Manifiesto de Martín Fierro” escrito por Girondo, publicado en la revista de vanguardia en su cuarto número, en 1924.
Todas estas revistas, además, apuestan por el papel –Ligeia es la única que tiene también una versión online–, y este es el único medio por el que los lectores pueden acceder al contenido.
“Sí o sí hay como una necesidad de pasar la revista de mano en mano, por eso es impresa, o de venir al festival a conseguirla, y cuando venís al festival también te llevás una lectura porque hay lecturas en vivo y hay música en vivo y hay ahí contacto”, dice Ramiro Díaz uno de los siete creadores de revista Gruñe, que presentó su primer número en mayo del 2024 en un festival organizado en Espacio Roseti por la zona del Abasto.
Ese año el grupo –que incluye también a Replicantes, una orquesta de improvisación– lo terminó felizmente con tres revistas impresas (con guiones, ilustraciones, reseñas y hasta textos inclasificables como “horoscopoesía”) y tres festivales llevados a buen puerto, entre cuyos invitados estuvieron la cantante y música argentina Liliana Herrero y el escritor Pablo Ramos, maestro de muchos de los que fundaron Gruñe.
“El festival es muy potente en ese sentido”, asegura Díaz, “viene mucha gente, y sucede eso, se crea una comunión, se crea una comunidad en donde nos damos cuenta de lo necesitados que estamos de escucharnos, sobre todo, más que de figurar uno. Y también salirse un poco de la lógica de la imagen para entrar más en la lógica del sonido”.
Quizás, de todas estas nuevas publicaciones que continúan el legado de las revistas culturales en Argentina, la más cercana a las revistas de las vanguardias históricas sea Los años 20, creada por Juan Álvarez Tolosa, Lucila Rivas y Leonardo Cardemil, lanzada a fines del 2024. “Los años 20 es entre otras cosas una revista que se propone pensar nuestra época (los años 20)”, dice la publicación que hicieron en su cuenta de Instagram a fines del año pasado, titulada “Declaración de intenciones”.
Continúa: “Alentando discusiones polémicas batallas y muy cada tanto algún acuerdo (como en los otros años 20)”. A su revista le pusieron Los años 20 porque quieren, además y por un lado, recuperar algo de ese espíritu donde la crítica, el humor y la ironía funcionaban a la par. A diferencia de sus coetáneas, solo buscan publicar ensayos, fotografías y pinturas de artistas que estén transitando la década de sus veinte años para repensar el arte y la cultura de esta época.
Durante el lanzamiento del número uno, la Galería del Este, entre Paraguay y Marcelo T. de Alvear, que desde la época que Borges iba a tomar café suele estar más bien deshabitada, volvió a llenarse de gente y música. A diferencia también de las otras revistas no hacen convocatorias sino que eligen a sus participantes.
Más allá de estas diferencias, Los años 20 también forma parte de esta expansión de revistas surgidas entre el 2022 y el 2024 en el país, decididas a (re)pensar y divulgar la cultura contemporánea.
Y enfatizar su rol crucial: “Me parece –dice Jaureguialzo de Las Olas– que una de las primeras cosas que tenemos que hacer es revertir esta idea que lamentablemente circula mucho últimamente de que la cultura no tiene ningún valor, ni social ni económico. Es exactamente al revés, y por eso hay que defenderla y reivindicarla siempre que sea posible”.

