Trabajo con Médicos Sin Fronteras (MSF) desde hace 10 años, seis de ellos dedicados a promover los derechos y las condiciones de vida de las personas migrantes. Soy representante de incidencia de MSF en América Latina, colombiana y desde hace pocos meses, también soy mamá.
Me identifico con muchas cosas más, pero en el marco de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, estas dimensiones profesionales y personales convergen con una intensidad particular.
En MSF a diario somos testigos de las consecuencias médico-humanitarias que enfrentan las personas en movimiento en sus propios países de origen, así como durante su tránsito. Si bien todas las personas migrantes se encuentran en situación de vulnerabilidad, el impacto es más profundo en mujeres, niñas y niños. Hasta finales de 2024, evidenciamos un aumento significativo de familias encabezadas por mujeres que viajaban solas o con menores, muchas de ellas en periodo de lactancia.
La lactancia es una etapa fundamental para la nutrición óptima, la protección inmunológica y la seguridad alimentaria de los y las bebés. Un bebé amamantado exclusivamente durante sus primeros seis meses tiene más probabilidades de sobrevivir que uno sin acceso a leche materna.
En situaciones de emergencia y desplazamiento, esta protección se vuelve aún más vital. Por este motivo es prioritario que las madres lactantes cuenten con servicios adaptados a sus necesidades de salud, culturales y económicas, teniendo en cuenta que los factores ambientales y nutricionales impactan en la salud del bebé.
Sin embargo, ¿qué ocurre con la lactancia en contextos de vulnerabilidad extrema como las rutas migratorias? Si bien el acceso a controles prenatales y posnatales son esenciales para garantizar la salud de un bebé, para muchas mujeres migrantes embarazadas, madres lactantes y recién nacidos, este período tan crucial se ve limitado.
Las condiciones precarias durante el viaje -que dificultan la higiene y privacidad-, la alimentación insuficiente e hidratación inadecuada para las madres -fundamentales para la producción de leche-, la ausencia de redes de apoyo y de contención emocional, el estrés crónico provocado por políticas migratorias restrictivas, las barreras culturales y lingüísticas y las carencias económicas, entre otras tantas circunstancias, no colaboran con la salud materna ni por supuesto, tampoco con la etapa de lactancia.
Existe un gran riesgo de abandono prematuro de la lactancia materna exclusiva y, para quienes necesitan complementar con fórmula, los altos costos pueden llevar a buscar alternativas no recomendadas para la alimentación infantil.
En MSF atendemos regularmente a bebés que luchan por su vida en condiciones adversas. La lactancia materna es una acción preventiva fundamental durante los primeros seis meses de vida, pues equipa al bebé frente a posibles enfermedades. Luego, si adquieren una enfermedad, es fundamental que tengan acceso a respuesta médica integral. Pero en condiciones hostiles de migración es difícil implementar tanto acciones preventivas como de respuesta médica.
La lactancia materna representa un derecho fundamental para madres migrantes y sus hijos e hijas. Esta práctica no solo salva vidas en contextos de movilidad, sino que fortalece el vínculo madre-hijo y preserva tradiciones culturales en medio del desarraigo forzado.
En este momento crítico de crisis de financiación humanitaria, desde MSF hacemos un llamado especial a la comunidad internacional, gobiernos y donantes, para que refuercen la atención médica a esta población particularmente vulnerable y generen espacios disponibles para que las personas puedan descansar dignamente.
Las madres lactantes migrantes y sus bebés necesitan urgentemente nuestra solidaridad y apoyo concreto; es crucial garantizar puntos seguros de lactancia en albergues y estaciones de paso, personal médico capacitado en salud materna, acceso a suplementos nutricionales y campañas que promuevan la lactancia en contextos de emergencia.
En el Artículo 24 de la Convención sobre los Derechos del Niño, se indica que los Estados deben adoptar medidas para asegurar que todos los sectores de la sociedad, y en particular los padres y los niños, conozcan los principios básicos de la salud y la nutrición de los niños, las ventajas de la lactancia materna, entre otros.
La lactancia materna puede ser, con frecuencia, el último refugio seguro para un bebé migrante. Garantizar las condiciones para que esta práctica vital sea posible es una cuestión humanitaria y un compromiso esencial con la dignidad humana.
Marisol Quiceno Valencia es Representante Regional de Incidencia de Médicos Sin Fronteras (MSF).