El reciente movimiento arancelario de Estados Unidos amenaza con sacudir por completo a la industria automotriz internacional. Sin embargo, hay fabricantes que ya buscan alternativas para mantenerse competitivos en el mercado norteamericano. México, gracias al T-MEC, se convierte en pieza central de esta estrategia. ¿Qué papel juegan marcas como BMW, Audi o Mercedes? Todo apunta a una reconfiguración del tablero.
Las automotrices alemanas ponen la mira en el T-MEC

El nuevo arancel del 25 % sobre vehículos importados en Estados Unidos, impulsado por la administración de Donald Trump, ya está vigente desde el 3 de abril. Ante este escenario, varias marcas alemanas como Volkswagen, Mercedes-Benz, Audi y BMW están dispuestas a ajustar su producción para cumplir con los lineamientos del T-MEC y así evitar la imposición de estos gravámenes.
La presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que ha mantenido conversaciones directas con altos ejecutivos de estas compañías. La intención es clara: comenzar a exportar desde México bajo el paraguas del tratado comercial entre México, Estados Unidos y Canadá. Esto permitiría mantener un arancel del 0 % para los vehículos producidos en plantas mexicanas que cumplan con el contenido regional requerido.
Para lograrlo, las armadoras necesitarán aumentar la proporción de piezas y procesos que ocurren dentro de América del Norte. Esto, en teoría, también beneficiaría a proveedores locales y fomentaría una mayor inversión industrial en territorio mexicano.
Efecto dominó: Recortes, pausas y despidos en respuesta a los aranceles

El impacto de los nuevos aranceles ya se hace sentir. Stellantis, dueña de marcas como Jeep y Chrysler, anunció la suspensión de operaciones en su planta de Toluca, donde se produce el Compass, y pausará también la producción en Ontario, Canadá. La medida afectará a unos 900 trabajadores, quienes serán suspendidos temporalmente.
Toyota también reaccionó con cautela: eliminó horas extra en su planta de Guanajuato, desde donde se exporta la Tacoma híbrida a Estados Unidos. En la misma línea, Honda analiza recortes similares para su planta del HR-V en el mismo estado.
Aunque no se prevén despidos adicionales por ahora, el temor crece. Estas plantas están rodeadas por decenas de proveedores cuya estabilidad depende directamente de la producción continua. Según líderes sindicales, entre 30 y 40 empresas locales pueden verse impactadas alrededor de cada planta.
Ford, por su parte, optó por una estrategia comercial más agresiva: descuentos masivos en sus concesionarios para mantener la demanda pese al aumento de costos que se avecina.
La preocupación de fondo: ¿Llegaron los aranceles para quedarse?
Más allá del corto plazo, analistas del sector como Daniel Roeska de Bernstein advierten que la amenaza arancelaria podría volverse permanente. Las reglas del juego han cambiado, y el comercio internacional de automóviles enfrenta una presión sin precedentes.
México busca acuerdos preferenciales no sólo para autos, sino también para sectores como el acero y el aluminio, en una carrera contrarreloj para evitar disrupciones mayores en la cadena de suministro.
Mientras tanto, las automotrices alemanas parecen haber encontrado un resquicio estratégico: adaptar sus operaciones al T-MEC no sólo las salva del golpe inmediato, sino que también les permite reforzar su presencia en una región clave. ¿Será suficiente para capear la tormenta que se avecina?