Fue una más de las 22 personas que el lunes 2 de diciembre entró a la casa de Gran hermano (a las 21.45, por Telefe). Costaba al principio descifrar quién era quién. Pero rápidamente su historia de vida la identificó, como se identificó ella hace 10 años cuando decidió vivir a escondidas de la mayoría como la mujer que se siente ser. Su documento dice que se llama Jorge, pero ella se presentó al casting del reality como Luciana. Al casting y a buena parte del país, porque el programa de Telefe es lo más visto, lejos, de cada día.
Esta santacruceña de 32 años perdió el lunes el mano a mano con Chiara (la hija del ex futbolista Alejandro Mancuso) y esa medianoche debió abandonar la casa, mientras su rival celebraba adentro y su gran amigo Tato (el uruguayo Santiago) lloraba desconsoladamente. Se iba una participante que, si bien no generaba contenido picante en el juego, parecía tener la chapa de candidata a finalista.
«No me esperaba salir, te lo confieso. Me sorprendió mucho, pero apenas me fui empecé a disfrutar un montón de todo esto, es como una locura hermosa, con mucho cariño de la gente y especialmente mucha aceptación«, asume ante Clarín del otro lado de la línea telefónica, a menos de 48 horas de haber salido.
«No reniego del Jorge que fui, pero pude mostrarme como la mujer que soy y ya siento menos fantasmas. Pensá que yo vivía como Luciana a escondidas, en casa era Jorge, un chico gay que intentaba ser feliz (dice que ni su madre sabía) , pero para ser quién finalmente soy debía refugiarme en mi soledad o en unos pocos, y siempre como con culpa. Sinceramente, entré a la casa con muchas mochilas«, reconoce.

-¿Ahora están todas vacías?
-No todas, pero sí más livianas. Esto es un proceso lento, pero ya está encaminado, me siento orgullosa del paso que me animé a dar.
Los gestos de su madre
-El día que entró tu madre en el ‘Congelados’ (la sección en la que ingresa un familiar y todos deben quedarse quietos y mudos) te dio un abrazo que, desde afuera, se sintió conmovedor. ¿Vos lo viviste así?
-Sí, fue terrible y hermoso. Lo necesitaba… no sabés cuánto. Pero te digo «terrible», porque yo no podía devolver ese abrazo. Las veces que soñé con abrazar así a mi mamá… Y el día que Santi (Del Moro) nos leyó la palabra que nos mandaba nuestra familia casi me muero. Mi vieja me mandó «Hija» y lloré sin parar por un largo rato.

-¿Qué sensaciones tenés con el Jorge que fuiste?
-De pura gratitud. Jor hizo lo mejor que pudo, soñó en silencio y casi todo lo que soñó lo pudo cumplir. Me acuerdo que cuando celebramos Año Nuevo en la casa e hicimos una suelta de globos yo le agradecí mucho a Jorge por su lucha, por sus convicciones y por dejarme ser Luciana. No tenés idea de los dolores que tenía en el cuerpo por el peso de esas mochilas de las que te hablaba.
En la casa, Luciana Martínez integraba el fuerte grupo de «El tridente», junto a Tato y Luz -a quienes imagina en el podio, junto a Sandra o Ulises-, y ya del otro lado de la puerta quiere combinar los beneficios de ser una ex GH, seguir dando clases de baile y «encontrar un lugar en el ambiente artístico». No es de las eliminadas que contentan «quiero ser panelista».

Ya afuera, todavía en estado de aislamiento (dando algunas notas y sin hablar aún con su gente), asegura que va a enfocarse seriamente en sus deseos y que va a soltar los prejuicios que todavía le quedan. «Quiero gozar de esta libertad que tanto me costó». No habla de la libertad post encierro, sino de la libertad de cuerpo y alma. Literalmente.