Una pesadilla que se repite sin cesar, cada dos o tres años, desde hace más de un lustro: 2018, 2021, 2023 y ahora 2025. Una amenaza invisible activada con las lluvias torrenciales, cada vez más frecuentes y devastadoras a galope de la emergencia climática. La magnitud del problema se explica en buena medida por la orografía de la comarca, con la sierra del Montsià (700 metros de altitud) a cinco kilómetros de núcleos poblados en el litoral, y por el urbanismo caótico e irresponsable del siglo pasado. Casas levantadas en medio de barrancos o cerca de zonas inundables.
La última barrancada, la de la tarde del domingo, no será la última. Desgraciadamente, tampoco será la última vez que los vecinos deberán lamentar graves destrozos en sus propiedades y revivirán escenas de pánico, con carreras para subir a plantas superiores después de ver como el agua les llegaba al pecho.
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La dana Alice deja por ahora un balance provisional de 19 heridos, ninguno de ellos de gravedad, y 30 personas rescatadas, algunas in extremis. No hay ninguna certeza, más bien todo lo contrario, de que las próximas inundaciones no se llevarán por delante alguna vida humana.

Godall, pueblo pegado al barranco de la Caldera, ha padecido daños en plantas bajas de muchas casas
Miquel Muñoz / Shooting
Los vecinos de los municipios del Montsià más afectados repetidamente por inundaciones originadas en el colapso de los numerosos barrancos que cruzan la comarca desde la sierra hasta el mar son quienes viven en varias de las urbanizaciones de Alcanar Platja y La Ràpita, construidas en medio del caos urbanístico de los años 60, 70 y 80. No son los únicos amenazados por la crisis climática y unas lluvias que ni los más viejos del lugar habían visto jamás.
Las inundaciones se suceden en el Montsià, 2021, 2023 y 2025, con estragos cerca de los barrancos
“Sí, siempre ha llovido, pero no había llovido nunca como ahora, de esta forma tan salvaje”, asegura Alexis Albiol, alcalde de Godall (Montsià). Los vecinos de este pueblo de alma rural, levantado desde tiempos inmemoriales junto al barranco de la Caldera, se levantaron ayer con el corazón en un puño. Decenas de casas con bajos y plantas inferiores azotadas por la barrancada que convirtió en un mar embravecido las calles y plazas del municipio.
Una veintena de coches arrastrados y destrozados por el agua de su barranco, cubierto y canalizado en unas obras (2014 y 2022) que parecían convertir todo el núcleo urbano en zona segura. Daños en la vía pública, con trozos de asfalto arrancados de cuajo, electrodomésticos y muebles como chatarra.

Las carreteras del Montsià han registrado cuantiosos destrozos
Miquel Muñoz / Shooting
Los vídeos escalofriantes de las barrancadas del domingo seguían corriendo al día siguiente como la pólvora entre los móviles de los vecinos, ante la mirada curiosa de los forasteros. El colapso súbito del barranco, en apenas un par de horas de lluvias torrenciales, sorprendió a una docena de vecinos en el bar de la plaza Major de Godall.
Primero se subieron a las mesas, pero cuando vieron que el agua subía más allá de su cintura temieron lo peor. “Nos vimos arrinconados dentro del bar, sin poder salir, con gente mayor. Lo único que piensas es cómo salvar a los demás”, relató Blanca Ballester, que regenta el bar desde hace ocho meses.
“Se tendrá que hablar de realojar personas y derribar inmuebles, ponemos en peligro la vida de las personas”
La solución que improvisaron, romper a golpes de extintor el tabique de una pared para acceder a una planta superior. Allí pudieron protegerse. “Estamos tristes, lo he perdido todo, pero es lo de menos. El pueblo ha aguantado, todos se han volcado, podría haber sido mucho peor: no tenemos que lamentar ninguna muerte”, añadió.
En la misma plaza de Godall, otra vecina, Natàlia Corbalan, vivió el aguacero desde su casa, en una planta superior, con su hijo pequeño. “Estábamos asustados solo en pensar con la gente mayor que vive en plantas bajas. La suerte es que había luz y cobertura y pudimos llamarnos entre todos”, recuerda. En pocos minutos empezó a bajar la riada, camino hacia el mar, pero dejando el rastro de destrucción a su paso.

El cámping dels Alfacs, en Alcanar Platja, ha sufrido nuevos daños a pesar de todas las obras realizadas para proteger la instalación
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Un par de niñas buscaba ayer a primera hora a los propietarios de un álbum con fotos de boda de color sepia. “Sabes de quién son?”, dicen. “Ni idea”, responde Juan José Ralda, de 78 años, achicando barro en la planta baja de casa, destrozada. “Toda la vida viviendo en Godall y nunca en la vida había visto algo igual”, cuenta con la mirada triste. “El agua nos llegó a la cintura y más tarde a 1,80 metros, ya lo teníamos todo a punto para subir al piso de arriba”.
Relatos e imágenes parecidos en las casas más afectadas de Alcanar Platja y la Ràpita, en urbanizaciones como Serramar o l’Estona, mal acostumbradas a autoprotegerse y autoevacuarse mucho antes de la instauración de las alertas de Protecció Civil en los móviles. “Mis hijos ya saben lo qué tienen que hacer, ¿pero si algún día yo no estoy? Con cada dana el mismo sufrimiento”, lamentaba una vecina ante Joan Roig, el alcalde de Alcanar.
Illa anuncia 10 millones en ayudas a Ayuntamientos y sectores afectados y 50 en créditos bonificados
El alcalde canareu habla con claridad de la necesidad de hacer actuaciones de calado para prevenir las inundaciones, afrontando la medida más traumática, el realojo de parte de los vecinos. Roig calcula que entre veinte y treinta casas estarían afectadas. “Se tendrá que hablar de realojar personas y derribar inmuebles, estamos poniendo en peligro la vida de las personas. Hemos de ir mucho más allá de las acciones reactivas, debemos ser valientes y empezar a hablar de expropiaciones”, sostiene, convencido y sereno, el alcalde de Alcanar.
El dato
2.427 llamadas
Ha recibido el teléfono de emergencias 112 desde el domingo relacionadas con las inundaciones, la mayoría en el Montsià y gran parte en el Baix Ebre
Otros alcaldes del Montsià piden también medidas estructurales para acabar con las inundaciones catastróficas. El Govern Illa se ha comprometido esta noche, desde el centro de mando avanzado de Tortosa a acelerar los trabajos de recuperación y compensar los daños públicos y privados, con muchas carreteras e infraestructuras afectados. “Activaremos todos los recursos que sean necesarios”, dijo el president. Illa urgió a su Govern a poner en marcha toda la maquinaria para activar ayudas, que se concretarán en el Consell Executiu del Govern de mañana: 10 millones en ayudas y subvenciones para los ayuntamientos y sectores afectados y 50 millones en créditos bonificados.
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Mientras tanto, trabajo incesante de Bombers y equipos de emergencias, junto a las brigadas de cada pueblo. Los especialistas hicieron inspecciones urgentes en los edificios más afectados para detectar daños estructurales: en cuatro de los inmuebles los vecinos no podrán regresar si no se hacen obras de rehabilitación. Realojos innegociables.