Barcelona
Las gaviotas de Barcelona ya aprendieron a robarle la comida a los turistas. Estamos en la plaza de la Gardunya, hace unos pocos días. Un ejemplar se lanza en picado hacia la paella que una visitante acaba de comprar en la Boqueria. Aquí mucha gente acostumbra a dar cuenta de los burritos, brochetas y demás platos para llevar que venden en el mercado. La secuencia de fotografías merecedora de un premio National Geographic que acompaña estos párrafos muestra cómo el animal se hace con un gambón y huye la mar de contenta. Con el susto, a la turista se le cayó su paella. Enseguida otras gaviotas apostadas se disputan la comida desparramada. Barrenderos municipales, trabajadores del mercado, camareros de las terrazas próximas y estudiantes de la escuela Massana confirman que estos asaltos son cada día más frecuentes.

La gaviota en cuestión se hace con un gambón de la turista
Mane Espinosa
Durante años las gaviotas de la Gardunya se alimentaron de lo que le echaban y sobre todo de lo que pillaban en las papeleras. Pero a principios del 2024 el Ayuntamiento las reemplazó por 17 unidades diseñadas para que estas aves no puedan introducir su pico. Ello las obligó a cambiar de estrategia. “¿Ve cómo se apostan en las cornisas?–dicen trabajadores del mercado– ahí esperan, luego vuelan sobre los turistas, a veces hasta se les cae la baba ¡y se lanzan en picado!”. “Y unas cuantas siempre están atentas para pillar lo que cae al suelo”. “Normalmente la gente se lleva un susto y poco más, porque no las ves venir. El otro día una chica se puso a llorar”. “Y una vez una se acurrucó para proteger su plato y se llevó un picotazo. Tuvieron que atenderla aquí…”.

La gaviota se marcha alegremente con su gambón
Mane Espinosa
Los barrenderos confirman que las gaviotas de la Gardunya son muy astutas. “Las papeleras son antigaviotas, pero son tan listas que saben aguardar a que suba el nivel de los desperdicios hasta arriba, y entonces sí que pueden picotear dentro –dicen con cierta admiración los encargados de la limpieza de la plaza–. A veces se posan en la papelera y cuando uno se acerca a tirar lo que sea se lo arrebatan en el último momento. Es que te sorprenden… También roban a los indigentes, atacan por parejas a las palomas, escarban en nuestros capazos, destripan las bolsas de basura que se quedan a un lado… pero sus objetivos principales son los turistas porque su plato preferido es el marisco ¡las cabezas de gambas! y las paellas del mercado llevan gambas…”.

A la turista se le cayó la paella, con el susto, y otras gaviotas dieron buena cuenta de los restos
Mane Espinosa
Joan Carles Senar, investigador del Museu de Ciències Naturals de Barcelona, explica que las gaviotas tienen un cerebro grande, que son una especie con tendencia a adaptarse a los diferentes medios con mucha rapidez, y que lo que aprende un ejemplar rápidamente lo imita el resto. Lo que ocurre es que la gran ciudad conforma un ecosistema en verdad desequilibrado, donde los resultados de estas adaptaciones no son siempre los más convenientes, ni para unos ni para otros… Sus excrementos también pueden transmitir enfermedades a las personas. “En su hábitat natural, como en las islas Medes, las gaviotas anidan entre las rocas, tan juntas que se dan muchos infanticidios, lo que les permite controlar su población. Además, allí se alimentan de los restos de los barcos de pesca. Aquí, en cambio, anidan en los tejados, donde tienen espacio de sobra y se multiplican a mayor velocidad. Encima en la gran ciudad comen cualquier cosa”.
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Los primeros nidos de gaviota barceloneses datan de los 80. “Entonces estimábamos una población de unos 50 individuos –agrega este investigador–. En el 2007 ya hablábamos de unos 2.000. Su crecimiento ha sido exponencial”. Otros estudios hacen proyecciones parecidas. El Ayuntamiento, sin embargo, no tiene ningún censo sobre la población barcelonesa. En todo caso fuentes municipales advierten que el Consistorio trata de frenar su crecimiento tal y como hace con las palomas, y que también intenta concienciar a la ciudadanía para que no alimente a estos animales. Son cuestiones de salud pública. Además, estas fuentes destacan que, a diferencia de las palomas, las gaviotas pueden mostrarse agresivas, y desaconsejan relacionarse con ellas. Además, recuerdan que las multas por dejar alimentos en el espacio público pueden alcanzar los 600 euros.