“Esta casa lleva mucho tiempo hundiéndose”, dice Erna. Hace 22 años, si salía, las ventanas le «llegaban al pecho”, añade. Desde entonces, se han hundido hasta las rodillas.
Erna vive en Yakarta, la capital de Indonesia, una de las ciudades que se hunde más rápido del mundo. Su casa se encuentra en una de las zonas más afectadas, al norte de la ciudad, y ahora está mucho más baja que la carretera. Se inunda cada vez que llueve mucho.
Esta mujer de 37 años creció aquí y recuerda el bullicioso puerto y la mezquita, que ya no existen y están permanentemente bajo el agua.
Las paredes de su casa, construida en la década de 1970, están agrietadas y en el interior se pueden ver gruesas capas de concreto añadidas al piso para intentar restaurarlo al nivel del suelo. Desde su construcción, a la casa se le han añadido capas de concreto unas diez veces.
Algunas habitaciones ahora tienen un metro más de concreto sobre el suelo original. Pero la casa sigue hundiéndose y Erna no tiene el dinero para mudarse.
Erna y su madre, Soni, han tenido que levantar el suelo de su casa muchas veces.
Esta es una de las decenas de regiones costeras que se hunden a un ritmo preocupante, según un estudio de la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU, por sus siglas en inglés) en Singapur.
El equipo estudió el hundimiento en 48 ciudades costeras y sus alrededores en Asia, África, Europa y América. Estos lugares son particularmente vulnerables a la combinación del aumento del nivel del mar, impulsado principalmente por el cambio climático, y el hundimiento del terreno.
Basándose en el estudio y en datos de población de las Naciones Unidas, la BBC estima que casi 76 millones de personas viven en zonas de estas ciudades que sufrieron hundimientos de al menos 1 cm al año entre 2014 y 2020.
El impacto en sus vidas puede ser enorme; por ejemplo, en Tianjin, en el noreste de China, 3.000 personas fueron evacuadas de edificios de apartamentos de gran altura en 2023, después que el hundimiento dejara grandes grietas en las calles cercanas.
Metrópolis como Ciudad de México, donde se observa un gran hundimiento, no fueron parte de este estudio, ya que no son ciudades costeras.
El noreste de CDMX experimenta un hundimiento de hasta 42,3 cm por año, según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México de 2022.
Las 48 áreas urbanas se muestran en este globo terráqueo. Los casos más extremos de hundimiento se observaron en Tianjin, China, que ha experimentado un rápido desarrollo industrial y de infraestructuras durante este siglo. Las zonas más afectadas de la ciudad se hundieron un promedio de 18,7 cm al año entre 2014 y 2020.
Selecciona una ciudad a continuación para ver cuánto se hunde. Un mapa mostrará en verde las zonas con mayor hundimiento de esa ciudad, junto con detalles de los factores que contribuyen al hundimiento.
La tasa de hundimiento se mide desde un punto de referencia en cada ciudad, que los científicos consideran más estable que otros. Puede leer más sobre la metodología al final de este artículo.
Los peligros del bombeo de aguas subterráneas
«El hundimiento es bastante común en muchas ciudades», afirma Cheryl Tay, investigadora principal del estudio de la NTU.
«Una de las causas más comunes es la extracción de aguas subterráneas», explica.
El agua subterránea se encuentra bajo la superficie terrestre, en grietas y espacios de arena, suelo y roca.
Constituye aproximadamente la mitad del agua que se utiliza con fines domésticos -incluida la potable- en todo el mundo. También es esencial para regar los cultivos.
Pero a medida que crecen las ciudades, las reservas de agua dulce se ven sometidas a presión. En algunos lugares, los hogares y las industrias perforan sus propios pozos y extraen demasiada agua, como en Yakarta.
Extraer cantidades excesivas de agua de esta forma durante largos periodos de tiempo comprime el suelo, lo que acaba provocando que la superficie -y todo lo construido sobre ella- se hunda.

«Muchas de las ciudades que se hunden se encuentran en Asia o en el sudeste asiático», afirma Tay. «Es probable que esto se deba a que allí la demanda de agua es mucho mayor, con poblaciones que crecen muy rápido y mucho desarrollo».
«Esto podría provocar un aumento de la extracción de aguas subterráneas, lo que significaría que las inundaciones serían más frecuentes, intensas y prolongadas en el futuro», añade, explicando que también podría producirse «una intrusión de agua salada que podría afectar a las tierras agrícolas y a la calidad del agua potable».
Algunos tipos de suelo se ven más afectados que otros, y Tay cree que los riesgos son especialmente graves para las numerosas ciudades costeras construidas en deltas bajos, donde los ríos se dividen antes de desembocar en el mar. Esto incluye lugares como Yakarta, Bangkok, Ciudad Ho Chi Minh y Shanghái.
Casi la mitad de Yakarta está por debajo del nivel del mar. Su ubicación en un terreno pantanoso, donde 13 ríos desembocan en el océano, la hace especialmente vulnerable.
La combinación del hundimiento de la tierra y la subida del nivel del mar acelera el «aumento relativo del nivel del mar», afirma Tay. «Hay dos componentes: la tierra que baja y el agua que sube».
Las inundaciones en Yakarta dejan distritos residenciales y comerciales bajo el agua
La agencia meteorológica de Indonesia ha declarado que “el ciclo de inundaciones, que solía ocurrir cada cinco años, podría volverse más frecuente” en Yakarta, ya que “la tendencia general de lluvias extremas está aumentando en Indonesia, en consonancia con el aumento de las temperaturas superficiales y las concentraciones de gases de efecto invernadero”.
Durante la última década, decenas de personas han muerto en inundaciones en la ciudad y al menos 280.000 han tenido que abandonar sus hogares hasta que el agua retrocedió.
Hay partes de Yakarta que están 4 metros por debajo respecto a lo que estaban en 1970. Por razones como esa, Indonesia decidió construir una nueva capital, Nusantara, en una isla diferente, Borneo, a más de 1.200 km de distancia.
Está más alejada de la costa y dependerá de una enorme represa y un embalse para almacenar agua de río y lluvia. El plan consiste en purificar y distribuir agua a todos los hogares y oficinas de la nueva capital, eliminando la necesidad de extraer agua subterránea.
Sin embargo, la nueva ciudad genera controversia y su desarrollo se ha ralentizado. Ha habido críticas sobre el costo de US$ 34.000 millones y su impacto ambiental en uno de los lugares con mayor biodiversidad del planeta.
Los edificios en Ebute Metta, Lagos, donde vive Rukkayat, se están hundiendo: la línea punteada muestra la posición original de la estructura resaltada.
Cinco de las ciudades estudiadas por la NTU se encuentran en África, incluyendo Lagos, en Nigeria. En 2024, las inundaciones afectaron a más de 275.000 personas allí.
Rukkayat, de 28 años, se mudó a Ebute Metta, al este de la ciudad, hace tres años en busca de trabajo y una vida mejor.
Pero solo podía permitirse alquilar una casa en una zona de hundimiento, una de las ubicaciones identificadas en el informe de la NTU.
“Es difícil vivir en un lugar donde se inunda fácilmente si llueve o hay tormentas”, dice. “Tengo que sacar agua del pasillo”.
Las paredes de la casa están agrietadas, el suelo húmedo y el techo tiene goteras, una situación común en zonas de hundimiento, según los expertos.
Tanto Lagos como Yakarta se enfrentan a una rápida urbanización y al crecimiento demográfico, y más de la mitad de la población no tiene acceso a agua corriente. En ciudades como estas, las personas y las industrias recurren al bombeo de aguas subterráneas, en zonas donde se suelen encontrar altos niveles de hundimiento.
De hecho, el bombeo de aguas subterráneas es una de las principales causas de hundimiento en la mitad de las 48 ciudades costeras identificadas por la NTU y analizadas por la BBC. Otras actividades humanas, como la construcción y la minería, también pueden tener un impacto.
Factores naturales como los movimientos tectónicos, los terremotos y la consolidación natural del suelo (en la que el suelo se compacta y se vuelve más denso con el tiempo), también pueden influir, pero algunos expertos creen que su impacto es menor que el de la actividad humana.
El efecto tazón
Muchas ciudades costeras se enfrentan a la combinación del hundimiento del terreno y la subida del nivel del mar, por lo que buscan soluciones que, en ocasiones, pueden agravar otros problemas.
Algunas, como Yakarta, Alejandría (Egipto) y Ho Chi Minh (Vietnam), han construido diques, muros y barreras de arena a lo largo de sus costas para intentar evitar las inundaciones causadas por el mar.

Se construyó un dique para impedir que el agua del mar inundara las viviendas del norte de Yakarta.

Alejandría ha construido rompeolas de hormigón para proteger la ciudad del mar
Pero a medida que los muros se hacen más altos y más grandes, se puede crear un «efecto tazón», explica el profesor Pietro Teatini, de la Universidad de Padua (Italia). Este efecto puede hacer que el agua de lluvia y de los ríos quede atrapada en ciertas zonas, e impedir que fluya de vuelta al mar. Esto puede contribuir a las inundaciones.
Por ello, para drenar el exceso de agua, Yakarta y Ciudad Ho Chi Minh se encuentran entre las ciudades que han construido estaciones de bombeo.
Sin embargo, esto no soluciona las causas del hundimiento ni de las inundaciones.
Cómo Tokio solucionó el problema
Cuando Tokio descubrió que partes de su ciudad se estaban hundiendo, adoptó un enfoque diferente y decidió abordar el problema de raíz.
El hundimiento se ralentizó significativamente en la década de 1970, después que Tokio impusiera estrictas regulaciones sobre el bombeo de aguas subterráneas.
También construyó un sistema de gestión del suministro de agua, que, según los científicos, es la forma más eficiente de detener el hundimiento.
El estudio de la NTU concluyó que hoy la ciudad es mucho más estable, aunque algunas pequeñas áreas se han hundido entre 0,01 y 2,4 cm por año entre 2014 y 2020.
Entonces, ¿cómo funciona el sistema de Tokio?
A pesar de la eficacia del sistema de Tokio, existe escepticismo sobre su aplicación generalizada, dados los elevados costes de construcción y mantenimiento, afirma el profesor Miguel Esteban, de la Universidad de Waseda (Japón).
Sin embargo, añade, algunas ciudades asiáticas aún consideran el enfoque de Tokio como modelo.
La capital de Taiwán, Taipéi, por ejemplo, redujo la extracción de aguas subterráneas en la década de 1970, lo que, a su vez, contribuyó a ralentizar sus tasas de hundimiento.

Otras ciudades como Houston, Bangkok y Londres, también regulan cuidadosamente el bombeo de aguas subterráneas.
Algunas ciudades han probado métodos diferentes. Shanghái, por ejemplo, ha aplicado la «inyección de agua, que funciona muy bien», afirma el profesor Teatini.
Inyectó agua purificada del río Yangtsé al subsuelo a través de pozos que anteriormente se utilizaban para extraer agua subterránea.
Otras, como Chongqing en China y San Salvador en El Salvador, han adoptado los principios de las ciudades esponja.
En lugar de utilizar simplemente hormigón no poroso y asfalto para pavimentos y otras áreas, una ciudad esponja utiliza superficies diseñadas para absorber el agua de forma natural, como tierra, césped y árboles. Se prioriza la construcción de parques, humedales y espacios verdes, junto con lagos y estanques para desviar y almacenar agua durante la temporada de lluvias.

El techo de este edificio en las afueras de Chongqing está diseñado para absorber agua y ayudar a controlar las fuertes lluvias

Un complejo residencial en Berlín ha sido diseñado con zonas para almacenar y absorber agua
Esto podría ofrecer una “solución más viable y sostenible: cuesta solo una décima parte que construir represas”, afirma el profesor Manoochehr Shirzaei, de la Universidad Tecnológica de Virginia.
Sin embargo, los críticos afirman que es difícil incorporar estas características a los proyectos existentes y que, a menudo, no se instalan a una escala lo suficientemente grande como para marcar una gran diferencia.
Y detrás de cualquier inversión, debe haber un compromiso político a largo plazo, afirma el profesor Shirzaei.
“El hundimiento del terreno se produce gradualmente, por lo que, para abordarlo, debemos tomar decisiones difíciles que se mantienen durante décadas”, añade, incluso si las restricciones de bombeo son inicialmente impopulares entre los votantes que dependen de pozos y perforaciones para obtener agua.
Si no se producen cambios, los expertos advierten que habrá más personas como Erna, librando una batalla perdida a medida que sus hogares se desvanecen poco a poco.
Nota metodológica
Para su estudio, la NTU eligió aglomeraciones urbanas costeras situadas a menos de 50 km de la costa, con una población de al menos cinco millones de habitantes en 2020. Analizó imágenes de satélite y comparó datos de 2014 y 2020 para estimar las tasas de hundimiento.
La tasa de hundimiento se mide a partir de un punto de referencia en cada ciudad, que los científicos suponen más estable que las demás. Sin embargo, si el punto de referencia también se hunde o se eleva, otras partes de la ciudad podrían estar hundiéndose más rápido o más lento de lo que sugieren las mediciones.
Esto podría afectar a las estimaciones de la BBC sobre el número de personas afectadas.
Por lo tanto, los índices de hundimiento utilizados aquí deben considerarse como una medida relativa, que ayuda a identificar qué zonas están probablemente más afectadas que otras.
Créditos
Reportera y productora interactiva:Aghnia Adzkia
Reportes e investigaciones adicionales:Damilola Ojetunde, Leoni Robertson, Swati Joshi, Carla Rosch, Philippa Joy y Rafael Chacón
Diseñadores:Andro Saini y Arvin Supriyadi
Desarrollo:Ayu Widyaningsih Idjaja, Preeti Vaghela
Editores:Carol Olona, Astudestra Ajengrastri, Nick Ericsson, Alison Gee y Alex Therrien
Traducción al español:Juan Francisco Alonso y Felipe Llambías
Fotos:Aghnia Adzkia, Joshua Akinyemi, Wienda Parwitasari, Agencia Anadolu vía Getty Images, AFP vía Getty Images, Bloomberg vía Getty Images, LightRocket vía Getty Images y Getty Images
Ayuda con datos y metodología:Cheryl Tay, de la Universidad Tecnológica de Nanyang en Singapur; Miguel Esteban, de la Universidad de Waseda en Japón; Manoochehr Shirzaei, de la Universidad Tecnológica de Virginia en EE.UU.; Pietro Teatini, de la Universidad de Padua en Italia; Laura Pedretti, de la Universidad de Pavía en Italia; Robert Nicholls, de la Universidad de East Anglia en Reino Unido; Alejo Sfriso, de la Universidad de Buenos Aires en Argentina; Daniel Melnick, de la Universidad Austral en Chile; Gabriel Aller, de la Pontificia Universidad Católica del Perú; Shuhab Khan, de la Universidad de Houston en EE.UU.; Matt Wei, de la Universidad de Rhode Island en EE.UU.; y gerencia de Tokyo Waterworks.