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sábado, febrero 22, 2025

Las mil y una vidas del Ogro Fabbiani: por qué fracasó en River, cómo superó el cáncer y el día que perdió 4 millones de dólares por Vanucci

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Cristian Fabbiani sabe que podría haber sido un crack. Pero uno de verdad. El Ogro la rompía jugando a la pelota. “A los 8 años hacía jueguitos 20 cuadras sin que se me cayera”, recuerda cómo era su viaje a los entrenamientos en el baby en Ciudad Evita. Y siguió jugando siempre así, como en el potrero, «nunca me importó la plata», sin seguir ciertos patrones del fútbol profesional. Pesaba 120 kilos cuando jugaba en Newell’s, confiesa. “Hoy me di cuenta de todo lo que regalé al no cuidarme en los descansos, las comidas y trato de transmitírselo a los chicos”, reconoce ahora, en su etapa como DT. Quizá, su jugada más recordada como futbolista haya sido una que terminó mal: aquella apilada a puro amague y gambeta en el clásico rosarino. El Ogro recibió una pelota en la mitad de la cancha, se tiró a barrer y le ganó la dividida a Núñez para arrancar una jugada monumental. “Lo dejo tirado al arquero y al cuatro. Iba a patear de rabona pero estaba mi amigo Ribonetto abajo del arco y la quise asegurar. La tiré por arriba…”, se lamenta todavía. Aquella (mini) temporada perfecta (apenas 15 partidos) en la Lepra le valió el pase a River, el club de sus amores al que llegó a cumplir el sueño de su infancia. Pero el “combo Fabbiani” resultó demasiado para sostenerse en uno de los clubes más grandes de América. Y dejó pasar esa chance enorme. Sin embargo, la vida siempre le da una revancha al Ogro que hasta le ganó una batalla al cáncer. La nueva gran oportunidad llega como DT. Acaba de dejar Deportivo Riestra para volver a la vereda leprosa de Rosario, ahora desde el banco. Un nuevo capítulo en las mil vidas del Ogro Cristian Gastón Fabbiani.

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El increíble gol que erró Fabbiani frente a Rosario Central

River, Vanucci y la oferta de los cuatro millones de dólares que mató el teatro de revista

Arranquemos con la imagen más fuerte de la carrera del Ogro futbolista: aquella con pelos largos, vincha y la banda roja que le cruzaba sobre el pecho.

Quizá suene exagerado, pero hay que hacer memoria. O, simplemente, ir al archivo, pero el Ogro Fabbiani provocó una verdadera revolución en su llegada a River.

Había jugado 15 partidos en la Lepra rosarina, club que le había servido para escapar de Rumania y reencontrarse con su pequeña hija Umma: En Newell’s no me pagaron nunca, pero siempre le agradecí López porque necesitaba volver.

El Ogro jugó en River en el año 2009.
El Ogro jugó en River en el año 2009.

En su paso por el club en el que nació Messi y jugó Maradona, se metió a los hinchas en el bolsillo, a pesar de sus 122 kilos. Es que, el VHS incluye, fantasía, pisadas, 5 goles y aquel jugadón que todos recuerdan desparramando jugadores en el clásico Rosarino.

El día que debutó en el Estadio Monumental, salió a la cancha con una remera que decía “por amor a River” junto a un símbolo (que luego sería estatua) como Marcelo Gallardo que también volvía para su segunda etapa como futbolista en el club.

Por amor a River, la remera que usó el Ogro en su llegada al club de sus amores.Por amor a River, la remera que usó el Ogro en su llegada al club de sus amores.

Pero lo del Ogro era otra cosa. No tenía el linaje riverplatense pero había conquistado al hincha con sus declaraciones de amor y, sobre todo, el día que plantó a Vélez minutos antes de hacer la revisión médica y salió corriendo para Núñez ante el llamado de José María Aguilar.

Aquella primera fecha del Clausura 2009, miles de hinchas llegaron a la cancha con la careta de Shrek. El entusiasmo que había por Fabbiani, que además de un gran jugador era puro carisma, era desmedido.

Una llama que se apagaría tan rápido como ese primer fogonazo.

Fabbiani firma autógrafos con el ogro más famoso detrás suyo.Fabbiani firma autógrafos con el ogro más famoso detrás suyo.

Había llegado para hacer goles y no la metía. Y la críticas no tardaron en llegar.

Para colmo se llevaba mal con Gallardo porque no corría con la intensidad que hoy sabemos que pregona el Muñeco: “No le podés pedir que corra a un tipo que mide 1,90 y pesa 200 kilos. Yo estaba para otra cosa”, se justificaba.

Hubo otro “golazo que no fue” en la carrera del jugador surgido en Lanús que trajo mucha polémica en un River-San Lorenzo. Al Ogro le quedó un rebote tras un remate de Mauro Díaz y quiso definir de rabona. ¡Por qué lo quiso hacer con el taco! ¡Gil!, fue el relato de Atilio Costa Febre que estaba sacado: “A quién le ganó este en River”, despotricaba el histórico periodista partidario. “Si lo hacía, cambiaba mi carrera en River”, piensa hoy el Ogro. ¿Qué dijo sobre los adjetivos del relator? “Me gustaría encontrármelo”.

En medio de la “Revolución Fabbiani”, la que se hizo famosa fue su mamá. Era la que le hacía los ravioles que enloquecían al Ogro. Toda una mamma italiana, Mirta, se convirtió en un personaje y sintió que tenía que salir a defender a Cristian.

El Ogro con su hija Umma, enfrentando a Lanús, donde debutó, con Newell's.El Ogro con su hija Umma, enfrentando a Lanús, donde debutó, con Newell’s.

“Critican a mi hijo y River trae jugadores retirados”, tiró en una entrevista. Se refería a Matías Almeyda que, gracias a Daniel Passarella, se daba el gusto de tener un último baile en Núñez.

El pelado llamó al Ogro y quiso aclarar las cosas: “Mirá, Cristian, tu mamá dijo esto: la única manera de arreglarlo es que me lleves a comer los famosos ravioles”, lo tranquilizó. Y todo se arregló en un almuerzo.

En marzo de 2010, Fabbiani fue entrevistado por Victoria Vanucci en su programa de C5N. Llegó al canal con un perfume femenino, Dolce&Gabbana Blue Light, pero no de regalo, sino en su piel: «Siempre usé perfumes de mujer», contó en su momento.

Enfrente de Vanucci, el Ogro abrió su corazón: le contó sobre los cortocircuitos que tenía con su ex, Amalia Granata, que según sus palabras no le permitía ver a su hija Umma todo lo que él quería y habló sobre sus problemas de sobrepeso; le dijo “me gustaría salir con una chica de barrio” y la conquistó. Vanucci había nacido en Castelar. Fue amor a primera vista y el Ogro se subió a un avión que lo llevaría a un viaje repleto de turbulencias.

El 9 de agosto, cinco meses después de aquella entrevista y antes del arranque del Apertura 2010 que iba a encarar con River, Cristian Fabbiani y Victoria Vanucci se casaron por Civil y, juntos, le dieron una nota a Jorge Rial en Intrusos, el programa chimentero por excelencia de la época.

Vanucci y Fabbiani, el día de su casamiento.Vanucci y Fabbiani, el día de su casamiento.

Y el Ogro empezó a tener ruido en el vestuario de River. A las miradas inquisidoras del Muñeco Gallardo se le sumó una pelea con el lateral Paulo Ferrari. El conflicto saltó un tiempo después cuando Fabbiani lo acusó en Twitter de “buchón de los dirigentes”. De alguna manera, lo responsabilizaba de que lo colgaran unos meses después.

Era otro River, el que un tiempo después se iría a la B. “Me sentaba arriba de un cajón de gaseosas en Ezeiza, no tenía la estructura de estos días”.

Si bien Fabbiani cumplió su sueño de hincha, no tuvo un buen paso por el Millonario: apenas hizo tres goles en 35 partidos, uno de ellos frente a Central como para saldar aquella deuda.

A pesar de eso, no se llevó un buen recuerdo del Millonario: “La pasé mejor en Deportivo Merlo”.

Fabbiani con su última camiseta, Deportivo Merlo, donde también dirigió.Fabbiani con su última camiseta, Deportivo Merlo, donde también dirigió.

Después de Aguilar, tomó las riendas Daniel Alberto Passarella y Fabbiani jura que no cobró ni un mes: “No me pagaron nunca, jugué gratis”, reconoce, como haciendo gala de esa frase que dijo muchas veces (“En River jugaría gratis”) y que se terminó haciendo realidad.

Cerca de diciembre, el Negro Astrada le dijo que no lo tendría en cuenta por el resto de la temporada ni en el próximo año.

A principios de 2010, a Fabbiani le llegó una oferta para jugar en Ucrania: “Cuatro millones de dólares por año”, recuerda el Ogro. Pero su mujer partía hacia Villa Carlos Paz para trabajar Livin la Viuda Loca, una obra de teatro durante la temporada de verano.

El Ogro privilegió el amor y rechazó la oferta. Dos meses después, en febrero de ese año, se separó de Vanucci. La modelo siguió su vida con el empresario Matías Garfunkel y el Ogro siguió su carrera lejos de River y los millones de Ucrania: su próxima parda fue Old Boys.

Fabbiani, sentado en una heladera en el entrenamiento de River.Fabbiani, sentado en una heladera en el entrenamiento de River.

El Ogro trotamundos

En sus mil vidas, el Ogro jugó en Israel, Rumania y Bolivia.

Hay una imagen de lo que fue su periplo en Tierra Santa. Cuando aterrizó en Jerusalén, lejos de ser recibido como una figura que llegaba al Beitar Jerusalén, cuando atravesó la puerta de “Arribos” recibió un palazo en la cabeza. “Me desperté en el hospital”, cuenta. Esa fue la bienvenida.

¿El motivo? Había jugado en Palestino de Chile y los ultras del equipo que lo recibía pensaron que tenía raíces de aquel lado de la Franja de Gaza.

La última experiencia de Cristian Fabbiani  fue en Unión Deportivo Universitario de Panama. La última experiencia de Cristian Fabbiani fue en Unión Deportivo Universitario de Panama.

¿Si salió corriendo? “Para nada. Me enamoré desde el primer día de la ciudad. Fue en el país que mejor me sentí”, cuenta en una entrevista con El Gráfico.

El ogro define a los hinchas de Rumania, donde estuvo un año y medio y fue bicampeón en el CFR Cluj de la tierra de Drácula y de los villanos de la Argentina en el Mundial 94, Gheorghe Hagi y Gica Popescu: “Son asesinos”, describe. Y dice que el mejor clásico que jugó no fue el Central-Newell’s ni el Boca-River: “El de Israel, no existen las hinchadas acá comparado con eso”.

Fabbiani y la peor noticia de su vida: “Me dijeron que me moría”

En 2015, Fabbiani volvió de un breve paso por el Sport Boys Warnes de Bolivia y empezó a pensar en dejar el fútbol por una lesión en el gemelo que no lo dejaba tranquilo.

“Había decidido retirarme porque me lesionaba el gemelo todo el tiempo y no lo podía superar: ‘listo, no juego más’. El domingo me llama el Indio Ortíz y me preguntó: “Querés seguir jugando?”, le contó a Leo Montero en su ciclo Random.

Un Fabbiani joven, en 2007.  Foto: Marcelo CarrollUn Fabbiani joven, en 2007. Foto: Marcelo Carroll

“Viajo el lunes, nos hacen hacer unas pasadas de mil metros y me desgarro el gemelo otra vez. Me hacen una resonancia y me sale un huevo enorme”.

Para contar la anécdota, el Ogro muestra su pierna donde se ve una larga cicatriz sobre la tibia que ronda los veinte centímetros: “Tenía un tumor de 16 por seis”, describe Cristian.

Al principio, el pronóstico que le dieron al Ogro fue difícil de digerir: “Me dijeron que me iba a morir”. En la segunda le dieron más esperanzas: “Podía zafar”. Pero una tercera consulta volvió a tirar todo por la borda: “Me dijeron otra vez que me iba a morir. Literal, así”, refuerza el Ogro.

“Al cáncer hay que atacarlo con la mente. Yo no hice rayos, quimio ni nada. Lo superé con mi forma de ser y la alegría con la que vivo. La única manera de ganarle a una enfermedad tan hija de puta es con alegría”, describe Fabbiani que fue operado y no volvió a tener problemas.

Fabbiani, el director técnico menos pensado

El Ogro, en su debut en Deportivo Riestra.El Ogro, en su debut en Deportivo Riestra.

La etapa más relevante de Fabbiani como director técnico fue su paso por Deportivo Riestra donde dirigió 45 partidos con un el 44,44 por ciento de efectividad. Consciente de que contaba con menos material que muchos de los otros hoy 30 equipos de la Liga Profesional, Fabbiani se convirtió en un obsesivo de la táctica.

A fuerza de resultados, el equipo del nacido en Ciudad Evita se hizo notar. Sin embargo, el Ogro tuvo que lidiar con los golpes de efecto que provocaba «la oficina de marketing» del equipo de Víctor Stinfale. Quizá lo haya ayudado el manejo de las situaciones extrafutbolísticas que desarrolló en su etapa de latin lover.

De arranque, Fabbiani se acopló al entrenamiento militar que había impuesto Riestra en la pretemporada anterior, de la mano del DT Matías Módolo. Aunque la orden parecía venir de arriba.

El marketing de Víctor Stinfale y sus latitas de Speed llegó al colmo el día que Fabbiani se vio obligado a poner a un influencer con millones de seguidores llamado Iván Raúl Buhajeruk y más conocido como Spreen. El DT lo tiró a la cancha 78 segundos nada menos que frente a Vélez que finalmente sería campeón. Le pidió perdón a Quinteros, el técnico rival, y el pibe ni tocó la pelota.

Cristian Cristian «el Ogro» Fabbiani, en su debut como entrenador de Fénix, en la Primera B. Foto engranados.com.ar

En un fútbol cuyas reglas cada se rigen cada vez más por lo comercial, La AFA le aplicó una multa de 20.000.000 de pesos, creó una rebla “Anti Spreen” y Fabbiani quedó imputado en una causa por apuestas ilegales que no prosperó.

Si bien la filosofía inicial de Fabbiani parecía más asociada a la posesión de la pelota, la presión y el ataque, eso que algunos denominan como el “buen juego”, el Ogro se aggiornó a lo que tenía y se convirtió en un tacticista al extremo.

En junio del año pasado perdió un partido frente a Racing cuando se jugaban 50 minutos del segundo tiempo; fue como un puñal para el Ogro. La orden era clara: «Sacarla al lateral y reordenarse», pero la defensa perdió la concentración y el minuto final fue fatal.

«Jugamos así por la jerarquía de Racing: ¿cómo pelearías con Tyson? El planteo iba a ser muy bueno si no nos hacían el gol en la jugada final. Nos faltó viveza, si la tirábamos al lateral, se moría le partido. Como dije siempre, el mundo es para vivos».

Después de un año al frente del Malevo (cuya victoria más relevante parece haber sido el 2-0 frente al River de Demichelis en la fecha 5 de la Liga pasada), Fabbiani se muda otra vez a Rosario. Esta vez, llega a la tierra del Che Guevara para salvar a un Newell’s en caída libre. Habrá que ver si es capaz de lograr otra revolución.

Redacción

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