Si bien todavía falta la letra chica del acuerdo marco al que llegaron la Argentina y los Estados Unidos, las señales de la redacción del convenio dejan entrever puntos que buscarían limitar la participación de productos de China en el mercado local.
Así lo señalaron los análisis privados del texto difundido oficialmente por la Casa Blanca. El secretario del Tesoro de los EE.UU., Scott Bessent, había planteado el interés de Washington DC para que el acuerdo limitara el avance chino en la Argentina y la región.
“La Argentina es un referente en América Latina. El presidente Milei ha hecho lo correcto. Está intentando romper con cien años de un ciclo negativo y es un gran aliado para Estados Unidos. Tiene el compromiso de sacar a China de la Argentina”, había dicho el secretario del Tesoro, aunque después desde el Gobierno local intentaron bajarle el tono a la declaración.

Ahora, el acuerdo marco entrega pistas de medidas que podrían ir dirigidas a limitar el alcance del gigante asiático en el país. “Del texto surgen algunos compromisos de Argentina que podrían estar vinculados a China”, evaluó la Cámara de Exportadores (CERA) en su análisis sobre los datos que se conocieron del convenio.
En el capítulo de empresas estatales y subsidios, el texto sostiene que la “Argentina se ha comprometido a abordar posibles acciones distorsivas de empresas estatales y a revisar los subsidios industriales que puedan afectar la relación comercial bilateral”.
Productos subsidiados
De acuerdo con el análisis de CERA, “esto puede ser interpretado como que incluye considerar el efecto sobre el comercio Argentina-EE.UU. del ingreso a nuestro país de productos subsidiados. Esto resulta más explícito cuando se dice que ‘Argentina reforzará la cooperación con EEUU para combatir políticas y prácticas no orientadas al mercado por parte de otros países’”, planteó la Cámara.
En el capítulo de trabajo y medio ambiente, los especialistas en el sector de comercio exterior indicaron que “los términos referidos son similares a los de Ecuador, El Salvador y Guatemala, y básicamente incluyen: prohibición de importación de bienes producidos mediante trabajo forzoso u obligatorio”. Esos términos se evaluaron como una eventual referencia a China. Asimismo, Argentina se compromete a “implementar plenamente las obligaciones del Acuerdo sobre Subsidios a la Pesca de la Organización Mundial de Comercio OMC)”, acuerdo que Beijing también firmó.
El factor “soja” del acuerdo
Sobre las consideraciones y oportunidades comerciales, la declaración del acuerdo marco sostiene que los países “también acordaron trabajar para estabilizar el comercio global de soja”, donde Brasil es también un jugador fuerte. El mercado no es ajeno a la negociación comercial entre Estados Unidos y China y de hecho, cuando Argentina bajó a cero los derechos de exportación a la soja para asegurar liquidación antes de las elecciones, Washington DC planteó sus cuestionamientos: la mayoría del cupo que se puso sobre la mesa fue comprado por China, que dejó de adquirir soja de EE.UU. en medio de la tensión comercial entre los dos gigantes globales.

Apertura argentina: China le gana a EE.UU.
En lo que va del año, las exportaciones de la Argentina a los Estados Unidos llegaron a u$s 5689 millones y crecieron 23,1% en los primeros 9 meses del año -contra el mismo período del año anterior- mientras que las importaciones de productos estadounidenses sumaron u$s 5264 millones, un 7,6% más interanual, según el informe de estadísticas de comercio exterior que publicó el Indec la semana pasada. Eso dejó un saldo a favor para la Argentina relativamente chico: u$s 425 millones en lo que va del año.
En cambio, las exportaciones de Argentina a China marcaron u$s 6519 millones, un 29,3% más que en los primeros 9 meses de 2024. Y las importaciones de productos chinos subieron 66,2% en lo que va del año, totalizando u$s 13.091 millones. Esto implica un rojo comercial para la Argentina con el gigante asiático de u$s 6572 millones. China fue el principal beneficiado por la política de apertura comercial de Javier Milei.
El acuerdo con los EE.UU. busca rediseñar eso, apelando al “friendshoring”, una forma moderna de decir hacer negocios con los países “amigos” o alineados. Pero más allá de la buena sintonía entre Javier Milei y Donald Trump y los discursos de libertades económicas y “anti-woke”, la estrategia de Washington DC viene con un giro aprendido de Beijing.
El acuerdo económico trajo un swap de monedas por u$s 20.000 millones y la promesa de más financiamiento de bancos tanto en el mercado de capitales como para inversiones, un “compromiso” de más largo plazo.





