El dependiente de una de tantas tiendas de artículos relacionados con la marihuana del centro de Barcelona dispone sobre el mostrador varios porros de colores muy vistosos a unos 25 euros cada uno. “También tenemos otros más pequeños a 15 –detalla el empleado–, y también plantas, por gramos, para que te los hagas tú mismo, te administres las dosis como quieras y puedas regular sus efectos ¡todo esto te pone súper high ! y también tenemos vapeadores, que son más cómodos y discretos. Mira, por ser tú puedo ofrecerte uno con 900 caladas por 50 euros ¡merece la pena!”.
¿Pero todo esto es legal? –le preguntan al dependiente con cierta incredulidad– ¿no prohibieron todos estos productos hace muy poco tiempo? “Prohibieron algunos, sí –responde el dependiente de un modo un tanto improvisado–… básicamente el hhc y las chucherías de cannabis, de manera que ya no vendemos nada que se pueda comer… pero estos productos son nuevos, aún son legales, quizás los prohiban más adelante, pero por ahora pueden venderse y comprarse tranquilamente”. Estas escenas se vienen repitiendo este verano en muchos comercios de la Rambla, el barrio Gòtic, el Raval…
Buena parte de las más o menos 250 tiendas de artículos relacionados con la marihuana del centro de Barcelona están aprovechando de nuevo de los vacíos legales del sistema, vendiendo otra vez principalmente a los turistas productos elaborados con derivados semisintéticos del cannabis, volviendo a esquivar alegremente las restricciones del Estado, de la Generalitat y del Ayuntamiento. “Si prefieres hhc aún nos queda algo de stock”, añade el dependiente.
“Dale un par de caladas –dice un vendedor– y verás cómo te pone arriba ¡y todo es legal!”
¿Y si estos productos no están hechos con hhc con qué están hechos? Aquí pone 10-oh, Thcnm, Thcjd… “Mira, dale un par de caladas y lo pruebas ¡invita la casa! ya verás cómo te pone high ¿Quieres una cosa suave, moderada o fuerte de verdad? Tenemos diferentes concentraciones. El 10-oh es fácilmente controlable ¡es el sucesor del hhc”! ¿Y por qué la etiqueta dice que no son aptos para el consumo, que se venden como artículo de colección? “Son cuestiones legales. Tú dale, aguanta tres segundos y suelta…”. Un turista muy atento tercia con entusiasmo que él sí que está dispuesto a probar esta degustación gratuita. “Si te llevas ahora el vapeador te rebajo otros 10 euros”.
El Gobierno central prohibió esta primavera la comercialización de una decena de derivados semisintéticos del cannabis empleados para elaborar porros, resinas, vapeadores, gominolas y un montón de chucherías la mar de dulces a la venta en muchas tiendas de artículos relacionados con la marihuana de Barcelona. De este modo el último gran monocultivo comercial de la ciudad parecía tocado. Con el hhc perdía sus productos más populares. Hasta entonces estas sustancias carecían de una regulación específica. Si las trazas del principio activo del cannabis permanecían por debajo de unos porcentajes determinados el artículo en cuestión sorteaba la ilegalidad.
Además, el Consistorio dictó un año atrás una moratoria para frenar la apertura de nuevos establecimientos de este tipo. Pero unos cuantos espabilados aprovecharon unas cuantas ambigüedades administrativas para driblar estas medidas e inaugurar nuevas tiendas. Las últimas restricciones estatales otorgaron por fin al Ayuntamiento herramientas legales para frenar estas actividades. El año pasado, las urgencias del hospital Clínic atendieron 24 personas intoxicadas tras consumir unos productos que consideraron seguros, que compraron en tiendas aparentemente corrientes a plena luz del día. Hablamos de mareos, náuseas, vómitos, vértigos, somnolencia, agitación psicomotriz…
Los expertos advierten que faltan estudios sobre las consecuencias del consumo de estas sustancias
Pero la potente, incipiente y creciente industria en torno a los derivados semisintéticos del cannabis apenas tardó unas semanas en suministrar alternativas a las sustancias recién vetadas. Fuentes de la oenegé dedicada a la reducción de los daños asociados al consumo de drogas Energy Control cuentan que el 10-oh, el Thcnm, el Thcjd y otras siglas son derivados semisintéticos del cannabis tan recientes que aún no están recogidos en la correspondiente lista de fiscalización de Naciones Unidas, que España no cuenta todavía con ninguna regulación específica sobre quien puede venderlas y quien puede comprarlas, que estas sustancias se encuentran en una suerte de limbo.

Estas tiendas también ofrecen papel de fumar, machacadores, pipas…
Àlex Garcia
“Nos preocupa mucho la incertidumbre en torno a estas sustancias y que sus futuras prohibiciones den pie a la aparición de otras –detalla Claudio Vidal, director estatal de Energy Control–. Es el juego del gato y del ratón. Todo esto es muy reciente. Esta industria arrancó en el 2018. Los primeros derivados semisintéticos del cannabis tienen muy pocos años. Contamos con poca información sobre sus efectos. Faltan estudios sobre las consecuencias de su consumo. Lo cierto es que los turistas que los compran están siendo empleados como conejillos de indias. Las etiquetas que indican que estos productos se venden únicamente como artículos de colección no son otra cosa que un descargo de responsabilidad”.
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La principal asociación de comerciantes del barrio Gòtic lamenta esta última reinvención de las tiendas de artículos relacionados con la marihuana. Hace ya unos cuantos años que Barnacentre denuncia que muchos de estos comercios comportan un problema de salud pública, que su proliferación degrada el tejido comercial del centro de Barcelona del mismo modo que las tiendas de camisetas con mensajes groseros, que en verdad tantas hojas de marihuana tan vistosas y resplandecientes están trastocando la reputación internacional de Barcelona… ¿a qué viene uno aquí?
Las entidades de comerciantes denuncian que estas actividades degradan la oferta de Barcelona
“Barcelona está tratando de reordenar su turismo, y en estas condiciones es muy difícil –prosigue Teresa Llordes, presidenta de esta entidad de comerciantes–. La venta de estos productos no hace otra cosa que alimentar la llegada de unos visitantes cuyo principal propósito es consumir unas sustancias que se encuentran en los límites de la legalidad. No sirve de nada decomisar un producto que a las pocas semanas es sustituido por otro muy parecido, y tampoco sirve de nada que el Ayuntamiento limite la licencia de actividad si luego no puede hacer cumplir su propia norma. Lamentablemente este panorama empobrece la oferta comercial de toda la ciudad”.
Las peregrinas indicaciones de los dependientes
Las etiquetas de estos productos se antojan confusas. Algunas subrayan que uno no debe manejar maquinaria pesada cuando se consumen, que sus componentes respetan las últimas restricciones estatales, que han de permanecer fuera del alcance de los niños… Pero en ningún caso se indican cuestiones clave como cuáles son las dosis recomendadas. “Y el kratom qué es?”, pregunta uno entre tantos sobrecitos de colores. Y la verdad es que las explicaciones de los dependientes tampoco inspiran confianza. Unos no hacen otra cosa que ofrecer descuentos, otros apenas se desenvuelven en castellano y unos pocos hasta te recomiendan que resuelvas tus dudas por internet. Entonces uno se entera de que el kratom procede de las hojas de un árbol asiático, que algunos de sus efectos son similares a los de los opiáceos, que se encuentra ya en las listas de medicamentos preocupantes…