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sábado, junio 14, 2025

León XIV: un regalo inmerecido para América Latina y el mundo

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Exaudi: ¿Cuándo y cómo conoció al cardenal Robert Prevost? ¿Cuáles fueron sus primeras impresiones?

RG: A finales de enero de 2023 el Papa Francisco aceptó la renuncia del cardenal Marc Ouellet como Prefecto del Dicasterio para los obispos y como Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Para nuestra sorpresa, el obispo llamado a sustituirlo resultó ser el obispo de Chiclayo, Mons. Robert Francis Prevost Martínez. Por mi antigua colaboración en el CELAM conocía a muy diversos obispos, sin embargo, no tenía noticia alguna de Mons. Prevost. En cuanto asumió el cargo comenzamos a trabajar cercanamente. Con frecuencia nos encontrábamos en su oficina o en la CAL para hablar de todo tipo de temas relacionados con la Iglesia en América Latina. Tal vez lo que más me impactó en el comienzo fue su enorme paz interior y exterior. Me atrevo a decir que tiene una personalidad única, que serena al más crispado.

Exaudi: ¿Qué impresión tuvo el día de la elección? ¿esperaba escuchar su nombre?

RG: En secreto llegué a pensar que el cardenal Prevost podría ser un magnífico Papa. Sin embargo, con mirada mundana también me dije a mí mismo que los “candidatos” más mencionados en los medios de comunicación, seguramente avasallarían el proceso de elección y que solamente en caso de un cónclave largo, nombres como el de Robert Prevost, podrían aparecer con fuerza. Gracias a Dios estuve totalmente equivocado, como tantos otros vaticanistas profesionales o improvisados, que aparecieron en aquellos días.

Cuando se abrió el balcón y se pronunció el nombre de Robert Francis Prevost sentí una emoción indescriptible. De repente, mi cabeza se llenó de certeza de que Dios se había apiadado de nuestra Iglesia y había intervenido de manera extraordinaria. Al terminar el saludo del Papa en la Plaza, mi esposa y yo nos dirigimos a la Casa Santa Marta. Entramos junto con Mons. Ilson Montanari, secretario del Dicasterio para los obispos. Luego de un pequeño rato esperando en el hall de la Casa, se abrió una puertecita lateral y ahí estaba mi jefe, pero ahora vestido de blanco. Creo que nunca olvidaré ese momento. Sólo pensé: este es un acontecimiento de Gracia. Es una irrupción inmerecida del Misterio en la vida del mundo. Lo felicitamos y lo abrazamos. Él nos regaló su bendición.

Exaudi: ¿Qué tipo de formación tiene el cardenal Prevost? ¿Cómo definir su perfil teológico-pastoral?

RG: Estamos en una época que busca simplificar las cosas a través de diversas “etiquetas”. Con las “etiquetas” se trata de calificar o descalificar perfiles, grupos o movimientos. Sin embargo, la realidad suele ser más compleja que las simplificaciones. El Papa León XIV tuvo una formación teológica inicial en 1978 en la “Catholic Theological Union” de Chicago. Este instituto había nacido diez años antes, conjuntando tres escuelas de teología y buscando acoger la enseñanza del Concilio Vaticano II.  Luego, estudió licenciatura y doctorado en derecho canónico en el “Angelicum” de Roma, terminando en 1987. El “Angelicum” es una universidad que provee una sólida formación tomista a todos sus estudiantes. Sin embargo, tal vez lo más decisivo y relevante para comprender el “perfil” de nuestro nuevo Papa, es su pertenencia a la familia de los agustinos y su vocación misionera que lo llevó durante cuarenta años a trabajar en el Perú.

San Agustín es el santo de la primacía de la gracia y de la crítica al moralismo pelagiano. Agustín es el hombre que concibió que el corazón humano experimenta la tensión de habitar en dos ciudades “la de Dios” y la del “hombre”. Si le somos fieles a Dios, podremos ser ciudadanos del mundo sin idolatrías. Si le somos fieles al mundo, terminaremos confundiendo la defensa de la verdad con la violencia y la destrucción de las personas, como sucedió tantas veces en la antigüedad.

Así mismo, Mons. Prevost vivió su carisma evangelizando una tierra maravillosa, como lo es Perú. En ella encontró al mundo indígena y mestizo, a la variada cultura barroca latinoamericana, a nuestra entrañable religiosidad popular y a nuestra fe esperanzada. Ahí halló sensibilidades pastorales de todo tipo. Pero lo que es más importante, en esas tierras encontró la gran ocasión para reproponer la comunión como método: “In Illo uno, unum”, en el que es Uno, somos uno. Dicho de otro modo: si seguimos a Jesús hay que aprender a arriesgar la vida por el reencuentro, por la comunión, por la unidad reconciliada.

Exaudi: Por su formación en el “Angelicum” podría parecer un obispo conservador, ¿es así?

RG:  Tengo la impresión de que el Papa León XIV descubrió hace mucho que el conservadurismo y el liberalismo católicos son ideologías, es decir, reducciones facciosas de la verdad. Él ha vivido en carne propia la dura crítica de las atmósferas integristas. Crítica mentirosa e inmisericorde de quien no sabe vivir en comunión. El ha visto también la insufrible insatisfacción de quienes se consideran más creativos y avanzados que el Espíritu Santo, y que terminan también erosionando la unidad de la Iglesia. ¿Esto significa que Robert Prevost navega en el mar de la tibieza? Creo sinceramente que no. Él ha sabido gobernar con afecto pastoral y dedicación sincera una diócesis que había sido tradicionalmente animada por el Opus Dei. Simultáneamente, no ha tenido reparos en mostrar aprecio hacia el querido Gustavo Gutiérrez.

Lo digo de otra manera: el cardenal Prevost no padeció el magisterio del Papa Francisco, lo agradeció y aprendió todo lo que pudo de él. Esto fue posible porque se supo colocar en actitud discipular ante el don que Dios regala en la persona del Sucesor de Pedro. Es un hombre que valora la autoridad como servicio y la obediencia como disponibilidad ante el acontecimiento del Reino. En cierto sentido, a través de estas actitudes, ha vivido al interior de la mejor y más providencial escuela para ser Papa.

Exaudi: En su opinión ¿Cómo ha sido recibido el Papa León XIV en la curia, en Roma, en la Iglesia?

RG: Todavía es muy pronto para hacer un balance del modo cómo está siendo recibido el nuevo Papa. Creo que el Pueblo de Dios, tanto en Roma como en casi todas partes del mundo, está descubriendo con alegría que Dios no abandona a su Iglesia. Y que el enorme vacío que nos dejó a muchos la muerte del Papa Francisco, está siendo llenado de una manera extraordinaria a través de la persona de León XIV. De repente, al mirar algunos comentarios en la prensa, me da la impresión de que en algunos ambientes se desea “jalar agua al propio molino”. Algunos sectores subrayan unilateralmente ciertas vestimentas en color rojo, el rezo en latín o la mención del matrimonio heterosexual abierto a la vida, para intentar afirmar que de alguna manera se regresa a un cierto “orden” y “tradición”. Otros, enfatizan cuantas veces ha mencionado la palabra “sinodalidad” o asuntos asociados a la “doctrina social” para indicar que es un Papa “de avanzadas”. La verdad es que el Papa León XIV no es Juan Pablo III ni Francisco II. Mucho menos es Benedicto XVII. Creo que sin rubor ha aprendido de los papas del pasado, pero tenemos que dejarlo a él, ser él. Y eso será parte de la apertura que Dios espera de nosotros para la maduración de la Iglesia en esta nueva etapa de la Historia.

Exaudi: ¿Qué temas considera que León XIV retomará de León XIII en el nuevo contexto de nuestro tiempo?

RG: El Papa León XIV ha querido explicar la elección de su nombre, y de inmediato ha hablado de la “Rerum novarum” y de la forma como el Papa Pecci afrontó el desafío de la Revolución Industrial en el siglo XIX. Sin duda, el Papa León XIV hará lo propio en el contexto de la llamada “cuarta revolución industrial”. Sin embargo, León XIII también fue el Papa que vivió el desafío del “americanismo”, en otras palabras, desde el siglo XIX existían segmentos de la Iglesia católica en Estados Unidos que subordinaban la fe a la “cultura americana liberal”, como si una cierta manera de ser “norteamericano”, fuera el criterio hermenéutico para definir qué significa ser cristiano.

Creo que “mutatis mutandis”, el Papa León XIV, que conoce particularmente bien el “ethos” actual de la Iglesia en Estados Unidos, habrá de atender la distorsión que implica creer que existe una sola forma de vivir y celebrar la fe. Un ejemplo lamentable de cómo en ocasiones la fe es subordinada y manipulada desde una óptica nacionalista sesgada, es la falta de distancia crítica de algunos católicos en Estados Unidos respecto de sus opciones partidistas. El fenómeno de los “MAGA Catholics” y similares, merece ser entendido y atendido con caridad y con claridad meridianas. Esta mentalidad llega a absurdos como afirmar el derecho a la vida desde la concepción y no respetar los derechos fundamentales de las personas migrantes en condición irregular o luchar ardorosamente a favor del matrimonio heterosexual, y simultáneamente, ser favorables a la “pena de muerte”, contradiciendo no sólo al Catecismo de la Iglesia Católica sino a la más elemental comprensión de la igual dignidad de todo ser humano.

Cabe recordar que León XIII también fue el Papa que al momento en que los sectores ultraconservadores en Francia buscaban algún tipo de retorno al “antiguo régimen” valientemente apoyó la “tercera República” y la democracia. En otras palabras, ya desde tiempos de León XIII los “conservadores” se desenmascaraban en su esencia. Lo decisivo para un católico es mantenerse en comunión dinámica, en sinodalidad, es decir, dar testimonio creativo de unidad en la Iglesia, para así promover la reconciliación y la fraternidad ante un mundo dividido y herido.

Además, León XIII fue el Papa de la “Aeterni Patris”, es decir, de la Encíclica que reactivó el estudio de santo Tomás de Aquino en la formación del clero católico, y que luego dio frutos importantes en innumerables ambientes laicos. No creo que el Papa León XIV nos vaya a invitar a un retorno melancólico a santo Tomás, pero sí es posible que fortalezca la formación intelectual de los católicos con nuevos insumos. Para los que consideramos que la modernidad es una forma de agustinismo al que se le ha cancelado la controversia antipelagiana, nada nos entusiasmaría más que una invitación a profundizar, de manera actualizada, el pensamiento del santo de Hipona.

Finalmente, León XIII escribió nueve encíclicas sobre la Virgen María. En estos momentos en que existen abundantes experiencias marianas desajustadas, ya sea por su carácter gnóstico, ya sea por su talante puramente sentimental, ya sea por su falta de inserción eclesial, el amor auténtico a María no nos puede llevar en otra dirección que la marcada por la Constitución “Lumen Gentium” en su capítulo VIII. María es el “typo”, el modelo, de la Iglesia. Ella no es un mero mensaje para la devoción privada sino la realización existencial de la Iglesia, tal y como debe de ser. En mi opinión, el déficit mariológico en algunas de las eclesiologías contemporáneas merece ser corregido siguiendo las pistas del Concilio Vaticano II y de los teólogos que valoran positivamente la espiritualidad popular. En América Latina esto es muy nítido: la experiencia popular de la fe no es un mero folklorismo. Es, como decía, Francisco, una misteriosa pero real acción teologal que transforma los corazones y que evangeliza. Esta celebración de la fe, además, es constitutivamente mariana. Los más pobres tal vez no lo expresen con las grandes categorías de los teólogos europeos, pero lo viven por dentro como una experiencia entrañable y decisiva. Apreciando estas cosas que nos obligan a colocar el corazón en el corazón del pueblo, la sinodalidad podría hallar su marco pneumatológico y mariológico “natural” y “conciliar”.

Exaudi: Hace poco usted participó en la 40 Asamblea General del CELAM en Río de Janeiro ¿Qué impresión te dejan los obispos latinoamericanos al inicio del nuevo Pontificado?

RG: Me ha llenado de alegría encontrarme con casi todos los presidentes y secretarios generales de las conferencias episcopales de América Latina durante cinco días. Me atrevo a decir que de manera unánime se reconoce en el Papa León XIV a “uno de los nuestros”. Parecía imposible pensar en un segundo Papa latinoamericano. Sin embargo, Dios en su misericordia se apiadó de nuestra región y nos dio a un Pontífice que en su propia historia integra mundos de lo más diversos: nació en Chicago y trabajó en Chiclayo. Habla castellano, habla inglés, tiene raíces europeas e incluso mulatas. ¡Para los obispos del CELAM el Papa León es un verdadero milagro! Además, existe una gran confianza que León XIV conducirá la renovación sinodal de la Iglesia de manera equilibrada, prudente y valiente. Percibo entusiasmo esperanzado y deseos de no dejarlo solo. Así mismo, conversando en el Padre José Luis Loyola MSpS, nuevo Presidente de la CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosos), veo con ilusión que la vida consagrada en América Latina también abraza filialmente al Papa León XIV, hijo de san Agustín.

El CELAM y la CLAR viven un momento providencial. Quiera Dios que todos en la región nos lancemos con confianza “mar adentro”.

Exaudi: ¿Qué diagnóstico ofrecen las conferencias episcopales en sus informes sobre la realidad de la región?

RG: América Latina se ha vuelto escenario de tensiones y fracturas terribles. De manera espontánea, una parte importante de nuestros pueblos contempla, como recurso a la mano, optar por alguna solución violenta. Más aún, en algunos países, la violencia se vuelve tan amplia que se aplauden las medidas, incluso represivas, que se implementan para restaurar el orden. La preocupación de la Iglesia es mayúscula. A esto se suma el crecimiento del narcotráfico, la polarización política, la corrupción, la migración y la crisis medioambiental.

La Iglesia, por motivos de su naturaleza particular, no afronta estos desafíos al modo de una ONG, de un partido o de un gobierno. Sin embargo, cada vez es más claro que una nueva presencia profética de los católicos en la vida pública es necesaria. Esta presencia, sin embargo, tiene que seguir las pistas que “Fratelli tutti” nos señala: cercanía y amistad con los más pobres; simpatía sincera hacia el grito del pueblo y de la tierra; compromiso misional sembrador de fraternidad antes que de antagonismos.

Los hombres y las mujeres educados bajo estas coordenadas “samaritanas” entienden realmente de “bien común”. Quienes, aunque hablen bonito, no han pasado por el camino del Pueblo de Dios en marcha, se les nota y terminan proponiendo frasesitas pero no realidades. Hoy lo que los obispos demandan son hechos, más que discursos. Compromisos de inserción, y no simple retórica populista.

Exaudi: ¿Cómo percibe el Papa León el camino de la Iglesia en América Latina?

RG: Creo que una de las enormes ventajas de que el Santo Padre haya vivido tantos años en Perú es que conoce nuestras calles, y nuestros barrios. Sabe de nuestra música y de nuestros colores. Entiende nuestras virtudes y está consciente de nuestros defectos. El Papa conoce el documento de “Aparecida” y vive por dentro “Evangelii gaudium”. Al mismo tiempo, sabe cuánto trabajo nos cuesta pasar del dicho al hecho, del documento a la conversión pastoral. Esto quiere decir que su mirada sobre nuestra región está llena de realismo. Conoce la alta reflexión teológica latinoamericana, por ejemplo, en el tema de la sinodalidad. Y simultáneamente, sabe bien de las resistencias, lentitudes y omisiones que por doquier encontramos.

Sin embargo, tiene una certeza más grande que los diagnósticos que ponderan fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas. La certeza que tiene para América Latina y para el mundo, la expresó bellamente en la Vigilia de Pentecostés: hay que obedecer al Espíritu.

Literalmente afirma: “Dios ha creado el mundo para que nosotros estuviésemos juntos. “Sinodalidad” es el nombre eclesial de esta conciencia. Es el camino que pide a cada uno reconocer la propia deuda y el propio tesoro.” (…) “El Espíritu de Jesús cambia al mundo, porque cambia los corazones”. (…) “Para seguir a Jesús en este camino que Él ha elegido no sirven poderosos protectores, compromisos mundanos o estrategias emocionales. La evangelización es obra de Dios y, si a veces pasa a través de nuestras personas, es por los vínculos que hace posible”. (…) “Los desafíos que la humanidad enfrenta serán menos espantosos, el futuro será menos oscuro, el discernimiento menos difícil, si juntos obedeciéramos al Espíritu. Que María, Reina de los Apóstoles y Madre de la Iglesia, interceda por nosotros.”

Redacción

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