Fue este lunes 22 de diciembre en la Catedral de Manchester, y terminó siendo mucho más que un funeral. La despedida de Gary “Mani” Mounfield reunió a cientos de personas, tuvo cobertura en vivo en medios británicos y dejó una imagen que recorrió el mundo: músicos que rara vez aparecerían juntos compartiendo un mismo adiós.
En el mismo cuadro quedaron Liam Gallagher, históricos de The Stone Roses, Mike Joyce (The Smiths), Paul Weller y Peter Hook (Joy Division y New Order).
Alan “Reni” Wren (The Stone Roses) y Liam Gallagher (Oasis) llevan el féretro de Gary “Mani” Mounfield en la Catedral de Manchester Y no sólo sólo músicos: entre los asistentes también estuvieron David Beckham y Gary Neville, leyendas del Manchester United, el club del que Mani era fan. El cortejo partió desde Heaton Moor, en Stockport, atravesó la ciudad y llegó al centro entre aplausos, camisetas, sombreros “bucket” y parlantes que repetían «I Wanna Be Adored». Manchester cantándose a sí misma.
Una despedida en la calles de Manchester y con rock
Las crónicas de diarios ingleses, que incluyeron cobertura en vivo como si se tratase de una figura pública, hablan de una despedida que sonó al ritmo de la canción de Stone Roses, I wanna be adored, quiero ser adorado. Como si la frase describiera lo que pasa cuando ya no hay escenario y queda el respeto.
En la puerta de una catedral, sin guitarras ni luces, se armó una imagen cuasi mística, sagrada, que viajó más rápido que cualquier comunicado: Liam Gallagher, miembros históricos de The Stone Roses com John Squire junto con músicos de The Smiths, Primal Scream, Happy Mondays y New Order. 40 años de la música de Manchester en una foto.
Gary “Mani” Mounfield, bajista de Stone Roses y Primal Scream sostuvo canciones inglesas que dieron la vuelta al mundo. Su funeral en Manchester fue ese último gesto de pertenencia a la ciudad y la música.
Quién fue Gary “Mani” Mounfield y su paso por The Stone Roses y Primal Scream
Mani fue un bajista con identidad propia en una época que convirtió a Manchester en una fábrica de mitos. Se sumó a The Stone Roses a fines de los años ’80 y quedó para siempre asociado a esa idea de banda perfecta, breve y fulgurante: canciones luminosas, guitarras con brillo, groove de under y actitud insolente.
Alan Wren “Reni”, Liam Gallagher y John Squire llevan el féretro de Gary “Mani” Mounfield tras el funeral en la Catedral de Manchester. (Peter Byrne/PA vía AP). (Peter Byrne/PA via AP)Después de la disolución de los Roses, su nombre volvió a aparecer donde tenía que aparecer: en Primal Scream, una banda capaz de mutar sin perder filo. Tocó con ellos durante años y se volvió parte de esa maquinaria de rock, baile y exceso que definió a los años ’90 británicos: baile, rave y psicodelia.
Por eso el funeral no quedó en un círculo íntimo: hubo músicos, fans y vecinos de manchester siguiendo el cortejo. Una postal que narra ese clima: el féretro de Mani con el arte del debut de The Stone Roses y un detalle futbolero de Manchester encima.
En la catedral, además del “who’s who” musical, se vio a David Beckham y Gary Neville entre los que fueron a despedirlo.
The Stone Roses en Inglaterra: el debut que abrió todo y la espera que lo quebró
“Stone Roses me cambió la vida”, dijo Noel Gallagher. Y “si no fuera por ellos, no existiría Oasis”, remató Liam. Esa frase funciona como atajo para entender por qué, incluso hoy, The Stone Roses siguen siendo una referencia que excede a los fans: banda y punto de de no retorno.
Liam Gallagher observa el féretro de Gary “Mani” Mounfield al finalizar el funeral en la Catedral de Manchester. (Peter Byrne/PA via AP)Su álbum debut de 1989 fue aire nuevo: un disco juvenil y canchero que mezcló espíritu psicodélico, baile, guitarras ácidas que y le dio a Manchester un nuevo capítulo. Canciones como «I Am the Resurrection», «She Bangs the Drums» y «Fools Gold» quedaron como clásicos y ayudaron a pavimentar el clima de lo que después se llamaría Britpop.
Hasta Pete Townshend, de The Who, quedó deslumbrado cuando escuchó a Stone Roses por primera vez. Y la tapa —los limones, la pintura, el gesto pop convertido en símbolo— terminó de fijar esa de calle, de rock de barrio y “rock de barricada” y a la vez sofisticado.
El segundo disco, la presión y la leyenda
Después de ese debut Inglaterra esperaba el regreso triunfal. El regreso tardó… Hubo pelea con sellos, desgaste y discusiones internas. Cuando finalmente apareció Second Coming (1994), «llegó como vos no lo esperabas», al menos para la prensa inglesa.
Una imagen de los comienzos de Stone Roses, con Mani, último al fondo.Y sin embargo, escuchado hoy, Second Coming tiene algo que el tiempo suele regalar: perspectiva. «Love Spreads», por ejemplo, es un clásico absoluto, y el disco muestra una banda intentando escapar de su propia leyenda: ir hacia Hendrix y Zeppelin sin sonar a museo. Tensión, densidad, improvisación (en el sentido de jam jazzera) y también exceso..
Así, el segundo disco dividió aguas. Pero The Stone Roses en Inglaterra fue la banda bisagra. La que abrió una puerta estética y sonora por la que después pasaron otros con más velocidad y más oportunismo histórico.
En el medio de toda esa historia, quedó claro en una foto frente a una catedral: el pulso era Mani. El bajo que sostuvo una época. El que, incluso sin escenario, ayer volvió a unirlos a todos.

