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sábado, septiembre 27, 2025

Lina Meruane: «No sé cómo resolver esta pregunta, ¿cómo hablo de violencia sin violentar?»

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La premiada escritora chilena, ensayista y periodista cultural Lina Meruane (Santiago de Chile, 1970) es una de las invitadas extranjeras presentes en el Festival Internacional de Literatura Filba 2025. De antepasados italianos y palestinos, ha publicado tres libros sobre el tema reunidos en Palestina en pedazos: Volverse Palestina, Volvernos otros y Rostros en mi rostro. En la inauguración del festival, el jueves pasado, la escritora eligió que su primera participación fuera en torno a ese tema. Una apuesta clara para un tema ríspido.

La escritora chilena Lina Meruane en Buenos Aires. Foto: Fernando de la Orden.La escritora chilena Lina Meruane en Buenos Aires. Foto: Fernando de la Orden.

Su obra fue traducida a varios idiomas, entre ellos el inglés, italiano, portugués, francés y alemán. En 2023 fue distinguida con el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso a su obra, obtuvo el Anna Seghers, en Alemania, y el Sor Juana Inés de la Cruz por Sangre en el ojo (2012) y en Enseña escritura creativa en la Universidad de Nueva York (USA).

Empatía es atravesar el muro, el espejo que representa el otro, acortar la distancia para sufrir con él o ella desde su terrible circunstancia”, leyó en el auditorio del Malba en la apertura del Filba hace dos días. Un rato después, dialogó con Clarín.

–En ese mismo texto que leíste de Palestina en pedazos, aparece la contrariedad en ese sentir: “Se puede empatizar con el agresor”.

–Me parece interesante poner el foco en lo que es la empatía. Porque decir que soy empático no es suficiente. Podemos empatizar para un lado, para el otro, y está el peligro de pensar la empatía como una especie de energía “resolvedora” de todo. No es que no sea bueno ser empático, y también eso lo digo en el texto, pero también hay que dimensionar el efecto, la posibilidad y las vueltas de la empatía. Y pensar, bien, hay que empatizar con el lado correcto de la historia, las víctimas de la historia, pero también hay que exigir medidas concretas. Totalmente. Que no sean… Porque también ahora está muy diluida la empatía en términos de hago un like y empaticé, y ahí me quedé bien tranquila porque manifesté mi adhesión a una causa. Pero hace falta mucho más, hace falta la manifestación en la calle, hace falta exigirles a nuestros representantes. Cuando vi que varias que dejaron casi solo a Netanyahu en las Naciones Unidas porque se fueron varias de las delegaciones. En la ONU donde no es el mundo representado, son los líderes de países con sus propios intereses, con sus propias amistades, con sus propias afiliaciones. De repente pensé, espera, ¿está habiendo un cambio? ¿Es verdad que está pasando esto? Que de pronto ya no se puede admitir más la excepcionalidad de esa violencia impune. Y es cuando te preguntas ¿qué se hace? Me parece importante volver a preguntarnos ¿en qué medida este sentimiento empático de una buena causa logra hacer que esto tenga un efecto político? Es la misma pregunta que me hago con la literatura. ¿En qué medida mi propio esfuerzo de escritura, de reflexión y de imaginación tienen efecto? Y me preguntan mucho ¿Qué puede hacer la literatura? Y digo, bueno, a ver, la literatura es un trabajo micro político. Mi texto se encuentra con tu lectura y luego se encuentra con la lectura de alguien más. No es que la literatura va a cambiar el mundo, pero va movilizando, va educando, va ayudando a pensar. Como una especie de efecto dominó, de pequeño dominó. Ya veremos hasta dónde llega. Hay un momento hermoso en la sala de clase, también hay muchos momentos horribles, pero hay un momento hermoso que es cuando tú ves que un estudiante abre los ojos y dice, ¡ah! Y tú dices, ¡ah, bien! ¡Ya está! Pasó algo. Creo que, si no tuviera un poquito de esperanza en lo que hago, no podría seguir adelante.

Heridas, ciencia y ceguera

En 2012 publicó Sangre en el ojo, una novela en la que la ficción y la autobiografía se entrecruzan, las heridas, la ciencia, la ceguera.

“La vulnerabilidad –agrega y se deja bañar por el sol que entra por la ventana del bar del hotel que la aloja en Palermo–, la dependencia, la recuperación que no siempre se logra. Seguí haciéndome preguntas, siempre las hago. Leyendo sobre cegueras, ojos…Mi compañero, de toda la vida, me dijo, ‘¿qué vas a hacer con eso? ¿Por qué esta obsesión tuya con los ojos?’. Siento que pienso mejor cuando escribo, y entiendo lo que pienso mientras escribo. Creía que era un tema que solo me importaba a mí y de pronto se dio el estallido social en Chile y empiezo a ver cómo le empiezan a asesinar los ojos a la ciudadanía, no es una cosa accidental, sino que claramente programada, pensada, ensayada. Una manera de poner la violencia del poder a la vista de todos, para amedrentar y para exhibirse”.

Meruane dirá que todo eso le resultó muy impactante: “Me di cuenta que no era que a mí me importaban los ojos, es que al poder también le importaban los ojos de la ciudadanía. Al poder también le interesaba que la ciudadanía que había despertado, esa era la palabra que se usó en ese momento, no solamente dejara de ver, sino que castigarla en su ver. Y ahí dije, este es el momento en que yo tengo que sacar todo lo que estuve pensando y escribiendo estos, no sé, 20 años. Entonces escribí muy rápido Zona ciega (2021, ensayo dividido en tres partes) y descubrí que esto no solo estaba pasando en Chile, estaba pasando en Colombia, en Quito, en Medio Oriente”.

Y en Palestina, claro. Suma al país de sus ancestros a la lista. “También había una manera de castigar a la ciudadanía levantada en Palestina, rompiéndoles los brazos y las piernas, es decir, no matándolos, pero dañándolos y dejándolos incapaces de sostenerse. Una articulación muy distinta de lo que eran nuestras dictaduras, que escondían el daño, porque el daño desaparecía y además se encargaban de asesinar. Acá es mostrar el daño, un daño que debilita a la ciudadanía. Un daño que les recuerda que solo son cuerpos y que ese cuerpo va a quedar dañado y doliente e incapacitado o discapacitado para siempre. Castigar para deshabilitar a la ciudadanía en su cuerpo y hacerla pagar por su rebelión, pero no llegando a la muerte, porque la muerte tiene un costo político nacional e internacional”.

–Mirar como el hecho de estar consciente, sin embargo, el impacto de las imágenes, sobre todo las que se difunden de lo que ocurre en la Franja de Gaza, hace que mucha gente prefiera no ver por su crueldad y es ahí donde las palabras, como las tuyas cobran otro valor.

–Estamos abriendo una caja de reflexiones muy grande. Me lleva a recordar un ensayo de Virginia Woolf, que se llama Tres Guineas, que parte con una reflexión que hace Woolf sobre la Guerra Civil Española y las fotos que ella empieza a recibir de cuerpos desmembrados por los bombardeos. Y ella sostiene la tesis de que ver esas fotos no hacen sino activarnos y de alguna manera movilizarnos para siempre, porque es insoportable verlas, ver esa muerte. Susan Sontag, ante el dolor de los demás, discute esta idea y dice que no es así, que esas mismas fotos no hacen lo mismo en cada persona. De hecho, yo puedo mirar esta foto y empatizar con los palestinos y que me duela, esa es una respuesta, pero también puedo mirar esta foto y decir qué bueno que los están castigando a todos, se lo merecen. Y entre medio está quien no puede ni mirar la foto o que decide no mirar la foto para no participar de ese morbo, de esa violencia, de esa circulación, de esas muertes.

La escritura es una manera de sortear la imagen, pero también es una manera de crear imagen.

–¿Qué sucede con lo escrito, con el narrar la violencia?

–También tiene su dificultad, porque cuando yo te cuento un cuerpo desmembrado, ¿qué estoy haciendo? ¿Revictivizando? ¿Cómo cuido eso? Es una pregunta difícil de resolver en la escritura. Cada autor va resolviendo como puede, con más o menor reflexión.

–¿Qué ocurre con el lector que se encuentra con ese texto?

–Cuando tú estás leyendo sobre cuerpos desmembrados, mujeres violentadas, femicidios, bueno, todo lo que hay, tú imaginas. Porque cuando uno lee, uno hace un trabajo de imaginación. Porque una cosa es decir, no veo Instagram, pero otra cosa es leer, imaginar y quedarte con esa imagen metida, clavada, dentro de tu cabeza, para siempre. Entonces también eso es muy delicado. Lo que quiero decir, es que la escritura es una manera de sortear la imagen, pero también es una manera de crear imagen. Y en gran medida somos escritores educados en el cine y que trabajamos mucho la visualidad de la palabra. No es solamente el cuidado de cuántas imágenes circulan. Yo nunca posteo, ni reenvío imágenes de niños muertos. Pero el jueves, en la inauguración de Filba leí un relato muy corto en el que hablo de todos esos pedacitos de niños, primero la voz narrativa es singular y después plural, porque se va sumando a ese cuerpo, como una especie de Frankenstein, otros pedacitos para declamar un momento, una posición política que es “no nos vamos a ir”. Yo misma me planteo esta pregunta y no sé cómo resolverla: ¿Cómo hablo de esta violencia sin violentar, sin revictimizar? Y al mismo tiempo, ¿tiene sentido abstenerse de este relato cuando uno necesita denunciar lo que está pasando? Entonces, son preguntas con las que yo estoy trabajando todo el tiempo.

Busca una manera de resolver esas dudas y piensa en el film Grizzly Man (El hombre oso), de Werner Herzog, donde el director alemán explora la vida y muerte del experto en osos Grizzly Timothy Treadwell que vivió entre estos animales durante trece años sin ningún tipo de armas y grabó todas sus experiencias en el bosque.

La escritora chilena Lina Meruane en Buenos Aires. Foto: Fernando de la Orden.La escritora chilena Lina Meruane en Buenos Aires. Foto: Fernando de la Orden.

“Herzog recoge todo este material visual, de este chico que era amigo de los osos y en el momento que tiene que contar su muerte, porque fue comido por otros osos, el director escucha la grabación, pero tú no escuchas nada. Pero, sí puedes imaginar cómo fue esa muerte. Es una manera muy sensible de contar, él se expone a ese momento de enorme violencia, pero al mismo tiempo nos protege de ese sonido. La contradicción está presente, porque yo imagino cómo es ese sonido, cómo es esa muerte».

La noticia del brutal narco femicidio que sacudió estas últimas horas a nuestro país la llevo a hablar con Juan Cárdenas, el autor colombiano. “Conversamos acerca de la performatividad de este momento. ¿Cuál es el objetivo de dañar de tal manera? No se trata de matar sino de hacer un espectáculo de la muerte

Lina Meruane básico

  • Nació en Chile en 1970. La obra de ficción incluye los relatos reunidos en Las Infantas y Avidez, y cinco novelas –Póstuma, Cercada, Fruta podrida, Sangre en el ojo y Sistema nervioso– traducidas a doce lenguas.
  • Entre sus libros de no ficción se cuentan los ensayos Viajes virales y Zona ciega, así como el ensayo personal Palestina en pedazos (versión ampliada de su anterior Volverse Palestina), el ensayo lírico Palestina por ejemplo, y la diatriba Contra los hijos. Ensayo general, en tanto, reúne sus textos ensayísticos más breves.
La escritora chilena Lina Meruane en Buenos Aires. Foto: Fernando de la Orden.La escritora chilena Lina Meruane en Buenos Aires. Foto: Fernando de la Orden.
  • Ha incursionado en la dramaturgia con una adaptación teatral, Un lugar donde caerse muerta y una obra dramática: Esa cosa animal.
  • Ha recibido los premios Metropolis Azul (Canadá 2023), Cálamo (España 2016), Sor Juana Inés de la Cruz (México 2012), Anna Seghers (Berlín 2011) y becas de escritura de la Fundación Guggenheim (USA 2004), la NEA (USA 2010), la DAAD (Alemania 2017) y Casa Cien Años de Soledad (México 2021), entre otros.
  • Enseña escritura creativa en la Universidad de Nueva York (USA). En 2023 obtuvo el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, que otorga la Universidad de Talca.

Lina Meruane estará hoy sábado a las 19 en el panel Donde todo empieza junto a Dani Zelko, Juan Cárdenas, con la moderación de Hinde Pomeraniec. en el C. C. U. Paco Urondo.


Sobre la firma

Fabiana Scherer

Es periodista con más de dos décadas de trabajo, con especialización en periodismo cultural. Es autora de los libros Alzamos la voz (Urano) y Esos Raros Relatos Nuevos (Catapulta).

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