Un grupo de diez argentinos deportados de Estados Unidos por el gobierno de Donald Trump llegó a la Argentina este jueves poco después de las 3 de la madrugada.
Los expulsados viajaron a bordo de un Boeing 767-300 en un vuelo especial de la empresa Omni Air International, contratada por el llamado Homeland Security.
La aeronave hizo primero una escala en Bogotá, la capital de Colombia, y luego dejó a un grupo de brasileños en el aeropuerto Confins, en Belo Horizonte. Por primera vez, la compañía continuó su trayecto hasta Buenos Aires y aterrizó en Ezeiza a las 3:19.
Algunos familiares se acercaron al aeropuerto para recibir a los argentinos deportados. Hubo abrazos y llanto.
Según el Departamento de Seguridad Nacional, estos vuelos de deportación tienen como objetivo repatriar a ciudadanos extranjeros que violaron las leyes de inmigración de Estados Unidos. Se trata, en su mayoría, de personas que ingresaron de manera ilegal, que no estaban autorizadas a permanecer en el país, que fueron condenadas por distintos delitos o que son consideradas una amenaza para la seguridad nacional.
Previamente, Clarín consiguió en exclusiva la lista tentativa de los 17 argentinos deportados, con sus edades y las acusaciones que pesaban sobre ellos en Estados Unidos. Este jueves fueron enviados los primeros 10.

Dentro de los 17 argentinos deportados figuran: María Meiners, de 48 años, acusada de «fraude» en el documento del Homeland Security; Ricardo Herrera-Manino (55), acusado de «robo de auto – armado» en el mismo documental; Carlos Tealdi (64), acusado de presunta «explotación sexual de un menor»; Marcos Ontivero (49), acusado de «solicitar prostitución»; Sergio Correas Videla (47) y Francisco Paglino (27), acusados de conducir «bajo efectos del alcohol»; Luciana Lorena Lopresti (30), acusada de presuntas «agresiones» sin más especificaciones; Pablo Ridolfo (21), acusado de presuntos «delitos de orden público»; Nicolás Ortiz (26), acusado de presunta «amenaza de agresión»; Daniel Rodrigo Céspedes (30), acusado de presunto robo; y Rodolfo Valor (55), a quien en su acusación aparece la palabra “tránsito”, pero sin otro detalle.
Para los seis restantes no se registraban acusaciones en la deportación, según el documento al que accedió Clarín. Se trata de Ernesto Nuñez (58), Julián Francisco Rojas (34), Marcos de Moura (37), Mario Robles (25), Maximiliano García (49) y Sandra Marquez (55).
«No somos criminales», la palabra de los argentinos deportados
Uno de los primeros en hablar fue Maximiliano García, quien relató la experiencia de su detención y criticó duramente la gestión de Trump: explicó que fue detenido debido a una «supuesta orden de deportación» de 2015, de la que nunca había sido notificado, a pesar de vivir en Estados Unidos desde 2001, con su familia, su hogar y su permiso de trabajo vigente.
«Es extraño estar detenido en una situación tan inusual, porque esta gestión de Trump es una página negra dentro de la historia gloriosa de Estados Unidos», se quejó. Y explicó: «A los ojos de ellos nosotros somos criminales».

Según contó, fue identificado mientras realizaba un trámite familiar en la oficina de Inmigración de Orlando y trasladado a un centro de detención desde el 21 de agosto. «Mi hija tiene 21 años y luego de concluir el trámite me dijeron ‘pase por el costadito para unas preguntas adicionales’. Y ahí me llevaron», describió.
García aseguró que, en su opinión, la administración estadounidense demuestra un marcado sesgo y racismo, afectando incluso a personas con residencia legal. «Es notable el odio en cuanto al racismo en esta paupérrima gestión de Trump», insistió.
«Yo no tenía miedo, pero están partiendo familias a la mitad. Estuve detenido en un centro de Miami», concluyó.
Otro de los deportados, Mario Robles, también se dirigió a la prensa para enfatizar: «No somos criminales».

El joven, con marcado acento mexicano ya que vivió allí desde los 18 años, contó que lo detuvieron cuando estaba por llegar a San Antonio, Texas. Si bien no precisó los motivos de su detención, reiteró: «No somos criminales, no matamos ni violamos. Ahora lo que quiero es estar con mi familia».
Según dijo, le informaron que no podría regresar a Estados Unidos durante cinco años. En México tiene su esposa y a su hija. «Está complicado estar lejos de la familia, estar rodeado de gente buena. Ahora lo que quiero es estar con mi familia», concluyó, mientras su rostro reflejaba una mezcla de alivio y dolor.