«Lo del tarot está exagerado, pero lo de las tortas es cierto. Cada tanto cuenta cómo se hace un rogel. ¿Tiene algo de malo de eso?». Un dirigente muy cercano a Karina Milei responde así, con tono distendido, una pregunta que cruza al círculo rojo. ¿Cómo es realmente la hermana del Presidente, a la que él mismo catalogó como «El Jefe»?
La incógnita parte de una realidad. Más allá de algunas apariciones públicas, como aquella en el Parque Lezama, donde leyó un discurso, a la secretaria general de la Presidencia se la ve y, sobre todo, se la escucha poco. Pero ya nadie duda de su rol central en las decisiones del Gobierno. Sobre todo las políticas.
Y en pocos días, esa gestión comenzará a ser auscultada. El sello de Karina estuvo en los cierres electorales de las provincias que adelantaron su comicio local. En algunos casos, como Salta, se procuró no molestar al gobernador aliado (el peronista Gustavo Sáenz) con armados que puedan restarle votos. Una gentileza por otros votos prestados: los del Congreso.
En otros distritos, como la Ciudad de Buenos Aires, la apuesta fue mucho más fuerte: mientras Javier Milei hablaba de un acuerdo nacional con el PRO, Karina avanzaba en una construcción propia para dinamitar a la fuerza de los Macri en la cuna que los vio nacer y crecer.
Jugada arriesgada, que luego sumó un movimiento muy polémico: echar de La Libertad Avanza a Ramiro Marra, uno de los fundadores del espacio y amigo personal del Presidente. «¿Por qué Javier no dijo nada? Y, por ahí tenía miedo de que la hermana lo raje a él del Gobierno…«, ironizaba entonces una fuente libertaria que conocía la relación del trío.
Marra es el dirigente libertario más conocido del distrito y era candidato puesto a encabezar la lista oficial, ya que debía renovar su banca. Ahora, lo tienen como rival interno/externo, bajo el sello de la Ucedé. Y aunque el legislador diga que él «no compite» contra La Libertad Avanza, sabe perfectamente que buscará votos en la misma pecera electoral. Un analista le pone números: «Son los 800.000 votos que sumaron entre Milei y Bullrich en las PASO presidenciales en CABA».
Una fuente cercana a Karina Milei aporta un dato para justificar la movida: «Ella lo quería echar a (Eugenio) Casielles, que es el socio de Ramiro y también legislador. Pero Ramiro se negó y ahí se rompió la cosa».
El encono de la secretaria presidencial con Marra explicaría también, según esta fuente, la pelea con el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri: «Lo único que le pidió Karina es que presione en la Legislatura para sacarle a Ramiro el nombre de La Libertad Avanza a su bloque. Y Jorge no hizo nada».
Más allá de la veracidad total o parcial de la versión, lo cierto es que otro funcionario muy próximo a Karina confirma que la hermana del Presidente «lo detesta» al jefe de Gobierno porteño, presuntamente por «no cumplir» acuerdos.
La pelea, es sabido, terminó con una jugada de riesgo: el vocero Manuel Adorni, que en algún momento especulaba con ser candidato a senador nacional, deberá meterse en el barro local para disputar una banca en la Legislatura porteña el 18 de mayo.
Las encuestas que viene adelantando Clarín hablan de una disputa pareja, muy atomizada y con final abierto. El que picó en punta por la fragmentación fue el radical K Leandro Santoro; a priori, el principal enemigo común que deberían tener macristas y libertarios.
¿Quién pagará el costo si la división de la derecha porteña, que domina la Ciudad hace 20 años, termina con triunfo K? Un analista que ya trabaja para uno de los candidatos, se anima a anticipar: «Si pasa eso, quedarán claros los errores de Karina y al Gobierno no le quedará otra que buscar un acuerdo con el PRO para la elección nacional, sobre todo en la Provincia».
¿Y si Adorni gana el 18-M? Podría ser el principio del fin, o algo parecido, para el partido que disputó la grieta con el kirchnerismo en la última década. Y Karina quedará como la gran estratega.