A horas de que el Lollapalooza 2026 anunciase su line-up día por día, finalmente el nombre de la cantante británica Lola Young, de 24 años, quien atravesaba uno de los momentos más importantes de su carrera: la promoción de su flamante álbum I’m Only F**king Myself, lanzado el mes pasado, no figura más entre los artistas internacionales que se marcarán la próxima edición.
En su mejor momento, con una exigente agenda de 31 conciertos previstos antes de fin de año, la artista sorprendió a sus fans al anunciar que suspende toda actividad tras sufrir un preocupante desmayo durante su presentación en el festival All Things Go, en Nueva York.
En medio de su interpretación del tema Conceited, Young pareció intentar comunicarse con alguien entre el público antes de desplomarse sobre el escenario. La escena alarmó a los presentes, que relataron en redes sociales el dramático episodio. “Acabo de ver a Lola Young desplomarse en medio de una canción y ser arrastrada fuera del escenario como un cadáver”, escribió un usuario en X, mientras otros fans compartían su conmoción.

La palabra de Lola Young tras el fuerte episodio
Horas después, la propia cantante comunicó su decisión de detenerse: “Me voy por un tiempo. Me duele decir que tengo que cancelar todo por ahora”, expresó en un comunicado en el que además prometió reembolsar todas las entradas y agradeció el apoyo de sus seguidores. “Espero de verdad que me den una segunda oportunidad cuando haya tenido tiempo para trabajar en mí misma y volver con más fuerza”.
Según trascendió, el episodio en Nueva York llegó después de días complicados. La artista había confesado sobre el escenario que atravesaba “un asunto delicado”, y ya había cancelado un show en Nueva Jersey por motivos de salud mental. “En muy pocas ocasiones, mi equipo y yo tenemos que tomar medidas de protección para cuidarla”, explicó su representante, Nick Shymansky, quien supo manejar a Amy Winehouse.

Una agenda agotadora y antecedentes de episodios
La exigencia física y emocional que implicaba su gira ya había despertado preocupación entre sus fans. En octubre debía comenzar una serie de diez conciertos en ocho ciudades del Reino Unido, para luego cruzar nuevamente a América del Norte y cerrar el año con más de veinte shows en Canadá, Estados Unidos y México.
No era la primera vez que Young enfrentaba complicaciones en pleno show: en abril, durante su paso por Coachella bajo 40° de calor, tuvo que abandonar el escenario para vomitar y luego regresó para terminar su set. También en el Summer Ball de Capital Radio padeció problemas técnicos con su monitor intraauricular, aunque logró finalizar la presentación.
El trasfondo: salud mental y adicciones
Lola Young ha hablado en varias ocasiones con franqueza sobre los desafíos que enfrenta. Diagnosticada a los 17 años con trastorno esquizoafectivo —una condición que combina síntomas del trastorno bipolar con episodios de psicosis—, también reveló que lucha con TDAH y un historial de adicciones. El año pasado pasó cinco semanas en un centro de rehabilitación para tratar su consumo de cocaína, y a mediados de 2025 volvió a internarse tras una recaída.
La cantante ha explicado que, en parte, sus problemas surgieron tras un trauma de infancia que prefiere no detallar públicamente, y que el consumo de cannabis agravó sus síntomas. “No creo que me sea útil explicar cuál fue ese trauma, porque es muy fuerte y muy inusual”, dijo en una entrevista.
Su representante asegura que el equipo siempre prioriza su bienestar: “Lola sabe que puede cancelar cualquier show en cualquier momento si siente que no está bien”.