La celebración por los 100 años de los cuerpos estables del Teatro Colón llegó rodeada de orgullo, pero también de tensiones acumuladas. El festejo que debía realizarse el 25 de mayo fue reprogramado para el 30 de diciembre, y durante meses se anunció que el cierre del centenario sería un concierto con Charles Dutoit y Martha Argerich. Ese proyecto se cayó y fue reemplazado por una gala dirigida por Beatrice Venezi, decisión que, según un músico de la Orquesta Estable, “no estuvo a la altura de lo que el centenario merecía”. Sus declaraciones, como las de muchos compañeros, se mantienen anónimas para evitar que planteos colectivos se personalicen.
El malestar se profundizó tras un video difundido en redes donde el director general, Gerardo Grieco, habló ante abonados de supuestos enfrentamientos entre orquesta, coro y ballet, de una “máquina de impedir” con usos y costumbres que dificultarían el trabajo. Las afirmaciones -consideran los músicos— no sólo fueron inexactas, sino que responsabilizaron a los cuerpos artísticos por problemas estructurales. Las disculpas ofrecidas luego, en una reunión reducida con algunos solistas, se consideraron insuficientes.
Pero el enojo no nace de un episodio aislado. Desde principios de año, Orquesta y Coro vienen alertando sobre problemas de organización, falta de disponibilidad de sala para ensayos, dificultades acústicas, cancelaciones y cambios de programación que afectaron el desarrollo de la temporada.
En una carta difundida en junio, la Orquesta expresó su preocupación por la drástica reducción de títulos líricos de 2025 y la prevista para 2026: apenas seis óperas, un número similar al de los años de pandemia y muy lejos de la tradición del Colón. Señalan que esta política empuja al teatro hacia un modelo de “sala multifunción”, desdibujando su identidad lírica.
Ambos cuerpos coinciden en el diagnóstico: la ópera terminó relegada. El entrevistado de la Orquesta atribuye el desbalance a la centralidad otorgada a Julio Bocca y a la priorización del ballet en la disponibilidad del escenario. Este año, subraya, hubo tantos títulos de ballet como de ópera, algo inédito en la historia del teatro. La consecuencia fue que varios títulos líricos quedaron en versión concierto y que la actividad sinfónica se desplazó “extramuros”, cuando históricamente la orquesta contaba con ciclos prestigiosos dentro del propio Colón.
Desde el Coro Estable, una integrante del cuerpo describe la temporada 2025 como “una de las más raquíticas en décadas”. El próximo año las cosas empeorarían para el coro: participarán sólo en cuatro de las seis óperas previstas, muy lejos de los años en los que la programación incluía Verdi, Wagner, Mozart, un título francés, uno belcantista y un clásico.
Beatrice Venezi. La directora italiana estuvo a cargo de la batuta en la gala por los 100 años de la Orquesta y Coro Estable del Teatro Colón. Foto: Juanjo Bruzza
Sin concursos
A esa merma se suma la falta de concursos: desde 2019 no se realiza ninguno y el coro funciona con 20 vacantes sin cubrir. Esto desbalancea las cuerdas, obliga a esfuerzos vocales peligrosos y vuelve inviable abordar grandes títulos sin comprometer la salud de los cantantes.
Ambos entrevistados coinciden también en la necesidad de ordenar un punto crítico: el desfase entre reglamentos obsoletos y “usos y costumbres” que nunca fueron formalizados. Reclaman una mesa de diálogo real para construir un convenio actualizado que regule la actividad sin ambigüedades.
La dimensión simbólica del centenario tampoco estuvo exenta de desencuentros. La propuesta de instaurar un Día de los Cuerpos Estables -coincidente con el nacimiento del primer concertino, Carlos Pecina– y la idea de colocar una placa conmemorativa fueron iniciativas impulsadas por los propios músicos junto a una legisladora, no por la dirección.
La carta de los integrantes de la Orquesta estable del Teatro Colón.Pese a las tensiones, los reclamos convergen en un pedido central: que el Teatro Colón recupere una temporada acorde con su historia. Más títulos, mejor planificación, concursos que recompongan las plantas estables y un diálogo institucional transparente. “Queremos trabajar más, no menos”, resume la integrante del coro. El deseo compartido es que el centenario no sea sólo un cierre simbólico, sino el punto de partida para garantizar otros cien años de excelencia lírica.

