La vida amorosa de Christina Onassis (1950-1988), heredera del imperio naviero griego, cuyo cuerpo fue hallado sin vida en circunstancias extrañas el 19 de noviembre de 1988 en el baño de la casa de Marina Dodero, estuvo marcada por una serie de relaciones y matrimonios que reflejaron su constante búsqueda de amor y estabilidad.
Como contó su amiga argentina, la heredera de Aristóteles Onassis padecía de trastornos alimenticios y ansiedad y, aunque “hacía siempre lo que quería”, nada parecía ser suficiente. A continuación, revisitamos sus principales historias sentimentales.

Joseph Bolker: El primer amor y la oposición paterna
A los 20 años, Christina contrajo matrimonio con Joseph Bolker, un constructor estadounidense de 47 años, divorciado y padre de cuatro hijas.
La diferencia de edad y el hecho de que Bolker ya tuviera una familia previa generaron una fuerte oposición por parte de Aristóteles Onassis, padre de Christina, quien amenazó con desheredarla.
La presión familiar y las diferencias irreconciliables llevaron a la pareja a divorciarse tan solo nueve meses después de la boda.

Alexandros Andreadis: Un matrimonio entre dinastías navieras
En julio de 1975, tras una serie de tragedias familiares, Christina se casó con Alexandros Andreadis, heredero de otra prominente familia naviera griega.
La unión parecía predestinada a fortalecer los lazos entre dos poderosas dinastías marítimas. Sin embargo, las diferencias financieras y personales emergieron rápidamente.
Andreadis esperaba compartir la fortuna de su esposa, mientras que Christina deseaba mantener su independencia económica. Las constantes disputas públicas culminaron en un divorcio 14 meses después.

Sergei Kauzov: Amor en tiempos de la Guerra Fría
Durante un viaje de negocios a Moscú en 1976, Christina conoció a Sergei Kauzov, un funcionario soviético del sector marítimo. A pesar de las barreras culturales y políticas, se casaron en agosto de 1978 en una ceremonia civil en Moscú.
El matrimonio enfrentó desafíos significativos, incluyendo la necesidad de residir en la Unión Soviética y rumores sobre posibles conexiones de Kauzov con la KGB. Christina encontró difícil adaptarse a la vida en Moscú y, tras 17 meses de relación, la pareja se divorció.
A pesar de la separación, mantuvieron una relación amistosa, y Christina le otorgó a Kauzov dos petroleros como parte del acuerdo de divorcio.
Thierry Roussel: Un matrimonio marcado por la infidelidad
En 1984, Christina se casó con el francés Thierry Roussel, conocido por su estilo de vida playboy. De esta unión nació su única hija, Athina, en enero de 1985.
Sin embargo, el matrimonio estuvo plagado de problemas, principalmente debido a las infidelidades de Roussel, quien mantuvo una relación paralela con la modelo sueca Marianne Landhage. Estas traiciones, sumadas a diversas disputas financieras, los llevaron al divorcio en 1987.
A un mes del fallecimiento de Christina, Roussel habló con Revista GENTE y aseguró: “Fui el único que la amó”. En relación a la ansiedad que padecía la madre de su hija, explicó: “Tenía los caprichos lógicos de cualquier mujer. Su ansiedad, en cambio, era más fuerte que nuestro amor. Le ofrecí lo máximo que pude: el amor de un hombre, una familia y una vida sin sobresaltos. Pero no pude estabilizarla”.

En referencia al motivo de su separación, aclaró que ese no fue el único. Y que «no se trataba de una mujer introvertida, infeliz con su suerte y caprichos”. A la hora de definir su personalidad “difícil”, prefirió hacerlo así: “Tenía un carácter cambiante y muchas veces la enfurecía tener que esperar algo, por ejemplo. Pero cuando estaba rodeada de amigos era alegre”.
También hizo hincapié en sus vaivenes con el peso, aunque aclaró que no estaba obsesionada por ser un «cisne» aunque elegía Marbella para sus largas curas “que contrarrestaba con pantagruélicas comilonas. Esa era su enfermedad”.
Al recordar a quien definió como una verdadera amiga –se siguieron hablando como padres de Athina y eran muy unidos, según él– destacó que “era una mujer de una belleza interior admirable y que era hipersensible”.

Sorprendido por la repentina muerte de Christina, por ese entonces compartió: “Es ridículo que haya muerto porque llevaba unos días tomando sólo jugos o Coca Cola. Christina solo tomaba las pastillas que le medicaban. Quizás se encontraba muy debilitada, pero como consecuencia de otro tipo de dieta, que ella no le confesó a nadie”.
Recordemos que el médico que revisó el cuerpo de la multimillonaria en la Clínica del Sol dejó constancia de que el único antecedente de importancia en la paciente era que se hallaba “en una estricta dieta hipocalórica y que recibió un derivado anfetamínico (flenfuramina) y un ansiolítico o hipnótico”.
Por el resto, subrayó el especialista, “no se recaban antecedentes patológicos que permitan referir la causa de su muerte”.

Jorge Tchomlekdjoglou: El amor argentino y una boda truncada
En sus últimos años, Christina encontró consuelo en Argentina, donde desarrolló una estrecha amistad con Marina Dodero. A través de ella, conoció a Jorge Tchomlekdjoglou, hermano de Marina y empresario textil de origen griego.
La relación floreció rápidamente, y la pareja planeaba casarse durante las Navidades de 1988. Trágicamente, Christina fue encontrada muerta el 19 de noviembre de 1988 en la residencia de los Dodero en el country Tortugas. A pesar de las dudas que se abrieron, la causa de su deceso fue debido a un edema pulmonar.

Jorge, quien descubrió su cuerpo, quedó profundamente afectado por su fallecimiento. Se comprometieron poco antes de la muerte de Christina: tenían planes de construir una casa en Buenos Aires y otra en el country club Tortugas. Marina recordó que Christina «sentía que este era su lugar en el mundo y que nosotros éramos su familia».
“Sí, nos íbamos a casar”, le dijo Tchomlekdjoglou a GENTE en un reportaje exclusivo desde Atenas. Jorge, profundamente afectado por su muerte, nunca se casó y falleció en Atenas el 23 de abril de 2019, a los 73 años.

La historia de Christina Onassis bien vale como un recordatorio de que la riqueza material no garantiza la felicidad personal. Lo aseguran los propios millonarios.
Fotos: Archivo Grupo Atlántida
Compilación de material: Gustavo Ramírez