“Alguien ha llegado y ha dado una patada al ajedrez, pero las fichas han quedado en el tablero, tenemos que colocarlas de nuevo”. La frase pronunciada esta semana por Félix Sanz Roldán, militar y ex director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), ilustra el desafío al que se enfrenta el mundo tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. El magnate estadounidense ha sacudido el planeta al detonar una guerra comercial que cambiará para siempre las reglas del comercio mundial. “El comercio nunca volverá a ser el mismo pese a las negociaciones arancelarias”, dijo hace unas semanas Christine Lagarde, presidenta del BCE, en Fráncfort.
A 2.300 kilómetros de allí, en Sevilla, está semana se ha planteado una pregunta: “¿Deberíamos dar las gracias al presidente de Estados Unidos por provocar un nuevo escenario que propicie el despertar de Europa?”, pronunció con tono provocador Nuria Vilanova, presidenta del Consejo Empresarial Alianza para Iberoamérica (CEAPI), ante un nutrido grupo de empresarios españoles y latinoamericanos. “Trump es un catalizador para buscar nuevas alianzas en busca de una mayor autonomía e independencia comercial y económica. Ante el despertar de Europa, es el momento de más Iberoamérica. De ser prácticamente irrelevante para la UE, Iberoamérica ha pasado a ser estratégica para el mundo”, añadió Vilanova en el VIII congreso anual de la organización celebrado en Sevilla, donde se reunieron más de 500 empresarios de ambas orillas del Atlántico —y fueron invitados varios medios de comunicación, entre ellos EL PAÍS— para estrechar relaciones, analizar la coyuntura y buscar oportunidades de inversión.
Sergio Díaz-Granados, presidente del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), abunda: “Hay un cambio profundo en el mundo. No sé si hay que darle las gracias a Trump por crear esta oportunidad. Hay un cambio en un mundo que durante 80 años se manejó con reglas multilaterales y ha pasado a vivir con reglas propias. Es un cambio que va a modificarlo todo”.
Si hay que ponerle una fecha al momento en que se produjo ese cambio sería el 2 de abril de este año. Ese día Trump compareció en los jardines de la Casa Blanca con un gran cartel en el que se podían leer los nuevos aranceles que impondría al resto del planeta. Desde entonces, Trump ha amenazado con tarifas mucho más altas a China y luego ha abierto una tregua; los mercados financieros se han desplomado y posteriormente se han recuperado; los bonos estadounidenses se han disparado y también se han calmado ante los titubeos del empresario nacido en Queens (Nueva York), pero la enorme volatilidad, la incertidumbre económica y la sensación de caos no se han desvanecido. El mundo parece vivir en una especie de calma chicha a la espera de un nuevo giro de Trump, que desencadene una crisis, o estabilice el sistema.
Los aranceles de EE UU han protagonizado las conversaciones entre los cientos de empresarios reunidos esta semana en Sevilla. “Hay preocupación, pero no miedo”, señala una financiera que trabaja en una firma de gestión de patrimonios en Uruguay y Argentina. “Hay muchos países de la región que tienen déficit comercial con EE UU y otros están a la espera”, prosigue.
“La incertidumbre creada por la guerra comercial es una oportunidad. No hay que perder el tiempo llorando por la leche derramada”, suelta con una amplia sonrisa Omar Santos, una de las mayores fortunas de Colombia, dueño del grupo Trinity, que compró a la cadena de supermercados DIA la red de perfumerías Clarel. Un sentimiento parecido al que expresa Stanley Motta, propietario de Copa Airlines y uno de los hombres más adinerados de Panamá. Admite la preocupación por los nuevos aranceles pero sostiene que no hay temor porque están esperando a ver cómo queda finalmente el tablero.
“En América Latina claro que están preocupados por los aranceles. Las empresas de floricultura de Colombia, las hortofrutícolas o mineras de Perú, las energéticas de Bolivia. Todas están a la expectativa. Están a la espera de que baje la espuma para ver en qué situación queda el comercio mundial”, apunta Díaz-Granados. “No debemos esperar con nostalgia que vuelva el tiempo pasado, hay que mirar al futuro”, apostilla.
En esta tesitura emerge el encuentro entre América Latina y Europa ante el desafío arancelario de Donald Trump. Los empresarios de ambos lados del océano han subrayado esta semana en Sevilla la oportunidad que se abre para España como puerta de entrada al Viejo Continente, pero también para la UE. “España está dispuesta a darlo todo por Iberoamérica. En un momento en que otros abandonan la idea de caminar juntos. Este rumbo, que antes era necesario, ahora es imprescindible, de una importancia estratégica fundamental”, rubricó Jordi Hereu, ministro de Industria y Turismo, ante una selecta audiencia con algunas de las mayores fortunas del otro lado del Atlántico, durante una cena de gala en el Real Alcázar de Sevilla con espectáculo flamenco incluido. “Tenemos que buscar aliados para reforzar la democracia”, remachó. “El mundo tiene por fin conciencia de la necesidad de grandes alianzas, y en este contexto Iberoamérica hoy existe, no solo geográficamente, sino por la decisión de todos. Ya no solo España invierte en América Latina, sino que es también al revés, también el flujo de inversiones, la confianza en nuestro país crece sin precedentes”, apuntó Vilanova.
En la última década el mundo se ha vuelto multipolar. La presencia de China en los países latinoamericanos se ha hecho más patente. Ha estrechado las relaciones bilaterales, financiando grandes infraestructuras, como el puerto peruano de Chancay, levantado por la empresa china Cosco Shipping Ports, con una inversión de casi 4.000 millones de dólares. Pekín también ha suscrito suculentos contratos comerciales con Brasil, Colombia o Chile, entre otros, para controlar las materias primas. Estados Unidos, por supuesto, también tiene gran influencia en la región, aunque su pasado de injerencias políticas despierta algunos recelos. En ese contexto la firma del acuerdo UE-Mercosur está llamada a revitalizar las relaciones transatlánticas. España, coinciden la mayoría de la larga docena de empresarios y autoridades con las que EL PAÍS ha conversado en algún momento durante el foro de Ceapi, debe jugar un papel importante para acelerar la ratificación del acuerdo por parte de los Veintisiete.
“Queremos a toda Europa y América Latina trabajando conjuntamente”, pronuncia el presidente del CAF. “Si logramos el acuerdo de Mercosur tendremos el área comercial más grande del mundo con más de 1.100 millones de personas y un área que aglutina el 25% del PIB mundial”, augura el colombiano Díaz Granados. “Si logramos hacer eso bien habrá un espacio de crecimiento para las empresas grandes y pequeñas y ayudará a la seguridad europea en materias primas y alimentos”, añadió.
Arancha González Laya, exministra de Exteriores de España, apunta que “Iberoamérica tiene el antídoto ante la volatilidad económica y la volatilidad política. Es importante que Europa suscriba el acuerdo de Mercosur”. Al tiempo que advierte sobre los riesgos de las políticas de Trump para América Latina, subraya que “las remesas representan el 2% del PIB en una región que crece, pero tiene un crecimiento lento. Son muy importantes para ellos”.
“A pesar de la estabilidad macroeconómica, el crecimiento en la región sigue siendo insuficiente para absorber la demanda laboral y reducir la pobreza. En este contexto, la atracción de inversiones en sectores estratégicos como la transición verde y digital es esencial para el desarrollo sostenible. Sin embargo, Trump no prioriza la transición verde y presionará a los países de la región para desalentar las inversiones chinas. Esos factores abren una oportunidad para que España y la UE desempeñen un papel central en la región, promoviendo acuerdos comerciales como UE-Mercosur y la modernización del acuerdo con México, según escriben Carlos Malamud y Ernesto Talvi en un artículo publicado por el Instituto Elcano.
El crecimiento duplica el de la UE
En las últimas previsiones, el FMI calcula un crecimiento para América Latina y el Caribe 2,0% en 2025, antes de repuntar al 2,4% en 2026 , el doble que la Unión Europea y mayor al de Estados Unidos y la media de las economías desarrolladas. Sin embargo, estos cálculos del Fondo son peores que los proyectados hace un año, al detectar una actividad más débil de lo previsto a finales de 2024 y principios de 2025. Se suma el impacto de los aranceles impuestos por Estados Unidos, la incertidumbre y las tensiones geopolíticas asociadas, y un endurecimiento de las condiciones de financiamiento.
Importa el momento. América Latina es una región fragmentada y polarizada, pero en esta ventana temporal abierta por Trump, la mayoría de los países se encuentran con sus finanzas más saneadas, con la inflación bajo control y con grandes grupos empresariales que están creciendo y no tienen miedo a saltar fronteras. “En las últimas dos décadas, el proceso de internacionalización de empresas latinoamericanas ha adquirido una relevancia creciente en el escenario económico global. Impulsadas por la necesidad de diversificar mercados, reducir su exposición a riesgos regionales y aprovechar nuevas oportunidades comerciales y tecnológicas, numerosas compañías de la región han comenzado a explorar más allá de sus fronteras nacionales”, señala el último informe de Global Latam 2025, elaborado por el ICEX-Invest in Spain junto con la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB). Lo cierto es que el continente se les ha quedado pequeño a muchas empresas latinoamericanas y ahora miran a España como vía de entrada a Europa.
Si a finales de los noventa eran las grandes empresas españolas las que saltaban el océano para invertir en América Latina, ahora sucede el movimiento inverso. El desembarco de compañías multilatinas en España como puerta de entrada a Europa y puente hacía África convierte a estos grupos empresariales en Iberolatinas. No es solo la llegada de ricas familias a Madrid para comprar casas en el barrio de Salamanca. Hay un interés real en hacer negocios entre ambas orillas del océano. La inversión extranjera directa emitida por América Latina alcanzó en 2024 los 53.035 millones de dólares, lo que representa un crecimiento interanual del 50%, según el Global Latam 2025.
La UE es el tercer socio comercial más importante de América Latina, sólo después de Estados Unidos y China. El comercio total entre la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en bienes y servicios ascendió a 395.000 millones de euros, según los últimos datos disponibles, lo que supone un aumento del 45% en la última década.
La conclusión es que Europa y Latinoamérica se necesitan. La UE lograría un mercado global con más de 1.100 millones de personas y reforzaría su autonomía de suministro de materias primas como el cobre o el silicio, esenciales para los coches eléctricos o productos tecnológicos, y América Latina recibiría inversión, que espolearía el crecimiento económico y permitiría ofrecer oportunidades laborales a una población joven y numerosa. “La UE es consciente de que necesita aliados en un mundo más complejo, donde EEUU ya no es un socio fiable y hay nuevos desafíos, como la presencia de potencias expansionistas (invasión rusa de Ucrania). Entre los posibles aliados, América Latina sobresale con luz propia y hacia allí mira Bruselas, decidida a relanzar la relación birregional”, apuntan Carlos Malamud y Rogelio Núñez en un reciente artículo publicado por el Instituto Elcano. “Las empresas de Alemania, Francia o Italia ya están dando el salto. España debe aprovechar su oportunidad”, apunta un empresario del sector de la defensa.
En ese sentido se explica el acercamiento económico y diplomático entre ambos continentes. El próximo noviembre se celebrará en Colombia la cumbre de Santa Marta para impulsar la relación UE-CELAC. Además, hace un par de años, la UE presentó la agenda de inversiones Global Gateway para movilizar 45.000 millones de euros hasta 2027, en proyectos de inversión en los sectores digital, energético, transportes, salud y educación e investigación.
“En el Santander hemos registrado transferencias y operaciones por valor de 11.400 millones de euros al año desde Latinoamérica a Europa. Son transferencias de naturaleza personal, patrimonial, que muchas terminan en inversión”, explica Carmen Gutiérrez, responsable de la oficina de Family Office del Banco Santander.
“Trump ha sido un acelerante de un mundo que ya estaba cambiando, con el despliegue de China, la invasión rusa de Ucrania. Europa debe espabilar y lo necesita”, explica Manuel Contreras, presidente de la constructora andaluza Azvi, con proyectos en Europa del este y América Latina. “Países como Alemania, Bélgica o Francia han sufrido la caída de sus mercados tradicionales, en Oriente Medio y África, por lo que han visto que el único sitio donde tienen capacidad de crecer y el único continente que realmente ofrece esa oportunidad es América”.
Desde CEAPI apuntan a cinco grandes sectores donde Latinoamérica ofrece grandes oportunidades: minería, energía y agua, agricultura, turismo y educación. Roque Benavides, presidente del grupo peruano Buenaventura, que cotiza en Wall Street, advierte de que para la transición energética se necesitará más cobre. “Es el metal del medio ambiente de hoy en día, porque nos libera de los gases de efecto invernadero”, pero ha alertado de que en cinco o seis años “si no hay más proyectos de este mineral no habrá suficiente para abastecer todo el consumo mundial”.
“Si algún capital tiene América Latina es la bionaturaleza. Tiene grandes empresas en sectores clave. Tiene una capacidad muy grande en energía y tiene reservas probadas de gas por un valor de 14.000 millones de dólares. Son recursos importantes para la consolidación fiscal y la financiación de los recursos públicos”.
Otros empresarios que han participado en las jornadas coinciden en el análisis pero remarcan que aún quedan tareas pendientes. El principal problema de América Latina es la seguridad, necesita mejorar la seguridad ciudadana, la jurídica, la fortaleza de sus instituciones. “Será más fácil si se estrechan las relaciones con Europa”, sostiene uno de los ponentes del foro Ceapi.
En el nuevo tablero de piezas por colocar al que aludía Sanz Roldán también surje otra oportunidad para América Latina. Carlos Diez Rosillo, es uno de los hombres que mejor conocen a Donald Trump. Fue subsecretario adjunto de defensa en la anterior administración del político estadounidense. Este abogado de origen cubano trata de explicar la personalidad del inquilino de la Casa Blanca. “Es muy predecible”, dice, pese a todas sus contradicciones. Y anima a las empresas latinoamericanas a aliarse con compañías estadounidenses que llevaron sus fábricas a China y otros países asiáticos para captar inversión y relocalizar esas fábricas al sur de la frontera de EEUU. “Es un gran momento para que empresarios de todo el mundo, particularmente de América Latina, se aprovechen en este momento. Que regresen a hacer negocios con empresas americanas. Entender esto es importante porque es una oportunidad que no se va a dar en muchísimo, muchísimo tiempo “, sostiene Díez Rosillo. Muchas empresas que se fueron de EE UU no pueden volver por el coste de la mano de obra. “Pero pueden volver al vecindario”, dice. “Hay que entender que EE UU no es solamente el gobierno Federal, sino también están los gobiernos de los estados, son prácticamente 50 países, muchos de los cuales, como California que sería la séptima economía más grande del mundo”. Díez Rosillo que hace proselitismo de las políticas de Trump, anima a aprovechar la oportunidad que hay en los estados. “La gran oportunidad en hacer que esas empresas regresen pueden suponer negocios importantísimos, trayendo su producción con socios locales. Creo que es algo que no se va a ver por décadas y por tanto, independientemente del ruido, es el momento que empresarios de todo el mundo entiendan esto”.