Las decisiones de política monetaria de la Reserva Federal (Fed) se han convertido en un factor determinante para el resto del mundo. La tasa de interés de referencia estadounidense define el costo del dinero global, influye en los precios de los commodities y condiciona la política económica de los países emergentes. Para empresarios y directivos de la región, interpretar esas señales resulta fundamental para gestionar riesgos y planificar inversiones.
“En la práctica, la Fed utiliza la tasa de interés para equilibrar inflación, crecimiento y estabilidad financiera, pero salvo en situaciones excepcionales, el foco está puesto en la evolución de la inflación y de la actividad económica”, explicó Pussetto. La actividad se mide indirectamente a través de datos del mercado laboral, como la tasa de desempleo y las solicitudes de seguro de desempleo.
Una mirada a los últimos 25 años
Entre 2000 y 2021, la inflación promedio interanual en Estados Unidos fue de 2,1%, lo que confirma la capacidad de la Fed para cumplir su meta del 2%. Si se amplía la serie hasta julio de este año, el promedio asciende a 2,6% por el episodio inflacionario posterior a la pandemia.
“El patrón es claro —precisó Pussetto—: en tiempos de crecimiento, la prioridad es controlar la inflación; en contextos de turbulencia, la atención se desplaza al mercado laboral”. En julio, la inflación fue de 2,7%, levemente superior al 2,3% de abril, pero muy por debajo del pico de 9% de junio de 2022.
La novedad es que, por primera vez en décadas, la Fed enfrenta un dilema: ni la inflación ni el desempleo muestran niveles preocupantes. La decisión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), prevista para septiembre, será si recorta la tasa de referencia o la mantiene sin cambios, en medio de fuertes presiones políticas.
Impactos de una tasa más baja
Un recorte tendría tres efectos inmediatos en América Latina.
- Tipo de cambio: un dólar menos fuerte aliviaría presiones cambiarias en países como Argentina, reduciría la demanda de cobertura en dólares y daría cierto margen de maniobra a los bancos centrales locales. Para las empresas, implicaría menores costos de financiamiento en moneda dura.
- Flujos financieros: tasas más bajas en Estados Unidos suelen estimular el apetito por activos emergentes. Esto puede traducirse en mayor disponibilidad de crédito internacional, menores costos de emisiones corporativas y más capital orientado a sectores como energías renovables, infraestructura y tecnología. “Se abre una ventana de oportunidad para captar financiamiento en condiciones más favorables”, remarcó el profesor del IAE.
- Commodities: con un dólar menos apreciado, los precios internacionales de materias primas tienden a fortalecerse. Para América Latina, exportadora de alimentos, energía y minerales, esto significa un impulso directo sobre sus ingresos externos. No obstante, la entrada de divisas debe administrarse con cuidado para evitar sobrecalentamiento o apreciación excesiva de las monedas locales.
Repercusiones en las políticas domésticas
El margen que abre una Fed más laxa permite a los bancos centrales de la región sostener tasas más bajas sin riesgo de fuga masiva de capitales. Esto otorga espacio para estimular consumo, inversión y actividad interna. En el caso de Argentina, aun con restricciones estructurales, una reducción de tasas globales podría traducirse en cierto alivio en el frente externo y mejores condiciones de financiamiento.
Claves para la estrategia empresarial
Para el sector privado, los movimientos de la Fed no son un dato técnico sino un factor de negocio. Anticipar una baja de tasas implica tres oportunidades inmediatas: acelerar proyectos de inversión que requieren financiamiento en dólares, expandirse hacia mercados externos en un contexto de mayor demanda global y reforzar la competitividad estructural mediante innovación, productividad y alianzas estratégicas.
“Cada movimiento de la Fed es una señal que repercute en cascada sobre las economías de la región”, sintetizó Pussetto. Si el escenario se orienta hacia tasas más bajas, las compañías latinoamericanas tendrán la posibilidad de ampliar márgenes, acceder a crédito en mejores condiciones y relanzar proyectos estratégicos.
La clave, concluye, será la velocidad de reacción: “Quienes sepan leer el contexto global y actuar antes que sus competidores podrán transformar una coyuntura monetaria en una ventaja competitiva duradera”.