La demencia, séptima causa de muerte en el mundo y uno de los mayores desafíos de salud del siglo XXI, crece al ritmo de la longevidad. Sin embargo, la ciencia que busca desentrañarla se concentra en países ricos. Un reciente artículo en Nature Reviews Neurology, liderado por el neurólogo argentino Ricardo Allegri, propone un cambio de escenario: investigar en ciudades de América Latina y el sur global para comprender cómo esta enfermedad se manifiesta en la vida real de millones de personas.
El peso de una enfermedad desigual
La demencia afecta a casi diez millones de nuevos pacientes cada año, con el Alzheimer como su forma más frecuente. Pero su impacto no es uniforme: en regiones de menores ingresos se combina con pobreza, malnutrición, baja educación y falta de control de factores vasculares, multiplicando riesgos y complicaciones. Aun así, la investigación sigue concentrada en Europa y Norteamérica, dejando subrepresentadas a poblaciones enteras.
Según Allegri, este sesgo limita la comprensión global de la enfermedad: “Para entender las demencias hay que observar cómo se expresan en contextos sociales y culturales diversos”.

Las barreras que frenan a la ciencia
Los países de ingresos medios y bajos enfrentan obstáculos estructurales. Entre ellos, la escasa inversión en salud, equipos obsoletos, fuga de cerebros, salarios bajos para investigadores y ausencia de planes nacionales específicos sobre demencia. Apenas se realizan ensayos clínicos con fármacos, lo que perpetúa la brecha con los países de altos ingresos.
A pesar de estas dificultades, las grandes ciudades latinoamericanas como Ciudad de México, San Pablo o Buenos Aires ofrecen una ventaja única: poblaciones masivas y diversas, ideales para estudios de gran escala que permitan resultados más representativos.
El modelo colaborativo que propone Allegri
El especialista argentino plantea que la solución pasa por la cooperación internacional. Propone crear redes regionales y globales que permitan compartir datos, biobancos y protocolos, fortaleciendo a la vez la capacidad local de investigación. “Es un enfoque que no solo democratiza la ciencia, sino que también mejora la atención a las personas con demencia en estos países”, sostiene.

El estudio LatAm-FINGERS es un ejemplo concreto. Desarrollado en 12 países latinoamericanos, adapta intervenciones de estilo de vida diseñadas en Finlandia al contexto regional. La iniciativa muestra cómo los modelos internacionales pueden generar conocimiento útil y aplicable en poblaciones reales del sur global.
Un desafío y una oportunidad
La clave será el financiamiento, que debe combinar fondos internacionales con un compromiso local sostenido. Allegri subraya que esta coyuntura representa una oportunidad histórica para redefinir la manera en que se produce la ciencia: “Solo mediante colaboraciones inclusivas podremos construir un campo de investigación que refleje la diversidad global”.
La demencia no distingue fronteras. Pero la investigación, hasta ahora, sí lo ha hecho. América Latina podría ser el escenario donde esa brecha empiece a cerrarse.
Fuente: Infobae.