Todas las familias con estudiantes de bachillerato estaban expectantes hoy ante los exámenes de las pruebas de acceso a la universidad. Había llegado la hora de la verdad, la hora en que se demostraban los cambios. ¿Más fáciles? ¿Más difíciles? ¿Tan distintos a los del año anterior? ¿Será injusto el resultado y no podrá entrar en la carrera deseada? ¿Tendrán que pagar una privada?, padecían. Sus vástagos no han salido descontentos a tenor de los comentarios que recogían los medios de comunicación.
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