El BECh (Boleto Estudiantil Chubutense), anteriormente conocido como TEG (Transporte Educativo Gratuito), implementó recientemente una nueva restricción que limita a dos pasajes por día el uso del beneficio. Una medida que, lejos de garantizar un mejor control, termina siendo un retroceso y un golpe directo a la accesibilidad de los estudiantes.
El argumento oficial sostiene que esta disposición busca evitar el mal uso de los boletos gratuitos. Sin embargo, en la práctica, quienes se ven más afectados son los propios alumnos. ¿Qué ocurre con los estudiantes que deben volver a casa y luego regresar a la escuela para educación física? ¿O con aquellos que cursan TAEs (Trayectorias Alternativas de Estudios) y necesitan trasladarse más de una vez al día? Con esta limitación, el derecho a aprender se ve condicionado: superar los dos viajes diarios implica el bloqueo automático de la tarjeta, anulando el beneficio del BECh.
Es importante recordar que el boleto estudiantil no es un regalo, sino una conquista histórica. Desde 1975, cuando en La Plata cientos de estudiantes secundarios se organizaron en plena dictadura militar para reclamar un transporte accesible y de calidad, este derecho se convirtió en un símbolo de lucha y de memoria. Aquellos jóvenes desaparecidos nos dejaron un legado que hoy debemos defender, que nadie limite la educación por cuestiones económicas.
En ciudades como Puerto Madryn, donde un boleto supera los 900 pesos y las tarifas aumentan de manera constante, el recorte al BECh no puede pasar desapercibido. No se trata de un “uso indebido”, sino de una necesidad real. Los estudiantes no podemos aceptar esta avanzada que nos obliga a elegir entre asistir a clases o cuidar el bolsillo familiar. El transporte debe ser un derecho garantizado, no un privilegio condicionado.
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La realidad cotidiana lo confirma, en las horas pico, los colectivos ya no alcanzan, viajan repletos y muchos estudiantes deben quedarse en la parada rogando que el próximo colectivo venga relativamente vacío. El problema no es cuántos pasajes usamos, sino la falta de un transporte público de calidad que cubra la demanda de la comunidad.
Por eso, decimos que el boleto estudiantil debe ser gratuito e ilimitado. No podemos permitir que se restrinja un derecho conquistado con lucha y memoria. Necesitamos más colectivos, más frecuencias y un servicio digno, no limitaciones que ponen en riesgo nuestra educación y nuestra vida cotidiana.