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viernes, septiembre 26, 2025

Los jotes, carroñeros de Patagonia que inspiran canciones

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En el último mes, los parientes menos agraciados del cóndor aparecieron en dos producciones musicales de reciente edición. ¿Quiénes son y por qué mueven las fibras de compositores?

El registro de una cámara trampa. Foto gentileza Fernando Ballejo.

Tienen mala prensa y la cultura popular no les hace justicia. Hay que admitir que su porte no es el más elegante ante la mirada humana y, además, proliferan en cercanías de inmundicias, léase basurales o vertederos. No obstante, le dan una mano importante a la humanidad, inclusive en Bariloche o Villa La Angostura. Además, inspiran canciones, algunas de ellas de inconfundible sesgo patagónico. El mes pasado “Moro” Valeria dio a conocer “Jotes y palomas” y unos pocos días atrás, al estrenar su primer álbum, Quemacasas hizo otro tanto con “Los jotes”. ¿Qué tienen semejantes pajarracos para conmover espíritus musicales?

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Fernando Ballejo también es músico. Toca la batería en Viernes Papa, pero en esta ocasión aportó precisiones a El Cordillerano por su condición de biólogo e investigador del CONICET. “Los jotes son aves carroñeras, pertenecen a la misma familia taxonómica que el cóndor”, que científicamente se llama Cathartidae. Son aves “netamente carroñeras” porque “a diferencia de caranchos y chimangos, se alimentan exclusivamente de animales muertos”.

Entre los parientes del cóndor hay jotes de cabeza negra y otros de cabeza colorada. La evolución hizo que “puedan volar planeando, aprovechando las corrientes de aire sin gastar energía, como lo haría una paloma al aletear”, precisó Fernando. Además, tienen “la capacidad de comer carne en descomposición gracias a la inmunidad que presentan a diversos patógenos o a la gran acidez estomacal que los neutraliza”.

También se caracterizan por contar con una “muy buena vista para encontrar los cadáveres desde las alturas. En este sentido hay que hacer una distinción, porque los jotes cabeza colorada -a diferencia de los jotes negros y cóndores- tienen un sentido del olfato excepcional, lo que les permite encontrar cadáveres ocultos a la vista, enterrados o muy pequeños”. Los jotes suelen dormir en “dormideros” o “posaderos” en gran número.

Por ejemplo, “en el cerro Tortuga -que es una loma pequeña junto al cerro Leones- se posan muchos de ellos. Si mal no recuerdo, creo que llegaban a los 100 años atrás”, puntualizó el biólogo y músico. “Los jotes se posan en árboles, preferentemente secos y pueden mantener esos dormideros durante años. En esos lugares incluso pueden compartir información sobre los lugares donde hay cadáveres”, confió nuestro interlocutor.

A pesar de su mala fama o apariencia, “son importantes en los ecosistemas porque participan en la circulación de la materia”. Inclusive “tienen un valor económico porque brindan servicios”, es un decir, “limpiando los campos de cadáveres y de esta forma pueden neutralizar la proliferación de enfermedades entre el ganado”. Al mismo tiempo, limitan “el acceso a la carroña de animales carroñeros que pueden ser perjudiciales para el humano, tales como ratas o perros silvestres”, puntualizó.

Revertir percepción

Al igual que sus parientes de mayor porte, “muchas veces son mal vistos en el campo, pero nosotros, en el grupo de investigación que integro, estamos tratando de revertir esta percepción negativa porque de vez en cuando utilizan cebos tóxicos y cada tanto aparecen muchos jotes y cóndores envenenados”, alertó Fernando. Además, “se los asocia a cuestiones negativas como los fondos buitres, la muerte o la oscuridad, pero son animales que nos brindan muchos beneficios”, insistió.

Fernando “Moro” Valeria es uno de los músicos de Bariloche que se fue de Spotify cuando la plataforma comenzó a coquetear con la industria bélica. Desde entonces concentra sus producciones en Bandcamp, adonde subió en agosto una obra de guitarra acústica que responde al concepto que sigue: “En la áspera estepa los jotes acechan, pacientes y silenciosos, porque conocen el final. Recientemente, palomas heridas y urbanas encontraron refugio cerca, instalándose en un territorio salvaje”. El tema del Moro “no es un relato, sino un espacio suspendido donde la tensión entre lo salvaje y lo urbano se hace palpable”. A su comando, la guitarra “invita a detenerse, a escuchar lo que queda fuera del sonido, pero nunca de la mirada”.

Fernando «Moro» Valeria.

“Jotes y palomas” forma parte de un “proyecto que se llama Rituales, Fieras y Ausencias”, le dijo el músico a El Cordillerano. “Es un triple álbum que quiere mostrar la Patagonia desde tres lugares distintos: lo ancestral y ceremonial; lo animal y visceral; y lo introspectivo y meditativo. Cada disco tiene su propia personalidad, pero juntos hacen un recorrido sonoro completo, casi como caminar por distintos paisajes y tiempos”.

En ese contexto “la música mezcla momentos densos o narrativos con pasajes más etéreos y silenciosos. Algunas canciones aparecen en más de un disco, pero en versiones diferentes, para que se sienta la transformación y la continuidad entre lo ritual, lo feroz y lo introspectivo”, explicó el ex Comeculebras. “La idea es que, quien escuche, se sumerja en la Patagonia mítica: en sus ritos, en la fuerza de sus criaturas y en la memoria de sus caminos, casi como si uno caminara por esos lugares mientras suena la música”, sintetizó. “Los jotes son los dueños de la verdad amigo: esperan una certeza ineludible. ¿Cómo no van a inspirarme?”, desafió el músico.

Oscurece el cielo

El tema de Quemacasas lleva la firma de Sebastián Lema, tanto en música como en letra. En su concepto, prima la idea más general que se tiene sobre de los jotes. “Compuse la letra como una alegoría sobre los nuevos espacios de la crítica, tanto científica como literaria. Existe un desierto como plano existencial y experimental, donde transcurrir no sólo es necesario, sino también obligatorio. Los Jotes son aquellos que se alimentan de lo vital”, caracterizó el guitarrista.

Quemacasas.

En este caso, “devoran sentidos y simbolismos, destrozan narrativas y transforman una realidad curiosa y relativa en un bloque totalitario, donde ponen en discusión axiomas naturales con el terraplanismo, por ejemplo, y blanquean su fervoroso pedido de restricción de derechos”, ilustró Sebastián. “Es una letra pesimista, lo sé, pero no pierdo la esperanza en la muerte del fascismo”. El pasaje que podría considerarse definitivo de la letra dice: “Oscurece el cielo / Bandadas de ojos y ruido mortal / Oscurece el cielo / Los jotes”. Más allá de la inquietante belleza de la metáfora, admitamos que tienen demasiada mala prensa, a pesar de los “servicios” que nos prestan. Además, inspiran canciones. Los jotes.

Redacción

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