Joel León, de 16 años, y Bryan Medina, de 29, son de generaciones distintas y distintos son sus orígenes. Joel es de Barcelona (“de la Barcelona silenciada, de Torre Baró”, diría él). Bryan es de Galván, en la provincia de Bahoruco, República Dominicana, cerca de la frontera con Haití. Pero los dos tienen en común que son capaces de hacer callar el mundo: Joel cuando declama un poema y Bryan cuando habla del racismo.
También tienen en común Torre Baró y Magone-Salesians Social, una de las entidades que se beneficia de las ayudas y las alianzas del programa Incorpora de la Fundación La Caixa. La Fundación Magone (por Michele Magone, un joven que cambió de vida cuando conoció a san Juan Bosco, fundador de los salesianos) es un faro de Torre Baró y del resto de barrios de la Zona Nord: Ciutat Meridiana y Vallbona.
La película El 47 ha popularizado las luchas de los años setenta en la Barcelona de la periferia. El secuestro de aquel autobús destapó el ninguneo institucional y la falta de recursos que aquejaba (y aqueja) a estos rincones. De otros autobuses para salir adelante trata este artículo. Los salesianos impulsan aquí (en la plaza Eucaliptus de Torre Baró, donde hace años hubo un merendero) una escuela de cocina y bar restaurante.
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Joel hace un programa de formación e inserción como auxiliar de hostelería para desbloquear su enroque académico. Aunque tiene una madurez, un don de palabra y un talento literario impropios de su edad, no aprobó la secundaria. Problemas emocionales y de salud. Además de brindarle oportunidades laborales, el curso le permitirá reflotar los estudios. Su sueño es formarse como técnico de imagen y sonido.
Bryan, que también empezó en la escuela de cocina, trabaja hoy en el restaurante Can Cortada, del Grupo Travi. Llegó a Catalunya hace nueve años y la única piedra en todo ese tiempo fue la vez que un cliente racista y soez pidió que le atendiera un camarero blanco. El restaurante se plantó y los jefes de Bryan invitaron a aquel homínido a irse. “¿Y el vino y las croquetas que ya he probado?”. “No ha de pagar nada, pero váyase”.
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La historia deja sin palabras a todo el mundo, incluidas a Claudia y Victoria, educadoras sociales de Magone. “Lo mejor de nuestro trabajo –explican– es recibir la visita de exalumnos que muchos años después nos agradecen el apoyo”. “Yo tengo la autoestima muy alta, pero es gracias a ellas. A Claudia, a Victoria, a todas sus compañeras”, explica Bryan.
La escuela de cocina no es el único trampolín. Quienes llaman a la puerta de Magone reciben formación y acompañamiento. No solo en hostelería. También en transporte, comercio, logística, industria, actividades administrativas, atención sociosanitaria… Ello es posible gracias a la complicidad de la Fundación La Caixa, que colabora con 138 entidades sociales como esta y teje alianzas con 4.184 empresas catalanas.
La integración laboral
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El programa Incorpora de la Fundación La Caixa impulsó el año pasado 12.144 contratos laborales en Catalunya. Los beneficiarios fueron personas vulnerables y con más dificultades para acceder al mercado laboral “por factores socioeconómicos, de salud, procedencia, discapacidad, diversidad cultural, edad o falta de formación”. Desde su puesta en marcha en el 2006 más de 438.000 parados han conseguido un empleo en toda España gracias a Incorpora, que colabora con más de 500 entidades sociales y 96.000 empresas que “apuestan por la integración laboral”.
B. y S., por ejemplo, dos jóvenes vecinas de la Zona Nord que finalmente declinaron aparecer en la foto, trabajan como auxiliares en el sector sanitario y farmacéutico. Sus educadoras sociales explican que los escenarios de la película El 47 aún tienen hoy muchos frentes abiertos y que se necesitan puentes de todo tipo para la juventud de estos barrios, cuyo alto índice de depresión e ideaciones suicidas resalta un estudio.
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Joel ha participado precisamente en unas jornadas sobre salud mental declamando algunos de sus poemas en la biblioteca Mària Sánchez (bautizada así en honor a una extraordinaria periodista de TVE fallecida prematuramente por un cáncer). Referente vecinal, como se pudo comprobar en el preestreno de El 47 , al que asistió, Joel impulsa la revista digital Raíces de periferia y tiene un poemario en prosa pendiente de publicación, Llanto y poesía .
El día del reportaje recitó unos versos que cortaron la respiración de su improvisado auditorio. Hablan del sufrimiento, la búsqueda y la adolescencia, “un campo de batalla constante, donde las heridas no se ven, pero se sienten como fuego en la piel”. Y “de un camino de dolor, pero lo peor no es el dolor en sí, sino la incertidumbre de no saber si hay una salida o si esto es todo lo que hay. O si algún día habrá algo más”.