Por Gabriel Alejandro López
Twitter: cololopez74
Afortunado quien ha aprendido a admirar y no a envidiar. Un Vélez con plantel numeroso y experto fue el que se impuso a un Gimnasia en formación donde se valora todo lo que se logra. Y si no trajo puntos, sí la experiencia después de la ansiedad, los temores y ni hablar a un rival que —históricamente en su estadio— hace la boleta en cada arranque a fondo. Fue 3 a 1 la caída del once de La Plata, en el debut absoluto de Sebastián “Chirola” Romero, que vivió todo el partido de pie y al borde del campo.

Enero, mes no habitual para el fútbol argentino, que en un repaso nos lleva a mirar que en las décadas del 30, 40, 50 y 60 (hasta 1969) una primera fecha se iniciaba en marzo, abril y alguna vez en mayo. Se tiene registro de 1986 como la primera vez que la Primera División mueve el primer mes del año, el 19 de enero, cuando el Lobo visitó a Platense y le ganó 3 a 1 (Espinola, Merlini y el “Colorado” Bastía, descontando Nannini para el Marrón). El capricho de enero duró de 1986 a 1990. Y retomaron dos décadas después, en 2006, cuando un 28 de enero cayó el Lobo en Colón (0-1) y al otro año, el 29 de enero, volvió a tropezar en Mendoza (0-1). Cachetazos de bienvenida. Claro que hubo una vez, de una Copa imborrable que descansa en las vitrinas de Gimnasia y se definió un 30 de enero: final con River, 3-1, ¿¡ya 28 años!?

Hasta los quince iniciales, había una luz de esperanza y se encendía cuando la pelota iba al 10 Tomás Muro, que pisoteó varias veces y abrió juego, como si estuviera en el patio de la casa. Una camiseta que en Gimnasia sabe de historia reciente de DT’s que la llevaban con estilo: Messera y Martini, Gorosito, Romero y Maradona, que en Liniers se apareció por el solo hecho de estar exhibida la Copa del Mundo… ¡Maravillosa presencia!

Hasta que las individualidades, la jerarquía de quienes llevan años en el oficio, nos dejan un momento de admiración por Pratto, el platense que hace un taco deslizante; y un desborde de Florentín que se va como un velocista de saltos con vallas. Vélez empezó a olfatear el arco como un tiburón cuando siente la sangre… Un córner y un oportuno Janson señaló el 1 a 0 (37 goles en 144 partidos).

“Pagan tributo caro a su juventud”, dijo sobre los once gimnasistas Diego “El Chavo” Fucks, en sobrio comentario. Dese el sector bajo, pegado al banco visitante, añadió el periodista Federico Bueno: “Como dijo en conferencia de prensa Romero este equipo va a tener que hacer un curso acelerado”. El veterano remató: “Estos chicos tienen la presión de Primera, de la tabla, de la gente que exige. No es lo mismo que la Reserva, que ya no es una Pre-Primera, sino una de las últimas formativas”.
El segundo tiempo, en el reacomodamiento de piezas e ideas, Walter Bou convierte un gol psicológico. Un jugador que pasó por Gimnasia y que no lo iba a perdonar, ni a pedir disculpas por su pasado. Lo grita enloquecido, no uno sino dos, porque a los 11 capturó un rebote y chau. Ya lleva 26 jornadas con la V azulada y 7 goles (con la franja del Decano jugó 30 y metió 9).

“Chirola” movió el banco, aflojó a Vélez y cambio el dibujo del partido: pasó a presionar alto el visitante. Y así fue que Guillermo Enrique descontó con justicia. Quedaban veinticinco minutos.
Habrá escenas de vergüenza deportiva, de corazonadas como las de Ivo Mamini, de una figura como Comba que trae más realidades que promesas. Hasta hubo un llanto que desnuda el alma juvenil y hasta amateur de este plantel, cuando Felipe Sánchez sale lesionado y se pone a llorar tapándose toda la cara con su casaca. Debutó Tomás Fernández (hijo del “Murciélago” Juan Fernández, ex jugador de Estudiantes): “Nada que ver con el padre, porque mide 1,89”.
Hay situaciones, algunos la llaman destino, o «suerte», aspectos que cuestan cambiar de la realidad tal cual se presentan. Debutar en el estadio de Vélez y traerse un punto fue siempre un costo alto para el Tripero, salvo excepciones brutales como aquella noche de 1995 (el doblete del «Mellizo» Guillermo) donde puso de rodillas a un campeón mundial como el equipo de Bianchi. Habían pasado 17 años sin alegrías en ese “Fortín”, donde hoy dirige un “Cacique”, como le llaman a Alexander Medina, que se va asentando y cosechó un 40% de efectividad como entrenador (lleva 6 triunfos seguidos de local).
A los pibes de Gimnasia bien les podía pasar una derrota, que tuvo dignidad. No se trajeron nada, pero sí podría valorarse algo que a menudo desechan aquellos que solo cuentan puntos: la experiencia. Se trajo mucha. Y ninguna tarjeta roja producto del sinsabor.
El próximo encuentro contra Defensa, en el Bosque, puede que sean mejores las ideas y más tranquila la mente. Los «pibes lobos» tendrán otro lunes por la noche ideal para una revancha.