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martes, marzo 25, 2025

Los planes de Javier Milei, el Gran Hermano para la prensa y el doble golpe contra Cristina Kirchner

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Lunes a la mañana. Los libertarios Karina Milei, Eduardo “Lule” Menem y Sebastián Pareja y los macristas Cristian Ritondo y Diego Santilli estaban reunidos en el despacho que la secretaria general ocupa en el primer piso de la Casa Rosada. Los macristas habían ingresado de modo discreto a una cita acordada la noche anterior entre Ritondo y Santiago Caputo. Llevaban cuarenta minutos de charla y de conjeturas sobre cómo avanzar en una coalición entre La Libertad Avanza y el PRO en el distrito más populoso del país, mientras las disputas de ambas fuerzas en la Ciudad amenazan con convertirse en una auténtica guerra sucia, cuando el Presidente apareció de la nada y, detrás de él, un fotógrafo. Los invitados, que solo le habían informado de la reunión a Mauricio Macri, se sorprendieron. “Qué linda esta foto, es un paso enorme para terminar con el populismo en la provincia de Buenos Aires”, dijo Milei.

El primer mandatario saludó con un abrazo y un beso a Santilli y a Ritondo y se sentó a un costado de una mesa rectangular, para que Karina, El Jefe, se mantuviera en la cabecera. Habló sin parar durante 35 minutos sobre el rumbo de la economía y de lo que espera para los próximos meses. Contó que el acuerdo que se teje con el FMI -que se anunciaría a mediados de abril- será clave para terminar de bajar la inflación y llevarla a algo más del uno por ciento en mayo y a menos de un punto antes de las elecciones; que a partir del anuncio del Fondo trabajarán para reforzar las reservas del Banco Central; que el paso siguiente será levantar el cepo cambiario (último dato: el Gobierno quiere hacerlo antes de las elecciones) y que, después de eso, las empresas podrán moverse libremente en el mercado mundial.

Palabras optimistas, sin duda, del líder de una administración que ya ha dado muestras de que puede generarse problemas graves sin la ayuda de la oposición y en una Argentina en permanente estado de ebullición, con crisis recurrentes, que llegan sin aviso y que, ante el menor ruido -como pasó esta semana- se trasladan a los mercados y al dólar.

El establishment está en guardia. Milei lo desacredita. Considera que la economía crecerá fuerte este año y que será el preludio de varios años de expansión. Así lo transmitió durante la disertación en la oficina de su hermana, que solo era interrumpida por los ladridos del perro de Karina, de la raza boyero de Berna, que estaba en el despacho de al lado y que provocaba la risa de los asistentes. Al perro lo llaman Thor, como al dios del trueno de la mitología nórdica.

Milei asoció aquel encuentro del lunes con la noticia que llegó desde Estados Unidos el viernes a la noche, en las puertas del fin de semana. Cree que los planetas comienzan a alinearse para un triunfo sobre Cristina Kirchner y Axel Kicillof en el principal distrito electoral del país, el bastión K y último refugio cristinista. El Departamento de Estado anunció que se les prohibirá el ingreso al país de ella y sus hijos -también a Julio De Vido, pero eso le importó poco- por la corrupción en sus gobiernos. La jefa del PJ volaba de furia y se la agarraba con Milei, che Milei, según su simpática denominación en las redes, que sería un error atribuirle a un community manager. La ex presidenta relacionaba el boicot contra su familia a la buena sintonía del oficialismo con Donald Trump. Lo hacía ella sola frente al teclado de su teléfono. Desde el psicoanálisis podría decirse que escribir se ha vuelto para ella, en momentos de ira, un acto de sublimación.

Milei se encontraba en la Residencia de Olivos, ocupado en asuntos menos trascendentes. Por ejemplo, hablaba largamente por teléfono con el diseñador de moda Roberto Piazza de temas mundanos y se comprometía a asistir a la presentación de la colección 2025 de alta costura, el 12 de mayo en Señor Tango, donde ya le reservaron un palco VIP. Los dos, eso sí, se reían de que Cristina había bloqueado a Milei en la red social X.

Aunque la atracción mediática se la llevó el anuncio del Departamento de Estado, Cristina había sufrido antes dos reveses duros, uno judicial y otro político. El judicial: la Cámara de Casación Penal, el máximo tribunal penal del país, rechazó el recurso extraordinario que presentó su defensa en la Causa Vialidad y ahora solo le queda la Corte Suprema para que se revierta su condena a seis años de prisión. El político: cuatro senadores (el puntano Fernando Salino, la jujeña Carolina Moisés, el catamarqueño Guillermo Andrada y el riojano Fernando Rejal) anunciaron la conformación de un nuevo bloque en el Senado, lo que blanqueó las diferencias que mantenían con el que formalmente conduce José Mayans y que, en verdad, digita Cristina desde el Instituto Patria.

A Mayans se lo ve cada vez más incómodo. Sufre presiones del cristinismo y, por otro lado, debe poner la cara frente a dirigentes históricos del PJ que lo llaman y le dicen que el tiempo de Cristina está agotado. En el medio, Mayans lidia con Gildo Insfrán, al que le jura lealtad. El gobernador de Formosa pretende que se aprueben las nominaciones de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla a la Corte Suprema -sobre todo la de Lijo-, frente a la resistencia de Cristina, que trabaja para que se caigan y se discuta todo de nuevo. El cristinismo, en ese punto, se ha hecho fuerte. En la Casa Rosada reconocen que el pliego de Lijo está prácticamente caído y que la situación de García-Mansilla podría transitar el mismo camino.

En el Congreso, sin embargo, el peronismo se tropezó esta semana con varios hechos que favorecieron al Ejecutivo. El miércoles, La Libertad Avanza logró que se convalidara el DNU en Diputados para acelerar el acuerdo con el FMI y la marcha de los jubilados se realizó sin incidentes y en medio de un impresionante y televisado operativo de seguridad, superior a los que se hacían cuando River y Boca jugaban con público local y visitante. La manifestación fue apoyada ahora formalmente por La Cámpora y otros sectores del PJ para sorpresa de algunos desprevenidos, como Jorge Macri, que en la del miércoles anterior había despegado al kirchnerismo.

La pelea porteña mantiene en vilo al jefe de Gobierno. Horacio Rodríguez Larreta anunció que será candidato a legislador en la contienda del 18 de mayo y puso la primera piedra en el zapato de Macri. O, mejor dicho, de los Macri. Los primos necesitan reivindicar la hegemonía del PRO en la Ciudad después de 18 años de gobernar el distrito que llevó al ingeniero a la Presidencia y de hacer de los períodos electorales, casi casi, un paseo.

Cuando anunció el adelantamiento, influenciado por su asesor internacional, Antoni Gutiérrez Rubí -que asesoró a Cristina Kirchner en la elección de 2017, que terminó perdiendo con Esteban Bullrich, y a Sergio Massa en la de 2023, que cayó ante Milei- quizá Macri no imaginaba la venganza que preparaba Larreta. El voto amarillo podría dividirse y favorecer a La Libertad Avanza y al diputado de Unión por la Patria, Leandro Santoro que, de modo impensado, hoy se ilusiona con pelear el primer puesto. El macrismo y los libertarios aún miden candidatos. La batalla es crucial para ambos y de un lado y de otro se preparan para jugar fuerte. En la reunión del lunes en el despacho de Karina se habló de bajar la intensidad de los ataques. Pero nadie puede ofrecer garantías.

Los periodistas se enteraron del encuentro por la foto que envió Presidencia. Desde la cima del poder pulen el relato previo a la campaña y están a punto de impulsar un nuevo esquema, que llaman de buenas costumbres, destinado a los cronistas acreditados en Casa Rosada. Provocativo, polémico y sin antecedentes.

Buscarán implementar, para las conferencias, un botón muteador que permita silenciar a los periodistas que se explayen en sus argumentos después de las respuestas de los funcionarios y los obligarán a asistir de saco y corbata. Limitarán los tiempos de permanencia en el edificio y habilitarán la presencia de youtubers. Los acreditados, además, deberán demostrar que trabajan en relación de dependencia. “Llega la motosierra a la sala”, dicen. Al combo se suma un elemento singular: están pensando en la creación de un chatbot para que el ciudadano común, desde su casa, pueda decidir quién pregunta y quién no, y hasta votar, al cabo de las conferencias, cuál fue la mejor y la peor pregunta. Como si fuera un Gran Hermano.

Redacción

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