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lunes, mayo 5, 2025

Los volcanes despiertos: Sandra Vásquez de la Horra y su universo simbólico

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Mientras que algunos perciben algo oscuro y profundo, otros ven liviandad o mejor dicho una ligereza para abordar temas complejos. En lo Los volcanes despiertos hay dibujos y objetos en papel principalmente, en los que se desprenden los intereses de la artista chilena Sandra Vásquez de la Horra, nacida en Valparaíso y radicada en Berlin desde los años 90, que en 2023 ganó el prestigioso premio Käthe Kollwitz convirtiéndose en la primera latinoamericana en recibirlo.

Con una muestra itinerante que llega desde Estados Unidos y Chile, desembarca en el Museo Malba con un cuerpo de obra que oscila entre aspectos autobiográficos, simbólicos y mitológicos para hablar acerca de la identidad, la memoria y lo onírico.

En ellos la sensualidad se combina con la maternidad, el nacimiento y con la naturaleza donde un cuerpo plegado se convierte en una montaña, frágil y delicada pero montaña al fin.

Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.
Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.

Vásquez de la Horra dibuja fetos, bebés, cuerpos que se fusionan con animales (mujeres con cabezas de alces por ejemplo) o que se superponen y agolpan hasta convertirse en una unidad inquebrantable frente a la frase «el pueblo unido jamás será vencido».

Compendio de investigaciones

En un video que Vásquez de la Horra grabó junto al Denver Art Museum, donde se presentó la exhibición por primera vez, define su hacer como un compendio de investigaciones con teorías filosóficas, religiosas, antropológicas, etnográficas y rituales paganos que vuelca en diferentes disciplinas para explicar otros modos de ver.

Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.

«Mi trabajo a veces tiene que ver con una reflexión, otras con una sátira y otras simplemente con alquimia» relata en ese encuentro en su casa-taller.

Allí se describe como una persona hiperactiva, que desde los 12 años vuelca sus inquietudes en el arte y que descubrió su potencial gracias a otras personas que la acompañaron. Que tiene una obsesión con el norte de Chile y el desierto del que viene su bisabuela y con el nomadismo, algo que atraviesa su producción ya que todo lo que se presenta en esta exhibición bien podría doblarse, guardarse y desaparecer.

Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.

Ese es el gran poder del papel, uno de los medios más maleables a la hora de mostrarse al mundo, como puede verse en expresiones urbanas como el pasteup. Hacer, doblar, enviar y trabajar con lo precario.

Meter una carrera entera en un pequeño bolso y partir como hizo tantas veces en su vida, dejando ingresar aquí también el tema de la inmigración, algo para nada ajeno en la vida de la artista, que a pesar del movimiento no abandonó sus costumbres y raíces (cuando algo es bueno no se pierde).

Otra cosa que destaca Vásquez de la Horra es como los sueños son una herramienta a través de la cual genera un puente de ideas y experiencias que la marcaron, por medio de las cuales reflexiona en busca de «una dimensión propia», improvisando como los músicos pero con materiales en lugar de instrumentos, de los que emanan imágenes de figuras femeninas endiosadas y poderosas, rostros agrandados que se entrelazan con plantas o por el contrario flores que contienen cabezas en su interior y se hacen una con la figura central y torsos que se transforman en paisajes.

Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.

Aparecen también en un gran muro compuesto de muchos dibujos, creadores de conjuros, una víbora devoradora, mujeres fundidas en el actor del amor y el placer, representaciones de la muerte que remiten al imaginario de tiempos lejanos que confunden, deleitan y perturban en igual medida.

Mezcla de creencias

Algo similar al exvoto que se arrastra de la educación religiosa católica, «como ir a agradecer al santo» relata en otra entrevista para la DW, resaltando la mezcla de creencias que sucedieron en estas orillas y que llamaron su atención después de alejarse del catolicismo siendo muy joven, lo que en su contexto estaba mal visto y que la impulsó a percibir un fuerte interés por la gente que creía en algo cuando ella había perdido esa voluntad.

Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.

«Son dos mundos que viven en mi» sostiene Vásquez de la Horra mientras intenta comprender a las divinidades y La Pachamama como paisajes, a las mujeres que hablan del mundo y de lo que está pasando y a la madre tierra que representa de diversas maneras, sosteniendo que más que una artista se entiende a sí misma como una inventora, una labor que va de afuera hacia adentro.

Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.

Si el trabajo de Sandra Vásquez de la Horra despierta inquietud, atracción o intriga, eso está en manos de quien lo mire.

Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en el Malba. Foto: gentileza Malba.

Lo que es seguro es que el mundo posó sus ojos sobre esta artista que pliega y despliega, siempre en busca de nuevos desafíos y sin perder la conexión con las raíces, el arraigo de la tierra de su abuelo, su infancia atravesada por el paisaje chileno y los que la influyeron antes que nadie como Cecilia Vicuña, abriendo el camino a nuevas interpretaciones sobre la espiritualidad, el folclor, la mitología y la manera en la cual la figuras femeninas, sus cuerpos y los temas que las acompañan ingresan en el canon del arte contemporáneo.

Los volcanes despiertos, de Sandra Vásquez de la Horra, hasta el 28 de julio en la sala 3 del Malba (Av. Figueroa Alcorta 3415).

Redacción

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