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martes, febrero 11, 2025

Luis Novaresio presentó su novela en Uruguay y habló del gobierno de Milei: «No soporta la opinión divergente»

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“La felicidad siglo XXI tiene demasiada buena prensa y luce como una serena apropiación del confort. La felicidad tiene aire acondicionado y paredes vidriadas que miran hacia la comodidad de un mundo que puede comprarse. (…) Es felicidad en cuotas con tarjeta de crédito. Quien duda, no es feliz”, define la profesora de filosofía de Todo por amor, pero no todo, la primera novela de Luis Novaresio.

La felicidad es uno de los conceptos que el periodista somete a reflexión a través de la ficción, como hace con otros temas como el sexo, el amor y los vínculos en general. Con diversas corrientes filosóficas que aparecen como cómplices en el relato, Novaresio narra la vida de los participantes de un taller que se encuentran y se desencuentran interpelando al lector con preguntas tan complejas como la vida misma. La primera interrogante la sugiere el título y está relacionada a los límites a la hora de amar. “El amor es tensión, nunca es paz”, resume el autor en entrevista con El País.

Novaresio salió del acartonado traje de periodista político y del de entrevistador televisivo amante de los silencios para cumplir la asignatura pendiente de escribir ficción . Como el acontecimiento lo ameritaba, viajó hasta Uruguay especialmente para presentar el libro. Lo hizo a sala llena en Enjoy Punta del Este.

A días de su vuelta a A24, el periodista de prestigiosa carrera habla de su libro, de las tensiones que brotan del amor y también de aquellas recurrentes en la política argentina. La tormentosa relación entre el presidente Javier Milei y la prensa y su irrecuperable enfrentamiento con el colectivo LGBT son algunos de los temas en los que Novaresio pone el foco. “Estamos retrocediendo al Medioevo”, advierte preocupado.

-¿Quién sos cuando escribís?

-El otro día entrevisté al filósofo Darío Sztajnszrajber y le pregunté como a todos los entrevistados “quién sos”. Me dijo que me iba a contestar como Nietzsche y que era un permanente campo de batalla. Me sentí muy identificado. Soy el que escribe, el que hace actualidad, el que está en la tele, el esposo, el padrastro. Soy un montón de cosas y esta aparición de la novela es algo que yo deseaba mucho. Irrumpió el año pasado.

-¿Por qué?

-¿Por qué te enamorás? No sé. Yo no sé por qué pero necesito escribir y quería escribir ficción.

-¿Cómo fue el comienzo del proceso de la novela Todo por amor, pero no todo cuando enfrentaste a la hoja en blanco?

-Esta novela tiene mucho tiempo. Yo sabía de lo que quería escribir. Hace más de 20 años fui a un curso de filosofía y dije “acá está”: es gente que no se conoce que se hace amiga, hay amores y desamores y algo de filosofía. Durante mucho tiempo me llamaban las editoriales para que escribiera de actualidad y yo no quería, hasta que un día una amiga de Penguin me dijo “pero de qué querés escribir” y le dije que quería hacer esta novela.

-La novela reflexiona mucho sobre los límites del amor.

-Esta novela habla de amor pero no es una historia de encontrar a la media naranja. El amor es tensión, no es paz. Hay deseos que se encuentran y hay que ver qué hace uno con eso. Todos hemos pasado por amores tormentosos. Estos cinco amigos de la novela tienen una relación muy potente porque se atreven a confesar este tipo de miserias.

-Inicia con un primer capítulo fuerte, con la descripción de una fiesta repleta de excesos.

-Era la idea. Yo escribí todos los capítulos y después armé como un rompecabezas. Mi editora me preguntó cuál era mi primer capítulo y yo quería que fuera ese. Ella festejaba porque decía que no le ahorraba nada a nadie eligiendo ese capítulo como el primero. Es una fiesta muy heavy, muy trash, muy zarpada. La volví a leer y me pareció muy visual. Le mandé la novela a artistas que podían ser los personajes, y Luciano Cáceres que es un gran actor a quien no conocía me preguntó cómo hacíamos para filmarla porque también le parecía muy visual.

-¿Te imaginás una adaptación audiovisual?

-Me encantaría. Sería feliz, es como un sueño. En la fantasía lo pienso como una miniserie bajo un formato parecido a la que hizo Lali Espósito que se llama El Fin del Amor.

Luis Novaresio vuelve este lunes a la pantalla de A24 después de tres años en La Nación+.
Luis Novaresio vuelve este lunes a la pantalla de A24 después de tres años en La Nación+.

Foto: Ricardo Figueredo

-¿Escribir ficción sobre temas que todavía son tabú en ciertos sectores es un acto de militancia?

-Yo no lo había visto así. Cuando fui al programa de Ernesto Tenembaum lo primero que hizo fue felicitarme porque “en estos tiempos es un acto de militancia importante”. Si es así, me quedo contento.

-Ponés sobre la mesa temas que no son habituales en periodistas de actualidad política, por ejemplo.

-En el libro hay temas sobre los que yo ya he escrito y hablo hace tiempo como la tenencia de droga para consumo personal. Yo tengo una posición hace mucho tiempo sobre este tema y aparece a través de uno de los personajes. Después hay temas sobre los que milité convencido como la interrupción voluntaria del embarazo.

-¿Hablar abiertamente sobre tu vida y tu pareja con Braulio es un acto de militancia?

-Yo no tenía pensado hacerlo. No entendía por qué había que militar algo que era privado. La heterosexualidad no se cuenta. A mí me sacaron a prepo del clóset. Cuando empecé mi vínculo con Braulio había portales que nos seguían y nos sacaban fotos. Braulio me dijo “aclaremos esto”. Lo hice por eso y fue todo ganancia. Después me di cuenta que debería haberlo hecho antes para apoyar a mucha gente que no puede hacerlo. Vivimos un momento de alta homofobia en Argentina, por eso está bueno plantearlo en primera persona.

-¿Cómo fue todo este proceso para Vera, la hija de Braulio?

-Yo la conozco desde que tiene diez meses. Me incorporó rápidamente a su vida, así que fue todo muy natural. Cuando empezó a tomar conciencia de las cosas yo ya estaba ahí. Ella fue un cambio inesperado en mi vida. A veces me preguntan si alguna vez pensé en tener un hijo. La verdad es que no porque en nuestra época era imposible. Pero apareció ella, que es mi hijastra. Nos llamamos “padrastro” e “hijastra”. Es un regalo, yo estoy enamoradísimo. Este verano nos fuimos los tres de vacaciones y fue una cosa muy divertida, de compartir, reírnos, de leer cuentos juntos.

-El 10 de febrero volvés a A24 después de tres años en La Nación+, ¿se te va a ver en el mismo rol?

-Sí, ya estoy grande como para hacer cosas distintas más que lo que me gusta y decir lo que pienso.

-Generó mucha repercusión el cambio de canal…

-Es que nos fuimos varios. Estamos contentos de trabajar en este nuevo proyecto que dirige Juan Cruz Ávila. Ya tenemos nuestra forma de trabajar y nuestra forma de pelearnos. Es el tipo que más sabe de televisión en Argentina y lo respeto mucho.

-¿Es mejor pelearse con él que con Luis Majul?

Majul está loco, pero yo lo adoro. Es un laburante de una enorme tenacidad. Hace poco me vino a buscar un cronista para una nota y me dijo que Majul había dicho que los que dejábamos el canal éramos «cabareteros» y yo le contesté que si por cabaretero se entiende que es hacer quilombo en el periodismo, él era Liza Minnelli. Después me llamó y quedó todo bien. Me deseó suerte e igual me dijo que nos iba a ganar (risas).

-¿Dirías que la entrevista es tu género favorito?

-Sí. Ávila fue quien pensó estas entrevistas. En las primeras me hablaba por la cucaracha y me decía “callate, quedate en silencio”. Y encontré un tono. Las disfruto enormemente.

-¿Cuándo te das cuenta de que la entrevista está fluyendo como querías y cuándo ves que estás remando a contracorriente?

-La entrevista es un acto de escucha. Uno puede entrevistar a cualquiera y es muy difícil que a mí no me interese. Hay algo que se llama transferencia. En la entrevista hay un momento de transferencia o no lo hay. Si mañana viene Icardi vamos a hablar de la China (Suárez) y todo eso, pero seguramente quiera decir algo que si vos escuchás y hay esta transferencia lo descubrís. También hay veces que no la hay y decís “qué bodrio que es esto”. Uno a veces trata de remar y no se puede.

-¿Cómo ves el vínculo del gobierno de Javier Milei con el periodismo?

-Mal. Milei en esto es muy casta: no soporta la opinión divergente. Él se autopercibe innovador en muchas cosas pero en esto es igual a todos. Es una enorme pena. Él dice que tiene derecho a contestar porque lo hace como ciudadano. La asimetría que supone que él sea el presidente y el otro un periodista por más notorio que sea no tiene que ser explicada. Hay maltratos. Yo como tantos otros he sido insultado por el presidente, pero el insulto califica al insultante. Lo que tenemos que hacer es seguir laburando.

-¿Cómo evaluás al gobierno a nivel general?

-Si uno ve la macroeconomía parece un éxito apabullante por la reducción de la inflación y la confianza que hay en los grandes grupos económicos. Hay que tener en cuenta que venimos del peor gobierno de la historia de la democracia que es el de Alberto Fernández, Cristina, Massa y los gremios. Pero hay que ver a qué costo salimos. Uno de cada dos argentinos es pobre; no es culpa de Milei, pero no parece haber atención a esto. El impacto del ajuste cayó sobre los jubilados y la clase media y baja.

-¿Cómo evaluás la “batalla cultural” que dice dar el presidente?

-Me parece muy preocupante. Estamos retrocediendo al Medioevo. Hay discusiones sobre las que uno piensa “¿otra vez vamos a hablar de esto?”. No me gusta nada el tono que se ha planteado: misoginia, homofobia, intolerancia. Estamos discutiendo desde el discurso de género hasta el calentamiento global. Hay un feo clima de época.

-¿Por qué este discurso tiene rédito político?

-Garpa por la cosa pendular. El kirchnerismo usó un montón de causas para beneficiar a los propios. Se creó un Ministerio de la Mujer que solo sirvió para ayudar a las partidarias con un gasto fenomenal. Entonces se inclina hacia lo contrario. Ojalá se acomode.

-¿Nos morimos y qué pasa?

-Nada. Es esto. Me siento identificado con la profesora de la novela que es existencialista. Sartre dice que es esto, estamos arrojados a la vida por un período breve. Pero lejos de ser una mirada pesimista, es optimista porque te obliga a hacer lo que tenés ganas de hacer, a perseguir tus deseos. Con el paso del tiempo empecé a pensar que no estaría mal que pasara algo: el romántico “me encuentro con mis viejos y amigos que no están” me encantaría. En la última entrevista que le hice a Lanata me dijo que nos convertimos en estrellas. Me pareció muy de niño pero me gustó porque tiene un grado de fantasía hermoso. Soy un campo de batalla y puedo cambiar, pero todavía creo que no pasa nada.

Polémica con Milei

El presidente argentino Javier Milei asoció “la ideología de género extrema” con la pedofilia, lo que le valió el repudio de varias figuras públicas y una multitudinaria marcha en contra. Novaresio fue uno de los más críticos, y el mandatario le retrucó tildándolo de “persona muy limitada”, entre otros insultos. Para esta nota, el periodista prefirió no agregar comentarios al respecto.

Sin embargo, en relación a su participación en la «marcha antifascista» sentenció: «Sigo creyendo en la necesidad de hacer público dentro de la Constitución el reclamo de igualdad de derechos, la defensa de las minorías y de las mujeres. Aunque haya impresentables que por cuatro años estuvieron afónicos y quieran aprovecharse del reclamo”.

Redacción

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