Después de más de tres décadas convertido en un clásico absoluto de la Navidad, Mi pobre angelito podría tener una verdadera secuela… pero sólo si su protagonista Macaulay Culkin lo considera perfecto.
Es que el actor, eternamente asociado al papel de Kevin McCallister, sorprendió al admitir que no descarta volver a interpretarlo, aunque dejó claras sus condiciones para hacerlo.
La propuesta de Culkin: un Kevin adulto, vulnerable… y enfrentado a su propio hijo
En una entrevista reciente, Culkin explicó que su regreso al personaje no es algo que le entusiasme de entrada, pero que estaría dispuesto a hacerlo si la historia fuera impecable. Y no sólo eso: él mismo ya imaginó una versión moderna del relato.
“Tendría que ser viudo o divorciado… y luego quedarme afuera de la casa. Mi hijo no me deja entrar… y es él quien me tiende trampas”, planteó.

Culkin explicó que esta dinámica permitiría darle una lectura emocional mucho más profunda a la película original: “La casa sería una metáfora de nuestra relación… es volver al corazón del hijo”.
En pocas palabras, una secuela con giro generacional, donde Kevin ya no es el niño ingenioso que se defiende de ladrones, sino un padre enfrentado a sus propios errores y a un hijo que ahora ocupa su lugar.
Una posible secuela: Depende de un detalle clave
Las palabras de Macaulay Culkin reavivaron el interés de los fans y de la industria, especialmente porque en los últimos años se discutió varias veces la posibilidad de revivir la franquicia.
Sin embargo, antes de que Disney o cualquier estudio se entusiasme, el actor fue claro: solo volvería si el guion es perfecto y respeta la esencia original. Su participación es la pieza fundamental para que un proyecto así tenga verdadera legitimidad.
Si se cumplen sus condiciones (historia sólida, enfoque adulto y una secuela real, no un reboot), podría existir por primera vez una oportunidad concreta de traer de vuelta al Kevin McCallister original.

El escepticismo del director Chris Columbus
De todos modos, la respuesta no es tan simple. Chris Columbus, director de Mi pobre angelito y Mi pobre angelito 2, ya había dicho que la magia de esas películas es imposible de replicar y que cualquier intento de rehacerlas terminaría siendo un error creativo.
Sus palabras pesan, especialmente considerando que la dupla original —Culkin en cámara, Columbus detrás de escena— fue clave para que la historia se convirtiera en un fenómeno cultural.
Una franquicia que nunca logró igualar su propio éxito
Más allá del aura de clásico, las dos películas protagonizadas por Culkin arrasaron en taquilla a comienzos de los 90 y se transformaron en el ritual navideño de millones de familias. Pero las secuelas posteriores, sin Culkin y con cambios de dirección, demostraron los límites de la fórmula: ninguna recuperó el encanto original.
La última versión, lanzada por Disney+, fue directamente la más criticada de todas.

