Victoria Villarruel se hartó de que los trolls del Gobierno la insulten por cadena nacional y que Javier Milei haya mandado a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, para exigirle que baje una sesión del Senado. Sin obviar que el Presidente la llamó «traidora» por no poder frenar que el kirchnerismo junto a sectores dialoguistas junten el quórum y aprueben por amplía mayoría un paquete de proyectos que pueden hacer tambalear el superávit fiscal.
Todos estos hechos fueron el detonante que llevó a la vicepresidenta a cruzar el límite cuando planteó que los fondos para cubrir el aumento a los jubilados como la emergencia en discapacidad podían salir de los viajes del Presidente o de los millonarios gastos de la SIDE.
El cruce en las redes sociales entre el Presidente y su vice llevó al jefe de Gabinete, Guillermo Francos, a admitir este miércoles que la cabeza del Gobierno estaba en medio de «una crisis política», pero en rigor la relación entre ambos se quebró antes del inicio de la gestión libertaria. Ahora está claro que desde la Casa Rosada quieren a Villarruel fuera del Ejecutivo, pero ella está dispuesta a resistir desde su despacho en el Senado.
Desde su entorno íntimo descartan que la vicepresidenta vaya a dar un paso al costado. «Está intentando buscar su espacio político, pero le va a ser muy difícil», señalaron. En este escenario hay una decisión firme de Villarruel de no apoyar candidatos en las elecciones de octubre porque entiende que esa estrategia terminaría complicando a La Libertad Avanza y puntualmente a Milei.
Pero anticipan que después de los comicios de octubre, la vice va a trabajar en su propio armado con miras a las elecciones de 2027. Quienes suelen acompañarla en su gestión destacan que tiene «muy buena imagen». Lo que desestiman es que un futuro proyecto político lo pueda llevar adelante desde el partido libertario porque «todos los puentes están rotos».
Los más moderados dentro del oficialismo ruegan por un entendimiento entre el Presidente y su vice para cumplir con el mandato de la manera más ordenada. Incluso en el bloque de senadores libertarios no hay críticas abiertas a la gestión de Villarruel, ni siquiera hubo un cuestionamiento tácito a la decisión de presidir la última sesión en la que el kirchnerismo con un sector de la oposición reunió el quórum para abrir el recinto y aprobar cinco proyectos que Milei ya anticipó que vetará.
Sin embargo, en los pasillos del Palacio Legislativo hay dirigentes oficialistas que cuestionan la decisión de la vicepresidenta de no apoyar a los candidatos de La Libertad Avanza. Y en este punto hay coincidencias en los distintos sectores porque si bien desde el entorno del Presidente hicieron todo para que Villarruel renuncie, «ella tampoco hizo nada para quedarse», le reprochan.
En este sentido, un operador oficialista le dijo a Clarín que la vice no supo convertirse en «una herramienta» para la estrategia del Gobierno porque de haberlo hecho no les quedaba otra que aceptarla. «Alguien cree que Patricia Bullrich era querida por el Gordo Dan y todos los trolls desde el primer día que entró», reflexionó con tono interrogativo haciendo referencia al militante tuitero Daniel Parisini, con cierta influencia en el Gobierno.
Pero también es cierto que la relación entre Milei y Villarruel se fracturó durante la campaña presidencial, en 2023. Como informó este diario no está claro el motivo por el que se rompió el vínculo que habían construido cuando fueron diputados, pero es real que la crisis se inició a partir de la desconfianza de Karina Milei, hermana del Presidente y secretaria general de la Presidencia.
Para quienes están en ese círculo, Karina se encargó de cerrar el vínculo entre su hermano y su ex compañera de banca. Y como las relaciones en el mundo libertario son más personales que políticas, todo terminó por dinamitarse. Lo peor fue que a partir de ahí se vino «un maltrato sistemático y orquestado» contra la vice, al menos eso es lo que acusan desde su entorno, y se vio reflejado en los ataques lanzados a través de las redes sociales de distintas cuentas asociadas a Milei y su asesor estrella Santiago Caputo.
La escalada contra Villarruel comenzó con medidas infantiles como, por ejemplo, limitar el acceso de personal del Senado a los actos oficiales, la exclusión de la vice de determinados encuentros y la negociación directa de la Casa Rosada con senadores de la oposición ignorando que era la autoridad de la Cámara Alta.
Frente a la ofensiva de la Casa Rosada, Villarruel mantuvo el bajo perfil en los medios, no dio entrevistas y siguió moviéndose en las redes para responder. Sin embargo, desde fines del año pasado dio un giro en su estrategia al rodearse con gente que perteneció a las Fuerzas Armadas y con vínculos con el área de inteligencia.
Así nombró al ex jefe de inteligencia de César Milani como director de Seguridad del Senado. Se trata de Claudio Gallardo, quien ganó poder en el círculo de Villarruel y actualmente controla la parte administrativa como el manejo del personal y profundizó el desembarco de ex militares.
El efecto de la crisis parece ser la desconfianza y según una versión que circuló en los últimos días en el Senado, la vicepresidenta hizo revisar su despacho ante la sospecha de estar siendo espiada por los servicios de inteligencia que están bajo el ala de Santiago Caputo.
La versión no fue confirmada ni desmentida, pero está claro que desde el momento que Villarruel nombra a un general retirado del Ejército, a cargo del servicio de inteligencia durante 4 años, y le otorga una oficina cerca de la suya -algo que no es habitual- es porque hay una decisión de controlar todos los movimientos del Senado.
Además, dentro de los últimos cambios que hizo Villarruel también sumó a Mario “Pato” Russo, el consultor político que impulsó la candidatura de Javier Milei en 2021. Su llegada apuntaba a recuperar el vínculo con los hermanos Milei, ya que el asesor era fuente de confianza de Santiago Caputo. Hasta aquí eso no se cumplió y quienes pasaron a ser la mesa chica de la vicepresidenta alienta la intención de romper todo.