Marco Antonio Caponi y Guillermo Arengo interpretan a Gerónimo Ayala y Ariel Silverman, respectivamente. Ellos son los dos asesores ficticios de Carlos Menem en la serie homónima de Prime Video. Desde el humor hasta la neurosis, los actores hablan del detrás de escena, el viaje a Anillaco y la herencia simbólica de una década que sigue marcando la historia argentina.
Meterse en los 90 es, para ellos, «un viaje a otro universo». Y eso se siente desde la primera escena. Caponi y Arengo tuvieron que pasar días en La Rioja, donde nació el expresidente argentino, aprenderse la tonada, en el caso Marco Antonio, y hacer una investigación profunda de este líder carismático que es recordado como un «rockstar» de la política.
Ellos saben que, más allá de los nombres, hay algo real que late detrás de estos personajes. «Somos una dupla que arma un trío, que después arma un cuarteto… lo que sucede a nivel vincular entre los personajes construye una pieza de poder”, dice Caponi. Y suma: «Los 90 son de las pocas décadas que, con solo nombrarlas, ya nos activan muchas referencias. Seguimos atravesados por esa época, todavía».
El trabajo actoral, cuenta, fue tan intenso como lúdico. «Fue muy divertido hacer la serie, a pesar de todos los acontecimientos dramáticos que aparecen. Tiene tantas aristas y colores que se volvió un juego. Representar al líder carismático de ese entonces era representar todo», resume acompañado de Arengo, quien asiente durante la entrevista con Revista GENTE para promocionar Menem, la ficción, protagonizada por Leonardo Sbaraglia (Menem), Griselda Siciliani (Zulema Yoma) y Juan Minujín (Olegario), que rápidamente escaló a lo más visto de la plataforma.
Silverman: un judío neurótico con barba (como todos los de Winograd)

Guillermo Arengo ya había trabajado con Ariel Winograd, el director de la serie. Y aunque en esta oportunidad interpreta a Ariel Silverman, uno de los cerebros detrás del poder menemista, admite entre risas que su personaje es «otro más de los judíos neuróticos que siempre me da Wino».
«Yo no soy judío, pero Winograd me ve como uno», lanza con sarcasmo. «En una película anterior hice de pediatra judío, y ahora otra vez. Con barba, neurótico, sensible. Siempre es el mismo personaje con otro nombre», suma entre risas.
Y explica: «Meterme en ese mundo ágil, dinámico e hilarante que propone Winograd es algo que me divierte mucho. En esta serie, sentí que eso pesaba incluso más que la propia referencia histórica».
Además de asesor al presidente, Silverman es clave para anclar el después de los atentados que acontecieron durante el gobierno del riojano. Su personaje sufre una pérdida cercana en la explosión de la AMIA y se vuelve reflejo de una sensación y una búsqueda que aún hoy, más de 30 años después, sigue vigente. ¿Quiénes son los responsables?
La infancia en los 90 y el recuerdo de un gran asado nacional

Cuando se les pregunta qué hacían en los 90, Caponi es el primero en contestar. «Me atravesó la infancia y la adolescencia. Crecí en Mendoza con una política que viví de manera inconsciente, pero todo era muy colorido. Me acuerdo de esa época como de un gran asado».
La frase, casi involuntaria, resume con precisión la postal de una década donde el poder, el espectáculo y la crisis caminaban juntos y construían pistas. La misma pista que la serie Menem reconstruye con humor ácido, estética vintage y una dosis de tragedia.
Para Arengo, el momento más potente del rodaje no fue en el set. Fue en Anillaco, el pueblo natal de Menem. «Fuimos con todo el equipo a filmar allá. Es una locura lo que aún le sigue pasando a la gente con él. Se te acerca, uno me marcó la esquina donde estaba el almacén de ramos generales y la casa de la familia de Carlos, hecha con piedras grandes”, recuerda.

Pero lo que más lo conmovió a él, fue sin duda, fue el contacto con los vecinos. «Te contaban historias muy cercanas con Menem. Más allá de que uno pueda tener una opinión no muy favorable sobre él, había algo ahí, en ese vínculo con la gente, que era importante. Era amor, era respeto, era recuerdo».
Antes de despedirse, entre risas, surge una última pregunta: «¿Alguno de los dos habla riojano?».
“Yo hablo riojano en la serie”, dice Caponi y, confiesa que tiene un poco de miedo por la reacción de los locales.
Fotos y video: Gentileza Prime Video