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Marina Bellati entre «Envidiosa», «Viudas negras» y Brigitte Bardot: de su «soledad sofisticada» y su «alma analógica», a la novela que «hace ocho años vengo escribiendo”

Unas margaritas recién cortadas recorren juguetonamente el pelo de Marina Bellati (45) mientras ella posa con frescura y sensualidad teniendo como única prenda un par de medias negras traslúcidas. La inspiración de la audaz toma proviene del histórico shooting que Brigitte Bardot protagonizó en 1975 y que se inmortalizó como «Les marguerites».

A exactamente 50 años de aquel momento, esta producción no es un homenaje arbitrario, sino todo lo contrario. Es que, aunque muchos no lo sepan, a la actriz que actualmente brilla en Envidiosa (Netflix) y Viudas negras, p*tas y chorras (Max), y a la artista francesa no sólo las une el talento y la vocación, sino también el haber nacido un 28 de septiembre y una particular historia que vamos a dejar que la propia Marina la narre:

«Esto que les voy a contar es mucho más fuerte que lo de nuestra fecha de cumpleaños: mi mamá (N. de la R.: la diseñadora Clara Ibarguren) durante todo mi embarazo me llamó Bianca, porque yo iba a ser Bianca Bellati y a mi mamá le fascinaba que era ‘BB’, las mismas iniciales de Brigitte Bardot. Bueno, Bianca Bellati era un nombre que definitivamente no podía fallar en la vida, ¡era impactante! De hecho, nací Bianca, tuve la pulserita del sanatorio que decía Bianca, ¡todo! Pero a mi papá le gusta el juego y cuando me fue a anotar pasó por el hipódromo, apostó en una carrerita, y como en los 80 había una jocketa muy famosa llamada Marina Lescano, él ganó guita con ella y me anotó como Marina Bellati… De más está decir que al año mis viejos se separaron».

Unas margaritas recién cortadas recorren juguetonamente el pelo de Marina Bellati (45) mientras ella posa con frescura y sensualidad teniendo como única prenda un par de medias negras traslúcidas. La inspiración de la audaz toma proviene del histórico shooting que Brigitte Bardot protagonizó en 1975 y que se inmortalizó como «Les marguerites». El Envidiosa, encarna a Debbie, la mejor amiga de Vicky (Griselda Siciliani).

–¿Usaste alguna vez ese nombre?

–Sí. Mi primer mail fue Bianca Bellati. Ahí recuperé mi identidad (risas).

–Quizás podrías ponerle ese nombre a una hija.

–No, no. Nunca estuvo en mis planes tener hijos. Y además, ¡el nombre era mío!, no se lo hubiese dado a otra persona. Quedó ahí.

Entre su familia de sangre y su familia elegida

–¿Sos hija única? Tus hermanos no aparecen en Google.

–Mucho de lo mío no aparece porque no suelo hablar de mi intimidad. Pero sí, tengo hermanos: de mi mamá y de mi papá provienen una hermana mayor, después hay un hermano de mi mamá con su marido, y ese marido -que está desde que yo tenía dos años- vino con otra hija, por lo que somos cuatro.

–¿Siguen casados?

–Sí. ¿Podés creer?, llevan un montón de tiempo.

–Por más que no sean tus padres, está bueno tener una imagen tan estable así de cercana.

–Ellos son mis padres, eh. Ni lo dudo. Son ellos.

–¿…Y tu papá?

–Tengo una relación intermitente. Ahora nos estamos viendo. Qué sé yo.

–¿Qué es la familia para vos?

–Los amigos. La familia elegida para mí es muy valiosa, porque la integran los que entienden la vida como vos y tienen los mismos valores. Yo sin mis amigas estaría muerta.

–¿Tenés muchos grupos o uno bien consolidado?

–Tengo bastantes amigos sueltos, porque mi mejor amiga -que fue mi compañera de Letras en la UBA- vive afuera desde hace muchísimos años. También tengo muchos compañeros y muchas amigas actrices: de casi todos los trabajos me suelo llevar algunos «souvenirs» que se incorporan a mi familia.

–¿De Envidiosa quién es la más cercana?

(Hace un «uh») La verdad que todas. Yo a Gri (Siciliani) la conozco desde que fuimos compañeras en lo de Nora Moseinco cuando teníamos 18 años, y ya es una vida compartida. Con Viole (Urtizberea) y con Pilar (Gamboa), también. Sólo a Barbie (Bárbara Lombardo) no la conocía de antes. Pero con Viole y Mex (Urtizberea) trabajé en la TV Pública desde los 23 hasta los 28 años. A ellos los veo siempre una vez por semana. Lo que te digo, somos familia.

«Me encanta mi trabajo, pero no soy tan fanática de trabajar»

–Tras estudiar Letras, te anotaste en Locución. ¿Qué te llevó a ello?

–Fue gracias a un compañero con el que hice una obra de teatro en el Instituto Goethe. Él me dijo «Marina, estudiá locución: son tres años y tiene una salida laboral increíble». ¡Y le hice caso! Estudié tres años en el ISER y me recibí.

–Valorable, porque es una carrera demandante y en paralelo también hacías teatro.

–Recontra. De hecho, me acuerdo que tuve una gira de teatro por todo México de un mes y pico y Veronese (Daniel) les escribió una carta manuscrita para que me dieran ese tiempo. Tuve que hacer trabajos prácticos y cosas, pero funcionó (Sonríe recordando el momento). Bueno, y yo también era más joven, podía hacer más cosas.

–¿Ahora no podrías?

(Resopla) Ay, ahora me cuesta la idea de hacer teatro y de filmar. Bueno, justo en estos días dije que no a una cosa porque me coincidía con un rodaje. La verdad es que ya no me veo trabajando tanto, porque a mí me encanta mi trabajo, pero no soy tan fanática de trabajar (juega con las palabras). Disfruto muchísimo el ocio y el tiempo libre.

–El «para qué trabajo», digamos.

–¡Absolutamente! Los ratos entre un trabajo y otro para mí son sagrados. ¡Los necesito! Pensá que yo hice cinco tiras seguidas en Pol-ka: entré un día y me fui a los cinco años, y se grababa de 7 de la mañana a 7 de la tarde… ¡mientras también hacía teatro!

–No te dejabas un día libre.

–Así es. Y ya lo hice, ya experimenté trabajar un montón y toda esa vorágine.

–¿Y ahora qué priorizás cuando te llega una propuesta?

(El peluquero le susurra «el presupuesto») Debería decir eso pero no. Yo priorizo muchísimo el grupo humano, porque me importa y repercute en el trabajo. Es que si estoy con personas que admiro y que son cálidas para trabajar, me inspiran y me hacen mejor actriz.

–¿Seguís aprendiendo de los otros?

–¡Obvio! Igual cada tanto también me gusta ir a tomar clases. O sea, no soy una actriz que tenga un método de actuación, pero sí soy una actriz curiosa, ¡muy curiosa! e intuitiva y me gusta ver el trabajo de mis colegas. De hecho, me gusta tanto trabajar con otros que no podría hacer un unipersonal… ¡me sentiría re sola!

¿Mar es la antítesis de Reese Witherspoon?

–Leí que cuando eras chica hiciste un trabajo medio solitario en un sótano.

–Eso fue en la fábrica de mi mamá, que recibía la mercadería y la tenía que distribuir entre los locales. Pero no fue solitario, eh, siempre tuve compañeros. De hecho, ahora cuando voy a la fábrica conozco a la mayoría de los empleados porque la mayoría ya llevan 20 ó 30 años trabajando en la empresa y eran compañeros míos. Es una empresa familiar, ¿viste?

–¿Alguno de tus hermanos está trabajando ahí (hablamos de la fábrica de la firma Clara Ibarguren)?

–Sí, mi hermano.

–¿Hay continuidad garantizada?

–No. No creo. ¿Sabés que no?

–¿Y a vos nunca te sedujo la veta del diseño?

(Sacude su cabeza de un lado al otro negando con el cuerpo) No, yo soy lo peor. No me interesa nada la moda. Es terrible.

–¿Intentó persuadirte tu mamá de chiquita para que te importe un poquito?

–No, no, para nada. No. Lo que hace mi mamá es rescatarme cada vez que tengo algún evento o alguna cosa porque yo no me saco el jean y no uso otro calzado que no sea zapatillas (Señala su bolso negro) Esta cartera la debo tener hace dos años, y no la cambio en absoluto. Respecto a la moda, soy lo peor, te dije.

–¿Ella dice algo al respecto?

–(Lanza una carcajada) Imagino que habrá bajado los brazos y ya respeta mi estilo, porque al fin termina siendo un estilo: el estilo antimoda. Igual, con cada colección que saca tenemos el ritual de que voy a la fábrica y me la muestra y me cuenta sus inspiraciones, y eso me encanta porque veo a alguien muy apasionado por su trabajo, lo cual siempre es inspirador. Pero a mí me pasa que yo me siento disfrazada cuando me pruebo ropa. Casi que no puedo anteojos en mi vida porque siento que es vestuario. Es raro lo que me pasa.

–Es decir que no te llevás toda la colección como soñarían muchas en tu lugar.

–¡Ni ahí! Incluso, cuando me llevo algo para usar en alguna entrevista o lo que sea, mi mamá me dice «¡pero quedátelo!», y yo no quiero saber nada. Bueno, esa sí es una batalla que libra (Ríe).

–Sos como Debbie, tu personaje en Envidiosa (la mejor amiga de Vicky, Siciliani), despreocupada por la moda, y a la vez la antítesis de Reese Witherspoon, que pidió por contrato todo el vestuario que usó en Legally Blonde.

(Risas) Bueno, si hubiese hecho esa película por ahí me lo quedaba también. Ay, a ella la amo, ¡qué bárbara es! Productora, escritora, sacó libros, ¡hizo todo!

–¿Te gustaría también hacer esas otras cosas?

–Mi sueño frustrado de toda la vida es ser médica. Me fascina. Después, con Malena Pichot en un momento dijimos de terminar Letras -porque no terminamos la carrera-, pero al final no aprovechamos la volada de la pandemia. Y escribir es algo que hago, que me interesa y que pueda llegar a publicar.

Marina Bellati contó una primicia en GENTE

–Deduzco que tenés cosas escritas entonces. Porque nadie se la juega con un «publicar» si no tiene algo escrito.

(Sonríe con timidez y diversión) Sí.

–¿Es un libro? ¿Tiene título?

–Sí, es un libro y tiene título pero no lo voy a decir porque se trata de una novela que vengo escribiendo hace un montón y hace muy poquito tuve una reunión importante con una persona de una editorial que me quería conocer porque siente que soy «una persona que siempre tiene historias». Y bueno, me preguntó si tenía algo para mandarle, y justo fui unos días con mi perro y mi compu a Areco -mi mamá vive allá la mitad del tiempo y yo suelo ir cuando no está-, y me metí en ese archivo que no me metía hace bastante, porque es una novela que llevo escribiendo desde el 2017…

–Wow. ¡Llevas ocho años escribiéndola! ¿Habla de tu vida?

–No. No es autoficción. Escribo desde un personaje.

–¿Y sentís que podría salir dentro de poco?

–No sé. Pero me ilusiona la idea de compartir algo de lo que escribo.

–¿De qué estilo es? ¿De uno que va a sorprender a la gente?

–Te digo esto: no escribo ciencia ficción ni policiales. Pero soy una gran lectora -ese hábito me quedó de la facu- y me gusta la posibilidad de irme del mundo un rato. Bueno, con mi trabajo también: son todas excusas para estar en la ficción, en la fantasía, y yo lo re necesito.

Cómo está su corazón en el 2025

–Muchos lectores son fanáticos del romance. ¿Cómo te llevás con el género romántico y con el romance en la vida real?

–Siempre un poquito de romance está bien… pero no se me va la vida en eso. O sea, me encanta, me interesa y me gusta estar enamorada, pero no siento que sea lo central.

–¿Hoy estás soltera?

–Sí. Hoy no estoy enamorada, pero ando enamorada de otras cosas: desarrollé una soledad muy sofisticada.

–¿Cómo es eso?

–Que tengo muchos amigos y también me gusta estar conmigo misma, ¡me parece un planazo! Hay personas que tienen más temor o que realmente no les gusta pasar tiempo consigo mismos, pero a mí me encanta. Me gusta viajar sola, tengo grandes amigos con los cuales me encuentro todo el tiempo, disfruto con mi perro, leer, ir al cine. Entonces, para dejar de habitar esta soledad tan sofisticada la propuesta tendría que ser muy superadora, muy excelente. O alguien que sepa compartir esto, porque yo en pareja también necesito estar sola.

–No es que de repente te convertís en «bueno, nos movemos juntos a todas partes».

–No (prologa la ooo), para nada. Incluso tengo un trabajo muy social en el que siempre estoy con muchísimas personas, y debo estar más o menos de buen humor. Es exigido. Entonces a veces tengo ganas de volver a mi casa y no abrir la boca, y eso es difícil de congeniar con una pareja.

–¿Respetar tus espacios es clave para enamorarte?

–Re. Y los respetaron. Yo soy muy amiga de mis ex, y muchos de ellos lo entendieron, pero a las parejas les cuesta no tomárselo personal. Qué se yo, soy bastante solitaria la verdad.

Cuatro tatuajes y varias pasiones

–¿Podría decirse que los grandes amores de tu vida en este momento son tu perrito y Boca Juniors?

(Expande su sonrisa) Sí. Boca es lo más irracional de mi vida.

–¿Es una pasión heredada?

–No Boca, sino el fútbol. Mi papá, que cuando nací yo quería que fuese varón, me crió como uno, y es hasta hoy que cada día comentamos los partidos y los resultados de todo: Independiente, Deportivo Riestra, la Liga completa. Mi papá es de Racing, psiquiátrico, vitalicio, y mi mamá es de Boca, pero no le importa. Entonces heredé el fanatismo por mi viejo y el cuadro por mi vieja.

–¿Te gustaría interpretar un personaje bien metido en el mundo del fútbol?

–Sí. Una vez hice una tira de Pol-ka en la que hacía de policía, y no sé por qué dije «hagamos que sea de Banfield». Y los de arte -que siempre son unos genios- me dieron una tacita con el escudo y un montón de boludeces de Banfield casi imperceptibles, pero bueno, la gente de Banfield lo vio, porque yo también hablaba mucho de Garrafa Sánchez, un ídolo de ellos, y me mandaron invitaciones de todo tipo, pero al final no fui.

–¡Te lo perdiste!

–Sí. Pero sí fui a Banfield, a la casa de Sandro, cuando hicimos la serie, porque nos invitó Olga (Garaventa). Y yo soy muy fanática de Sandro: tengo cuadros en mi casa, un tatuaje…

–¿La rosa de tu muslo es por Sandro?

–Sí. Después tengo otro tatuaje de un corazón con un ancla, un tatuaje más, y este que es el último (nos muestra la sirena que flota en su brazo).

–¿La sirena apareció por algo en especial?

–Algo del mar y supongo que por mi nombre. Tiene muchos significados. Y es muy linda. Lo único es que me la hice en la mitad de un rodaje y fue un problema… un drama, si soy honesta. Pero no lo hice a propósito.

–¿En la mitad de qué rodaje fue?

–De la segunda temporada de Envidiosa. Pasó que a mi tatuadora la contrató un tipo en Chipre para que le fuera a tatuar toda la espalda, y volvió cuando yo estaba en pleno rodaje. Cuestión que un día filmé así (muestra su otro brazo impolutamente blanco) y al día siguiente llegué así (apunta su brazo tatuado) y con todo el brazo envuelto en film que no se podía maquillar. ¡Y encima hacía calor!, y el HDP de Esteban (Lamothe) me decía «Sacate la campera». Fuera de broma, fue un problema. Lo llamaron a mi representante, todo. Se re armó. Pero no era mi intención. Fue una cosa de fechas que se me fue las manos. Yo les decía «tampoco es que me tatué Amazon en la frente», porque la serie es de Netflix. Trataba de minimizarlo.

–Alguno que otro diría que puede ser un gesto de rebeldía.

–Juro que fue por las fechas de la tatuadora.

–¿Lo sumaron en el argumento después?

–Sí. Un día aparecí tatuada porque estaba empezando mi relación con Leni (Agustina Papry) y a ella le hicieron el mismo tatuaje con un transfer, y Griselda los descubrió en el cumpleaños de mi abuela. Así que Papry también estuvo tatuada toda la temporada.

–¿Te pasó muchas veces de modificar el argumento?

–Sí, varias. Este fue un imponderable, pero me gusta meterme cuando me dan espacio y me abren la puerta.

«En Mecha hay mucho de mí»

–¿Qué podes adelantar del año que viene?

–Que vamos a hacer la segunda temporada de Viudas negras, p*tas y chorras (Max), y eso me tiene muy ilusionada. Ando charlando mucho con Malena (Pichot). Bueno, ese personaje me agarró muy inspirada, y Malena me invitó a jugar con ella. Entonces ahí improvisé muchísimo. En Mecha hay mucho de mí.

–¿Vas a hacer teatro en el 2026?

–Estaba ensayando para una obra que se va a estrenar en enero, pero decidí hacerme a un costado porque se estaba yendo para un lugar que no me gustaba. Mirá, te lo cuento y me duele la panza. Yo creo que digo muchas más veces ‘no’ que ‘sí’ porque estoy respetando mi criterio poético y estético. Así que bueno, me hice a un costado y fue un gran alivio porque busco que me gusten mucho mis trabajos. Es una cosa absolutamente privilegiada, lo sé.

–Entonces, ¿te vas a tomar vacaciones ahora que cancelaste eso?

–Me parece que sí. ¡Lo que nunca!, porque para nosotros es rarísimo.

–¿Tenés algún sueño de viaje postergado?

–Conocer Nápoles, pero me quería ir en verano, así que no va a ser de momento.

–¿Por algo en especial querés conocer esa ciudad italiana?

–Por Diego (Maradona). Por cierto, el otro día me pasó algo graciosísimo, porque fui al palco de la Bombonera con Dalma (Maradona), y en un momento ella me dijo «Dame tu celu que te saco una foto», y mi teléfono es esto (muestra su fondo de pantalla con la cara de Diego Maradona y se toma la cabeza). ¡Y es rarísimo que ella vea que tengo una foto de su viejo! Así que le expliqué que «lo tengo desde que uso teléfono», y ella me contestó «¡Obvio!, ¿a quién vas a tener?». ¡Es tan divina y tan cálida! Yo soy muy fanática de Diego, muy, muy.

–Sos una persona con varios fanatismos.

–Recontra. Me fanatizo mucho con las cosas.

–¿Te queda algún otro sueño además de conocer Nápoles?

–Prefiero pensar más en los sueños que ya realicé. Como «tal cosa fue un sueño», porque si no me genera ansiedad, ¿viste? Yo soy muy momentista: me gusta valorar y estar en el momento. Tengo sentimientos como si tuviese un alma analógica.

–Una definición muy particular. ¿A qué apuntás con el «alma analógica»?

–A que intento evitar caer en la trampa de la hiperconectividad, que es estar completamente alienado, y romper con la presencialidad.

Reflexiones de una mujer con «alma analógica»

–Tenés 180 mil seguidores en Instagram. ¿Cómo lidiás con eso?

–Tengo un vínculo muy espontáneo. No pienso qué subir, no especulo, y salgo sin teléfono. Igual, aunque todos somos adictos, esta cosa de deber responder o estar disponible todo el tiempo me revela muchísimo. Eso de tener que responder a la ansiedad de otro. El «¿recibiste mi mensaje?», «¿pudiste verlo?». Hay algo de eso que no me gusta nada. Antes éramos más libres.

–¿Qué te genera la gente que mira el teléfono en el cine o en el teatro?

–Me descompensa. Me genera depresión, porque si no podés disponer de una hora cuarenta de tu tiempo para asistir a un momento en el que estamos todos los presentes en un mismo lugar, asistiendo a la misma historia, respirando el mismo aire -porque el teatro tiene esa cosa bastante mística-, me da tristeza. Y en el cine yo veo que están scrolleando Instagram. ¡No es que son médicos y los están llamando de la guardia!

–¿Te preocupa hacia dónde va la industria, a partir de esta atención cada vez más dispersa?

–Sí. Ahora los guiones ya están contemplando el hecho de que los espectadores ven las historias mientras juegan con el teléfono. Entonces, hay que repetir ocho veces «tu tía es la asesina» por si se perdieron en el scrolleo.

–Una locura, porque además también están los espectadores que sí prestan atención.

–Exacto. Por eso yo dejo de ver esos contenidos. Pero sí, está contemplado que hay que repetir y que si hay un flashback hay que volver a mostrarlo por si vos estabas en el ‘Insta’. Es terrible lo que te estoy contando, pero se encuentra contemplado en las salas de guionistas de cierto tipo de contenido. Hay excepciones: nadie le va a ir a decir a Scorsese lo que tiene que hacer. Pero sí, el entretenimiento se está tornando absolutamente masticado y operado de toda reflexión e ironía. Igual, me parece que en cualquier momento pegamos la vuelta. Siento una necesidad en el público de tener que dejar todo y salir corriendo para volver a mirar la tele a las 9 de la noche, porque si no te lo perdes. Había algo especial en ese vértigo, en ese compromiso.

–Seguro sentís que se valoraría más tu trabajo si volviera.

–Sí, porque es un trabajo re artesanal el que hacemos, y lleva mucho tiempo como para que después se vea en el celu de a ratitos mientras se hace otra cosa. Por eso tengo la ilusión de que pegue la vuelta todo, que volvamos al teatro griego en las plazas. Creo que los nuevos lujos son aquellos en los que verdaderamente podemos desconectar. Me pasa cuando me voy a Areco y salgo a caminar sin el teléfono. Me siento Luis XV caminando por la pradera con mi perro (sonríe, y parece haber detenido el tiempo).

El shooting continúa y ella sigue posando frente al lente de GENTE como Brigitte Bardot mientras, entre cambio y cambio, le cuenta al equipo historias que trasnitó. En eso, surge una confesión inesperada: «Cuando yo tenía once años gané el concurso literario de la escuela con un cuento llamado El largo camino a la subsistencia. ¡¿Escucharon el título?! Once años tenía», lanza y no puede contener la risa. «Lo encontré hace unos quince años en una mudanza de mi vieja y vi que lo había firmado como Princesa X. Ese era mi antónimo, se ve que estaba muy bien de autoestima, pero la temática del cuento ¡es tremenda!, había que subsistir evidentemente».

–Princesa X, cuando salga tu libro, ¿lo vas a firmar vos?

(Sonríe) Sí. Esta vez voy a publicar con mi nombre.

Fotos: Diego García
Redes: Juan Rostirolla
Retoque digital: Rocío Solano
Estilismo: Lucila Subiza (@lucilasubiza)
Maquillaje: Guadalupe Cecile (@guadacecile) para @estudioveroluna
Pelo: Guille Parra (@guilleparraa)
Color: Leo Leiva (@leoleivapeluqueria)
Cuidado de la piel: Java Jeiman (@javajeiman)
Uñas: @sensoriabsas
Marina esta vestida por: @vestuariopandora @ginebrabsas @mishkabuenosaires y @claraibargurenoficial. Los accesorios son de @divinosabalorios y los zapatos de @laliramirez.ok

Redacción

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