¿Y usted no tiene miedo de que la maten? La que pregunta es Liliana Viola, la autora de La hermana, ganadora del 6to Premio Anagrama de Crónica Fundación Giangiacomo Feltrinelli. Un libro valiente, necesario, urgente. Un libro de lectura obligatoria, tan apasionante como doloroso. Un libro que te hace hervir la sangre.

La hermana en cuestión, y quien va a responder a la pregunta, es Martha Pelloni, “la monja sapucai” que encabezó las Marchas del Silencio en Catamarca hace 35 años, cuando una adolescente llamada María Soledad Morales apareció muerta en un zanjón, luego de haber sido drogada y violada en manada.
Un caso emblemático y que sentó precedentes por varias razones. Las tres principales: una, todo un pueblo, toda la prensa y todo un país se levantaron por primera vez en forma masiva para exigir justicia. La otra, el caso desnudó toda una red de corrupción enquistada en el poder de la provincia que llegó hasta el Ejecutivo de la Nación. La tercera: impunidad.
¿Y usted no tiene miedo de que la maten? “Apenas unos segundos entre mi primera pregunta y su esquiva respuesta bastan para imaginar las escenas que han de estar pasando por su mente, tal como dicen que corren las instantáneas de toda una vida en el momento de la muerte”, escribe Viola en La hermana.
Lo que sigue es una descripción casi cinematográfica a modo de flashback, que hace foco en los principales acontecimientos del caso:
“Cuando el 10 de septiembre de 1990 le avisan que ha desaparecido una alumna del colegio que ella dirige en San Fernando del Valle de Catamarca; cuando el padre de la niña le comunica que acaba de reconocer el cuerpo en la morgue; cuando las compañeras quieren salir a la calle a pedir justicia; cuando el jefe de policía, cuyo hijo figurará en la lista de sospechosos, la retiene en la dirección acusándola por adelantado de lo que pueda sucederles a sus alumnas. Cuando sale a la calle con ellas. Cuando uno, dos, muchísimos testigos la buscan para confesarle datos clave que más tarde negarán en el juicio. Cuando toma la decisión de acusar a los culpables sabiendo que son todos parientes de las familias más poderosas de la provincia y del país. Cuando advierte que está enfrentándose al mismísimo presidente de la Nación y, aun así, sigue marchando, dos, tres, cien veces. Cuando el presidente, Carlos Saúl Menem, se ve presionado para intervenir la provincia gobernada por el caudillo Ramón Saadi, hijo de Vicente Saadi, personaje fundamental en el armado de su carrera política y de la alianza que lo ha llevado al poder.”
Hechos espeluznantes
Así es todo el libro, la narración de una escalada de hechos movilizantes, espeluznantes, que no se agotan en el citado caso sino que establece puentes con otros igualmente aberrantes, muchos de los cuales no han tenido una resolución hasta la fecha. Una crónica apretada, acuciante, que provoca en el lector una rampa ascendente de sentimientos que reclaman un grito urgente.
“Nadie sabe qué es un sapucai hasta que lo grita”, dicen y Liliana Viola toma esta frase para establecer el obligado contraste con el silencio de las Marchas.
¿Y vos, no tenés miedo? Quién va a responder ahora es la propia autora de La hermana, en diálogo exclusivo con Viva.
–Sí, tengo miedo y tanto miedo tengo que, en una segunda lectura, debo reconocer y avisar a los lectores que he sacado los muchos nombres que marca Pelloni. En mi defensa, puedo decir que todo el mundo tiene miedo, por ahí no al tiro en la nuca pero sí a los juicios por infamia, que ella misma ha tenido y los ha ganado y cuando habló de más pidió disculpas públicas.
–¿Son los mismos nombres conocidos o encontraste algo más?
–Son todas cosas que encontré en internet, en los medios de prensa, tanto en locales como en nacionales, todos le dan voz, le dan lugar a la hermana Pelloni, todas esas denuncias y esos nombres están online, lo que hago es tomar algunas de las muchísimas noticias que hay pero no me voy a jugar a poner todos los nombres que ella denuncia, en muchos casos de funcionarios muy importantes, muchos de los cuales se ha logrado que fueran presos.
–Si bien tus libros anteriores son, también, biografías, La hermana es tu primer abordaje a un tema social y elegiste uno de los más candentes. ¿Cómo fue ese viraje hacia la crónica periodística?
–Desde el caso María Soledad, hace 35 años, vengo siguiendo a la hermana Pelloni porque me pareció siempre un personaje interesante, visto desde el ultimo feminismo, que emerge en 2016, sin duda, hago una relación directa entre las movilizaciones feministas y las marchas del silencio. La seguí luego de lo que pasó en Catamarca, en los diarios, cada uno de los casos que iban apareciendo por fuera de Catamarca, sobre todo en Corrientes, donde la mandan para que se calle y ocurre justamente lo contrario, le empiezan a aparecer pedidos de todas partes.

–Ibas juntando información…
–Sí, la investigación ya la tenía, iba juntando información durante años sin saber qué iba a hacer con eso, siempre pensando que tenía que hacer algo con esto, y preguntándome ¿cómo es que nadie hace algo con esto? ¿Por qué no hice nada con esto hasta ahora? Y respondiéndome, por dos razones, primero porque no sé cómo escribirlo para que no se convierta en algo amarillo o cruento y segundo, que es la verdad lo que digo en el libro que yo no soy una cronista.
–No sos una cronista pero te premian por una crónica…
–Justamente, me interesó el concurso porque, en las bases, decían específicamente que iban a prestar mayor atención a un trabajo que tratara de romper los marcos de la crónica o ir por fuera, entonces yo, que siempre me he considerado No cronista y me sigo considerando así, porque la verdad es que me cuesta hacer entrevistas, no voy al territorio ni loca, ya te digo, no conozco Catamarca, no he ido a los lugares donde la monja señala atrocidades, entonces, esa figura de la cronista medio fóbica, de la cronista torpe que entrevista y dice lo que no quiere decir…
–Y acto seguido, se manda esta crónica que te secuestra de principio a fin…
–Si bien sé que esto de la cronista que no se mueve, que no va al lugar de los hechos viene del modernismo -José Martí hacía eso: leía un diario y hacía una crónica como si hubiera estado ahí- no es la crónica que yo admiro sino la de la gente que va y pone el cuerpo pero esto me pareció también interesante porque estamos en un momento donde todo es online, cuando editaba el suplemento Soy no permitía que nadie hiciera un reportaje por escrito, como mínimo tenía que ser una videollamada y hoy no es así la cosa, entonces antes de que la Inteligencia Artificial y la mediación absoluta nos gane, quise hacer este experimento, donde hay un mix, no es solo robo de internet.

–Pero al final, te moviste. Dos veces. Y en la primera, sobre todo, aparece con gran fuerza tu postura crítica a la Iglesia. ¿Cómo es para una atea entrevistar a una monja?
–Bueno, era otro de los conflictos que sabía que iba a aparecer. Aunque fui a un colegio de monjas, la fe la perdí. El hábito hace al respeto y hace a la mística y hace que yo no la pueda tratar como si fuera una señora cualquiera. La hermana Pelloni, que llegó a conquistar a ateos y no ateos, sobre todo en los 90, construyó una figura que hace lo que la iglesia prometía que iba a hacer. Entonces, esa parte de la promesa de la institución, yo la respeto, la quiero, y creo que funciona porque es el trabajo en territorio, el trabajo con las bases, el trabajo con el ser humano.
–De hecho, ella te confiesa que si no hubiera sido monja, habría sido Asistente Social
–Claro, pero toda la otra parte de la Iglesia, que es la relación con la dictadura, la relación de los sacerdotes con la pedofilia, el machismo dentro de la iglesia con las propias monjas, la relación de la iglesia con el feminismo y con la diversidad sexual, bueno, son todas cosas tremendamente nefastas con las que estoy completamente en contra y, medio como una suerte de cola de paja, también, quiero que quede claro cuál es mi posición, por más que sea inevitable enamorarse del personaje, como suele pasar.
–Volviendo a la pregunta inicial, ¿Por qué pensás que a Pelloni no la mataron?
–Ella me contó la cantidad de testigos muertos que hubo en el caso María Soledad, entonces, si mataban a los testigos, ¿cómo no la iban a matar a ella? Bueno, ahí vamos al hábito, a la iglesia, a que realmente creo que haberla matado a ella, habría sido, en ese momento, un escándalo mayúsculo, el mismo Menem habría tenido que renunciar, pero también, te diría que no la matan porque sus denuncias no terminan de prender, entonces, tampoco es una molestia.. Por supuesto que, con su ayuda, se encontró a los culpables (metieron presos al entregador y a uno de los asesinos pero hubo mucha más gente involucrada), También, se encontraron niños perdidos, fue preso algún terrateniente que contaminaba aguas, lo cual no es poco, pero no es tan peligrosa como debería ser.
–¿No será que no la han matado porque tiene la protección de Dios?
–Te podría decir Amén pero te digo: sin comentarios..
Liliana Viola básico
- Nació en Buenos Aires, en 1963. Estudió Letras.
- Es periodista y editora. Dirigió el Suplemento SOY y numerosas colecciones de literatura para el diario Página/12.
- Es autora de Migré, el maestro de las telenovelas que revolucionó la educación sentimental de un país (2017): Esta no soy yo (2023), una biografía sobre Aurora Venturini y La hermana (2025).
La hermana, de Liliana Viola (Anagrama).