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sábado, mayo 3, 2025

Martín Kohan presentó su primera novela infantil en el espacio cultural Clarín / Ñ

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La crítica literaria Alejandra Rodríguez Ballester lo presentó como “un intelectual que tiene una voz en el presente, con definiciones muy claras en un presente donde muchas cosas se están poniendo en duda”. El escritor y docente Martín Kohan agradeció, entre sonrisas, con sincera modestia y dio paso a la conversación en el espacio cultural Clarín / Ñ sobre El tiempo más feliz, su primera novela infantil publicada por Siglo XXI Ediciones en la que se narran sus aventuras veraniegas en La Serranita, Córdoba, donde sus abuelos tenían una casa que supo disfrutar durante los veranos. El autor de once novelas, cinco libros de cuentos y diez libros de ensayo, llegó por vez primera a este terreno ante una propuesta editorial. “En general las buenas ideas me llegan, por suerte. No las tengo que pensar”, señaló generando algunas risas.

Ante la pregunta de cómo surgió esta primera incursión literaria en el universo de los niños, Kohan confesó que fue “a partir de una propuesta de Laura Leibiker –editora de la colección Siglo para chicos–. Creí que no podría hacerlo, ella creía que sí y fui muy feliz de no tener razón. La escritura fue muy gratificante”, señaló. “No soy muy proclive a escribir de mí mismo”, resaltó al mismo tiempo que contó que suele verse más estimulado al imaginar un punto de vista ajeno. Pero advirtió que logró esto al narrar su niñez.

De chico veía bien

“Estoy a medio siglo de mi infancia. Entonces, uno se reconoce y se desconoce a la vez”, reconoció a la vez que destacó la labor de Leandro Pérez, ilustrador del libro, a quién definió como coautor. Rodríguez Ballester notó que el protagonista ilustrado, presente en la tapa del libro, es una especie de Martín Kohan de la actualidad pero en miniatura. “Yo de chico veía bien, no usaba anteojos”, comentó el escritor entre risas.

Una idea interesante surgió a partir de una pregunta de Rodríguez Ballester: ¿Reconstruir la infancia, entonces, se presta a la ficción? Destacó una clave: “En la adultez, uno le abre cada vez más espacio a la realidad y la imaginación va perdiendo terreno. En la infancia es al revés: domina la imaginación. Recuperar esto fue parte del motor de la escritura de este libro”.

Martín Kohan presentó su primera novela infantil en el espacio cultural Clarín / Ñ . Foto: Enrique García Medina.
Martín Kohan presentó su primera novela infantil en el espacio cultural Clarín / Ñ . Foto: Enrique García Medina.

Kohan contó que al rememorar aquellas tardes de verano para la escritura de este libro llegó a una reflexión sobre el tiempo: “Era una escala distinta. Esas tardes eran para siempre. Uno sabía que se terminarían. Sin embargo, se produce un efecto de para siempre. La vivencia es vivir como si fuese para siempre”.

La periodista describió al Martín de El tiempo más feliz como “un niño curioso, que descubre”. El escritor trazó un paralelismo con su presente: “Yo era así y ya no soy así. Ahora no soy explorador ni valiente. Aunque no era más que un caminante pero en la escala de la infancia, eso era una aventura”.

El autor profundizó sobre esto y cómo durante la adultez se va perdiendo la predisposición al descubrimiento: “Hay algo en la mirada –advirtió–, en un especie de disposición al maravillarse” y agregó dos citas alusivas: “Walter Benjamin, la relación con la narración, no la explicativa sino el componente fabuloso como rasgo propio de los relatos de infancia. César Aira: sus novelas de grandes suelen tener el elemento maravilloso que corresponde a la disposición de infancia de maravillarse”.

Rodríguez Ballester preguntó: ¿Cuándo nació el Martín Kohan lector? “De un modo clásico –respondió– con la Colección Robin Hood, Julio Verne y los libros de Billiken” y señaló una relación con El tiempo más feliz: “tiene que ver con el placer que encontraba en estar solo. La aventura era en soledad. Salía a caminar con mis abuelos –hace poco descubrí que tenían mi edad ahora– y se cansaban, mi hermana también y entonces la mayor parte de estas caminatas las hacía sólo. Una parte del disfrute tenía que ver con el estar sólo, al igual que la lectura. A veces me pregunto qué me llevó a qué. Debe ser un poco de las dos”, reflexionó mientras recordaba cómo les llevaba pedazos de mica a los adultos que encontraba con la certeza de haber descubierto un tesoro.

Martín Kohan presentó su primera novela infantil en el espacio cultural Clarín / Ñ . Foto: Enrique García Medina.Martín Kohan presentó su primera novela infantil en el espacio cultural Clarín / Ñ . Foto: Enrique García Medina.

La conversación viró hacia otro proyecto reciente que lo involucra al escritor: la película LS83, dirigida por Herman Szwarcbart, recientemente ganadora del Premio de la Crítica en el último BAFICI, reúne imágenes de archivo inédito del noticiero de Canal 9 entre 1973 y 1980 con textos de su libro Me acuerdo.

La describió como “extraordinaria. Hay imágenes del Rey Juan Carlos o de Videla entremezcladas con el festejo del Día de la Primavera en los bosques de Palermo. Me pareció interesante ver allí cómo el horror y la vida cotidiana transcurren. ¿Cómo es que se sigue? Se seguía viviendo. Hasta se puede pensar cuáles de esas escenas eran funcionales al horror y cuáles de resistencia. No hay subordinación entre imagen y texto, se iluminan mutuamente”, describió.

Al hablar de sus recuerdos y vivencias, Rodríguez Ballester recordó otro proyecto en donde aparecen sus vivencias aunque de manera lateral: Ciencias Morales, ganadora del Premio Herralde de Novela (2007) está ambientada en el Colegio Nacional de Buenos Aires a donde asistió el autor en tiempos de la última Dictadura Militar aunque está contado desde la mirada de una preceptora.

“Notaba que a los doce había una ansiedad por dejar la infancia y pasar a la adolescencia. Yo sentía lo contrario, era un boludón. Ahora noto que la adolescencia se estiró hasta los 40, 41 años”, advirtió generando más risas entre los presentes.

La mirada de una preceptora

Contó que primero intentó narrarlo desde el punto de vista de los estudiantes y no le salió nada interesante. “Hasta que se me ocurrió narrarlo desde una preceptora. Cuando la escribí tenía 40 y advertí lo joven que era esa preceptora de 20. Ahí crucé la fragilidad de su edad con el contexto y el rol represivo que ejercía y así surgió la novela”, explicó.

Sobre el final, la charla volvió al principio, aquello que Rodríguez Ballester describió como “una voz en el presente” emergió ante la pregunta de cómo piensa el aniversario del Golpe Militar que se cumplirá en 2026 y los ataques que está sufriendo la universidad pública por parte del Gobierno actual.

“Es furibundo –definió–. Mientras se habla de libertad se ha prohibido que los profesores digamos lo que pensamos y han incitado a los estudiantes a que nos denuncien”. También criticó la idea que se suele repetir desde ciertos sectores como “adoctrinamiento” caracterizando esto como una “injuria hacia los estudiantes como si fuesen receptáculos vacíos, pasivos que no pensaran”.

Martín Kohan presentó su primera novela infantil en el espacio cultural Clarín / Ñ . Foto: Enrique García Medina.Martín Kohan presentó su primera novela infantil en el espacio cultural Clarín / Ñ . Foto: Enrique García Medina.

Esa es una concepción autoritaria de la educación –prosiguió– y rígida del saber. Un buen docente pone el saber en juego en un aula, no lo transmite unidireccionalmente. Eso significa someterlo a la crítica. Uno transmite saberes, no doctrinas. Uno se ofrece como sujeto pensante”, explicó y arrancó una catarata de aplausos. “Gracias por los aplausos porque no son para mí, son para la educación pública argentina”, definió.

Kohan, célebre tanto por su obra como sus intervenciones en la discusión pública, cerró su argumentación resaltando el deterioro de la educación actual producto de las políticas de desfinanciamiento público de la gestión de Javier Milei y dio ejemplos literarios: “Borges ganó el Premio Nacional de Literatura. Hoy a eso le dirían curro. Trabajó en la Biblioteca Miguel Cané. Hoy le dirían munipa. Te extorsionan moralmente diciendo que no puede haber bibliotecas porque sino los niños en Chaco no comen. Y resulta que asfixian las bibliotecas y los niños no comen. Es un planteo falaz”.

Su última frase cerró su argumentación así como también ilustró su modo de ser, pensar y actuar antes de provocar la última ola de aplausos: “Los niños tienen que comer y políticas culturales tiene que haber. Si alguien no lo puede hacer, no está en condiciones de gobernar un país”.

Redacción

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