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Más de 1.200 toneladas de miel por año: la apicultura de Río Negro se consolida en la Patagonia

De la Cordillera al Valle, Río Negro se consolidó como uno de los territorios apícolas más diversos de la Patagonia, con mieles que varían según ambiente, floración y manejo productivo. La actividad combina tres pilares: producción de miel y derivados, provisión de servicios de polinización a la fruticultura regional y desarrollo de material vivo especializado.

En diálogo con Diario RÍO NEGRO, Lucio Reinoso, secretario de Agricultura de la provincia indicó que la provincia cuenta con cerca de 54.000 colmenas y unos 388 productores inscriptos en el Registro Nacional de Productores Apícolas, lo que equivale al 28% de los apicultores patagónicos y al 16,3% de las colmenas de la región sur del país. La producción anual ronda entre 1.200 y 1.500 toneladas de miel, con fuerte presencia en valles irrigados, meseta y zona cordillerana.

En términos comerciales, entre el 80% y 90% de la miel rionegrina se vende a granel a acopiadores y empresas exportadoras en tambores de 300 kilos, mientras que entre el 10% y 20% se fracciona para el mercado interno, tanto en salas provinciales como en establecimientos habilitados bajo RNE. Los principales compradores de miel a granel de Argentina son: Estados Unidos (66%), Alemania (12%) y Japón (5.4%), aunque recientemente, existen experiencias de exportación fraccionada a estos destinos.

El rol de las abejas también es clave en la fruticultura de la provincia: cada año, además de las abejas de la provincia, ingresan miles de colmenas para polinizar cultivos de pepita, carozo, frutos secos y semillas. Este movimiento estacional sostiene gran parte del rendimiento frutícola del Alto Valle y es fundamental para asegurar la calidad de las frutas, además de cultivos emergentes vinculados a la producción de semillas y frutos secos.

«Sin el trabajo de las abejas no tendríamos peras ni manzanas en el norte patagónico»,

Salvador Sangregorio, ingeniero agrónomo y referente del INTA.

Un mapa productivo diverso: Cordillera, Meseta y Valle con perfiles propios en Río Negro


Foto: Juan Thomes.

Según indicó Reinoso dentro de la provincia las áreas más relevantes, en cuanto a producción apícola, son Alto Valle, Valle Medio, Valle Inferior, Zona Andina y Región Patagónica. En el Valle Medio predomina la producción de miel y la cría de reinas bajo protocolo; en el Alto Valle se concentra la mayor polinización frutícola; en el Valle Inferior y Conesa se destaca la producción de miel y la producción de material vivo; mientras que la Zona Andina aporta subproductos como propóleos y cera.

Por su parte el ingeniero y referente del INTA Salvador Sangregorio indicó que la diversidad floral genera perfiles distintos de mieles. En la cordillera por ejemplo predominan floraciones como radal, alpataco, tamariscos, abrepuños, tréboles, cardos, dientes de león, chacay y arrayán; en la meseta aparecen jarilla, molle, sauces, alfalfas y arbustos nativos; mientras que en los valles convergen flores de bardas y frutales.

«En Río Negro tenemos condiciones agroecológicas únicas para producir miel de muy buena calidad de distintos colores y sabores, y además polen, propóleos y reinas».

Salvador Sangregorio, ingeniero agrónomo y referente del INTA.

La estacionalidad también incide en el perfil del producto: la primera cosecha, cercana a fin de año, suele ser más clara y suave, mientras que las cosechas tardías presentan colores más oscuros y mayor intensidad de sabor. Según el referente del INTA, Sangregorio, “las mieles oscuras no son mejores ni peores, son distintas, responden a otra floración”.

Además, finalizando la temporada pueden aparecer las llamadas mieles de mielada, elaboradas a partir de exudados vegetales o residuos agroindustriales como orujos de uva o manzana. «Son muy valoradas en mercados europeos y árabes, aunque poco conocidas localmente», afirmó Sangregorio.

Además de miel, la provincia produce polen, propóleos, cera y reinas, insumos que fortalecen otras cadenas y tienen potencial comercial propio. El desarrollo de material vivo está creciendo, con experiencias en Luis Beltrán y otras localidades.

Del apiario a la capacitación: genética, polinización y conocimiento para sostener el crecimiento en Río Negro


Foto: Juan Thomes.

Más allá del crecimiento en producción y diversidad de mieles, uno de los desafíos centrales del sector apícola de Río Negro es consolidar capacidades técnicas locales para sostener niveles de calidad, manejo sanitario y oportunidades comerciales asociadas al valor agregado y la polinización. La expansión territorial de la actividad, sumada al ingreso estacional de colmenas de otras provincias, demanda mayor profesionalización y mano de obra especializada.

En ese sentido, además del Programa de Desarrollo Apícola Rionegrino que busca fortalecer el sector, mejorar la producción y capacitar a apicultores, Lucio Reinoso recordó el curso de Operario y Asistente Apícola, organizado por el Instituto de Educación Profesional de la Universidad Nacional de Río Negro (INEP-UNRN), el INTA y el CFI, con financiamiento del Ministerio de Desarrollo Económico y Productivo. El curso cuenta con 250 horas formativas, con modalidad híbrida, que combinan clases virtuales y prácticas en territorio. La inscripción estará abierta hasta el 25 de noviembre y la propuesta se extenderá durante 2026, llegando a distintas localidades de la provincia.

Este tipo de capacitaciones apunta a atender una necesidad estructural del sector: contar con perfiles técnicos formados en manejo de colmenas, extracción con estándares sanitarios, trazabilidad, logística para polinización y diferenciación de mieles por origen floral.

La genética es otro frente en expansión. Productores locales avanzan en la cría y selección de reinas adaptadas a las condiciones ambientales del norte patagónico. En este marco, cobra relevancia la producción de híbridos como Buckfast y Carniolas, valorados por su mansedumbre, resistencia y rendimiento productivo, factores clave para zonas áridas con vientos intensos. La disponibilidad de material vivo en la provincia no solo fortalece la sanidad de apiarios locales, sino que abre oportunidades para abastecer a colmenas trashumantes y consolidar una cadena genética con identidad regional.

La polinización, por su parte, representa uno de los mayores aportes económicos de la apicultura de Río Negro. Buena parte de la fruticultura del Valle depende del servicio que prestan colmenas locales y miles de colmenas migrantes provenientes de Buenos Aires y La Pampa. Este flujo sostiene la producción de peras, manzanas y frutos secos, pero también exige planificación sanitaria, acuerdos comerciales y capacitación específica.

Redacción

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