Formadores de seminaristas de América Latina y el Caribe, venidos de 15 países de la región, llegaron a la sede del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam) para participar de la edición 46 del curso de Organización de Seminarios Latinoamericanos (Oslam), que este año lleva por título “Peregrinos de esperanza”.
Son 65 sacerdotes que durante tres semanas sesionarán en torno a temáticas como acompañamiento, desafíos actuales de la formación, vocación, fraternidad sacerdotal, espiritualidad del sacerdote, dimensiones afectivas de seminaristas y sinodalidad.
El padre Mauricio Damián La Rosa, vicepresidente de Oslam, explicó a ADN Celam que “es un signo de esperanza” tener a más de 60 presbíteros, “es un récord en los últimos tiempos y eso nos tiene muy contentos”.
Es una tarea – prosigue el sacerdote argentino – importante, porque “nuestros formadores, aunque ya sean ministros ordenados, requieren de formación permanente para responder con más audacia a los desafíos de estos tiempos”.
Recordó que la sinodalidad a lo largo de 65 años de la Oslam ha sido una constantino, porque “es el modo de vivir y ser Iglesia desde siempre, caminar juntos, acompañar a nuestra feligresía. Eso equivale a la sinodalidad”.
Aseguró que están trabajando mucho para profundizar esta dimensión de la Iglesia en todos los seminarios del continente, “ser seminarios en y para la sinodalidad”.
Fraternidad sacerdotal
El padre Juan Manuel Beltrán Urrea es director del Departamento de ministerios ordenados y vida consagrada de la Conferencia Episcopal de Colombia. Está incardinado en la diócesis de Zipaquirá, sufragánea de Bogotá.
Del equipo docente del curso ha sido el encargado de acompañar la primera semana, “hemos abordado lo concerniente a la formación sacerdotal” con algunos puntos claves el antes, durante y después del ministerio sacerdotal.
Ser sacerdote es una vocación y, por ende, los formadores deben estar en permanente intercambio, estudio, discernimiento. En especial, para que haya ambientes acogedores en los seminarios.
Es con el ejemplo “como nosotros los sacerdotes lograremos ese cometido”, sostiene el padre Beltrán, quien considera que “no solo se trata de lo intelectual, sino de todas las dimensiones como seres humanos”.
“Estamos llamados a ser discípulos de Jesús y pastores”, explica, por ende, uno de los grandes retos de los formadores de seminaristas se encuentra en seguir apalancando el valor de las interrelaciones, en un mundo que se empeña en “aislarnos”.
Hay un empeño muy claro en afianzar en lo que Beltrán define como la “fraternidad sacerdotal”, que a veces pareciera utopía, pero “dentro del curso han salido a relucir donde sí es posible crear esta fraternidad”.
Mauricio Damián La Rosa, vicepresidente de Oslam (Izq.) y Juan Manuel Beltrán Urrea (Der.)
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