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miércoles, noviembre 12, 2025

Más fuego cruzado en el hotel El Palace

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Más fuego cruzado en El Palace, el antiguo Ritz, el hotel de lujo más antiguo de Barcelona. Un colectivo de artistas, músicos y DJ’s que han trabajado en The Bluesman Bar, la coctelería situada en los bajos del establecimiento, prevé iniciar hoy una ronda de protestas en la confluencia de las calles Gran Via y Roger de Llúria por los impagos acumulados que sufren por parte de Nafari Ocean, la empresa que gestiona el local. 

A su vez, esta compañía mantiene un crudo litigio con los administradores del hotel, que quieren desalojarlos pese a que hace apenas año y medio que llegaron a un acuerdo de explotación.

No es el único frente abierto. El hotel atraviesa un momento particularmente incierto: desde el pasado agosto el inmueble es propiedad del Estado argelino tras llegar a un pacto con su antiguo dueño, un empresario de la construcción llamado Ali Haddad que está encarcelado por corrupción en su país, como explicó La Vanguardia el pasado 28 de octubre.

El colectivo de artistas que han actuado en el local prepara una demanda por impago de sueldos

El Bluesman Bar debe unos 47.924 euros en alquileres al hotel, una cantidad similar por el proyecto de interiorismo encargado a un reconocido despacho barcelonés y una cantidad también parecida a una cincuentena de proveedores, personal y artistas que han actuado en el local.

También deben 2.500 euros a una clienta, Alexandra Mirnaya, que alquiló el local para una fiesta privada en mayo por 10.000 euros, con una oferta gastronómica que el bar incumplió, según denuncia ella misma en las reseñas de Google. Alegaron que a causa del apagón -fue el 28 de abril- no habían podido suministrar la comida pactada, y se comprometieron a devolverle 2.500 euros. No los ha visto.

En total, las deudas ascienden a alrededor de 150.000 euros, según un cálculo de este periódico.

Los gestores del Bluesman Bar son desde junio del 2024 los empresarios británicos Robert Newmark y Conor George Thomson-Moore, que han sido sancionados en varias ocasiones en el Reino Unido por su gestión de restaurantes y bares. Newmark, de 73 años, fue inhabilitado entre 2016 y 2021 por el organismo público que gestiona las suspensiones de pagos. Thomson-Moore recibió en junio una multa de 35.000 euros, por graves infracciones sanitarias en el restaurante Beach Blanket Babylon, que antes había sido propiedad de Newmark. Thomson-Moore fue también propietario de Martha’s, otro restaurante londinense en el que Newmark era accionista, y que en el 2019 saltó a la prensa británica por las denuncias de sus empleados de que no les pagaban el sueldo. Acabó en suspensión de pagos.

“Sólo me pagaron cuando me planté a la puerta con un cartel de denuncia”, explica M., entonces estudiante, que trabajó para Newmark en Martha’s en el verano de 2019. “Antes pregunté a la policía si podía hacerlo y me dijeron que sí. El mánager del restaurante me amenazó con que me restaría 100 libras de la deuda (unas 1.000 en total) por cada hora de protesta”. Al final de la noche le pagaron.

F. y O. son parte del colectivo de artistas que han trabajado en el Bluesman barcelonés, y llevan sin cobrar desde principios de año. En algunos casos son cantidades pequeñas, pero en conjunto rondan los 25.000 euros.

Se están aprovechando de trabajadores de la cultura, que ya de por sí es un sector muy precario y que vive en condiciones nefastas”

F., artistaFuente anónima

“Se están aprovechando de trabajadores de la cultura, que ya de por sí es un sector muy precario y que vive en condiciones nefastas”, lamenta F. Cuando insistió en reclamar lo que le debían, le juraron que le pagarían “aquella misma semana”: si no lo hacían aquel mismo día, le juraron, era porque no llevaban la tarjeta de crédito encima. “Es que encima se te ríen a la cara”, añade O.

Dieciséis músicos, artistas y programadores culturales se han sumado hasta ahora a una demanda que prepara el Sindicat de Músics Activistes de Catalunya, representado por la abogada Andrea Leunde, que no descarta acudir a la vía penal para que los acusados respondan con su patrimonio de eventuales reparaciones económicas. La demanda se dirigirá contra Nafari Ocean y contra Royal Blue Bird, la empresa que gestiona El Palace.

“Es que viene Robert, vestido de Gucci de arriba a abajo, y te dice que lleva el bar del Palace. No desconfías, te da cierta seguridad siendo El Palace y le sirves lo que pide”, describe T., dueño de una pequeña distribuidora de bebidas.

Él cobró la primera factura. El segundo mes le empezaron a ser devueltas por el banco. Nafari Ocean le decía que “no entendía qué pasaba”, y cuando la deuda ya era abultada fue Nafari quien le propuso un plan de pago semanal de 300 euros, que “nunca cumplieron”, asegura.

“Son increíbles. Te estafan, te citan a una entrevista y a la cara te preguntan: ¿en qué podemos ayudarte? Jamás en mi vida he visto nada asíl”. Ahora duda si acudir a los tribunales porque la deuda “es un agujero” en su empresa pero “no es gigante”, y un litigio le costará mucho más “y al final se declararán insolventes”.

El director general de El Palace, Pedro Rodríguez Madrigal, explica que el hotel ha intentado mediar entre el Bluesman y los trabajadores y proveedores afectados, pero que no pueden ser “responsables de las deudas de un tercero”.

“Nosotros somos una víctima más de sus impagos”, subraya Rodríguez Madrigal.

A los alquileres impagados desde abril “habría que sumar una parte variable sobre la facturación que deberíamos estar cobrando, unos 2.500 euros al mes. Pero no tenemos forma de saber cuánto exactamente, porque dicen que no están facturando. Es mentira. Siguen trabajando, sin ir más lejos la semana pasada celebraron una fiesta de Halloween”, detalla Rodríguez.

Las dificultades son consecuencia directa de los continuos incumplimientos del hotel, no de mala gestión ni negligencia por nuestra parte”

Robert NewmarkActual gestor del Bluesman Bar

Nafari Ocean se puso en contacto con La Vanguardia en verano para denunciar el acoso al que, según expusieron, les estaba sometiendo el hotel para que se cansaran y abandonaran el negocio.

El hotel les ha demandado ante los tribunales para rescindir el contrato, alegando que Nafari no ha acometido la reforma prometida del local. Según Newmark y Thomson-Moore, el hotel no respetó una prórroga que habían pactado y ha boicoteado su negocio, por ejemplo dejando de promocionar el bar, sin entrada directa desde la calle.

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“La actual crisis financiera de la empresa es consecuencia directa de la conducta del propio hotel. Eliminaron toda referencia al Bluesman de las comunicaciones con los huéspedes y del material de marketing, instruyeron al personal de recepción y conserjería para que les dijeran a los huéspedes que el local estaba cerrado e incumplieron repetidamente sus obligaciones contractuales de apoyar y promocionar el bar. Si se examinaran nuestros registros financieros privados, se evidenciaría una fuerte caída en la facturación inmediatamente después de estas acciones”, argumentó ayer Newmark en un correo electrónico.

“Los problemas relacionados con el Bluesman Bar -añadió- comenzaron en enero de este año, cuando el hotel tomó una serie de medidas ilegales contra nuestra empresa”.

“Las dificultades -añade- son consecuencia directa de los continuos incumplimientos del hotel, no de mala gestión ni negligencia por nuestra parte. En poco tiempo, nuestra facturación se vio considerablemente afectada”.

Redacción

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